En las elecciones parlamentarias del pasado domingo 13 de marzo el progresismo en Colombia, identificado como izquierda, obtuvo un triunfo sin precedentes. Logró 5.6 millones de votos en su consulta para escoger el candidato presidencial; la mayor votación a Senado y a Cámara; y recuperó su liderato en Bogotá, una de las plazas más importantes para ganar la Presidencia de la República.
En definitiva, la coalición de sectores progresistas y de izquierda denominada Pacto Histórico que lidera Gustavo Petro Urrego se convirtió en la principal fuerza política de Colombia, algo que nunca había pasado en la historia de este país.
De esta manera, se ha cerrado uno de los procesos electorales previstos para este año en Colombia. Se trata de la escogencia de los nuevos integrantes del poder legislativo en sus dos cámaras (Senado y Cámara de Representantes) y de la selección de los candidatos presidenciales de las tres coaliciones que se conformaron para definir el nombre que las representara en las votaciones para definir el jefe de la Casa de Nariño para el cuatrienio que se extenderá entre el 2022 y el 2026.
Los siguientes son los hechos más significativos de esta histórica jornada que ha sintetizado una de las etapas más intensas de la historia política nacional en que el movimiento social ha protagonizado descomunales acciones contra el neoliberalismo y el régimen político oligárquico.
Primero. La consulta interna del Pacto Histórico se acercó a los 6 millones de votos, y en la misma triunfo el senador Gustavo Petro con 4 millones 500 mil sufragios, seguido por Francia Márquez Mina, una líder afro del departamento del Cauca que recibió el respaldo de 800 mil electores. El multitudinario respaldo a Petro implica un profundo viraje en el campo político nacional que se inclina hacia una izquierda transformadora en la perspectiva de los derechos fundamentales de millones de colombianos, de repudio a la corrupción y a la violencia del régimen uribista.
Segundo. La lista al Senado del Pacto Histórico se ubicó en primer lugar obteniendo 17 curules, lo que refleja el repudio de las mayorías ciudadanas del clientelismo y de la aberrante corrupción de la casta política representada por cuestionados dirigentes de la derecha como Álvaro Uribe Vélez, el mandatario Iván Duque, Andrés Pastrana y otros personajes retardatarios de la política regional.
Tercero. La elección de una robusta bancada de representantes en la Cámara baja, con 25 legisladores, refleja y representa una importante presencia política del Pacto Histórico en las provincias y regiones de la nación.
Cuarto. El desplome electoral de las dos estructuras más retardatarias del país como el Centro Democrático de Uribe Vélez y Cambio Radical del ex vicepresidente German Vargas Lleras.
Quinto. La caída y debilitamiento de poderosas mafias regionales como las del clan de los Char en Barranquilla y el departamento del Atlántico, y de la dirigente del conservador Partido de la U, Dilian Francisca Toro en el Valle del Cauca.
Sexto. La mengua del poder y la hegemonía de la ultraderecha uribista y de sus aliados, aunque el exalcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, fue el señalado en la contienda interna para representar el denominado Equipo Colombia en la disputa por la Presidencia de la República.
Séptimo. El derrumbe de la denominada Coalición de la Esperanza, una alianza de sectores de derecha que se disfraza de “centro” y que fue la gran derrotada de la contienda. Su consulta escasamente sacó 2.3 millones de votos, menos de la mitad del Pacto Histórico y poco más de la mitad de la del Equipo por Colombia. Hace cuatro años Sergio Fajardo sacó más de cuatro millones de votos en la primera vuelta y en esta consulta no logró ni siquiera llegar al millón. Sacó un poco menos de la votación de Francia Márquez, hasta hace poco una total desconocida en el ámbito nacional.
Octavo. La oxigenación del potente movimiento social y popular que gana espacios para retomar sus banderas por una Renta básica para 5 millones de familias pobres, por la eliminación del Esmad, por la paz, por la reforma agraria, por la depuración de los aparatos armados del Estado infiltrados por las mafias y las redes de corrupción.
Retorno a las acciones de masas.
Lo previsible es que en los próximos meses regresen las acciones de masas, las huelgas, los paros cívicos y marchas populares para desalojar de las instituciones públicas locales a quienes han secuestrado alcaldías como la de Armenia, la Gobernación del Meta, la de La Guajira, la del Valle y la del Cauca. E igualmente para demandar la suspensión del Plan Artemisa del Ejercito que destruye los Parques Naturales de Tinigua, Macarena y Chiribiquete en el Meta; y para exigir la disolución de estructuras militares como la Fudra y la Fuerza Omega en los departamentos del Meta, Guaviare y Caquetá, cuestionados por masacres, asesinatos y ‘falsos positivos’.