La visión de Jessica Vásquez, una brigadista de la Misión Médica que se ha conformado desde el inicio de las protestas desde el 28 de abril, da cuenta del abuso de autoridad de la fuerza ´pública con los manifestantes, los civiles y hasta los mismos brigadistas de los APH. Cuenta que surgieron debido a la necesidad de prestar el servicio ante tantos heridos durante las confrontaciones en las protestas, en las que han atendido a policías y a quienes protestan.
Jessica Vásquez, APH de la brigada apoyo y rescate médico, afirma: “Por parte de la fuerza pública nos hemos visto agredidos en dos ocasiones, una fue hace aproximadamente un mes en Moravia. Una tanqueta llegó y un compañero puso la camilla diciendo que éramos Misión Médica y le dieron tres impactos de bala de goma a la camilla y con una de ellas me dieron en el pie. La última fue el 28 de junio, cuando fuimos agredidos físicamente por parte del Esmad, empujaron a los brigadistas; también con insultos y mensajes haciendo señas con la mano como aduciendo que iban a llorar, cuando estaban por Punto Cero. Como somos neutrales nunca le hemos dicho que no a un policía, aunque obviamente son más los manifestantes que se atienden por motivos claros”.
Al principio los manifestantes les decían que eran infiltrados, ahora tienen más gratitud, hasta les ha tocado atender habitantes de calle, sea o no sea de la marcha, así sea o no del gobierno. Ahora ya lo asimilan, pero por parte de la Fuerza Pública los suelen tildar de alcahuetas por ayudar y socorrer a los manifestantes. Les han manifestado que no sirven para nada o que estorban con ese puestico de mierda que tienen ahí.
Su opinión personal como civil y ciudadana no compromete a su brigada, pero da cuenta de lo que tiene que vivir un brigadista como ente neutral que debe conciliar y atender a las dos partes.
“He evidenciado que hay ocasiones en que las protestas se ha salido de contexto, preguntándome, pero es que esta no es la causa de la manifestación. El inconformismo como tal no es por la policía, sino por lo que nunca hemos tenido como sociedad y estamos reclamando, hay muchas personas que tienen claro por qué están luchando. Me parece que esto ha hecho que la gente se sienta importante”, así lo asegura esta brigadista.
Como lo vio con la anécdota de un joven que decía que venía a la manifestación porque quería estudiar y comer tres veces al día, ya que antes de que esto pasara solo pensaba en quitarse la vida, pero desde que esto empezó se siente útil y podrá hacer lo que siempre quiso, y no ha podido hacerlo porque las oportunidades son limitadas.
“En Colombia hace falta mucha empatía porque la gente solo piensa en si ellos están bien, si tienen sus tres comidas, su trabajo o un techo donde dormir, pero no tienen empatía por los que no tienen estas oportunidades como estudiar o un buen trabajo. He escuchado a mucha gente que dice que el que no trabaja es porque no quiere o quien no estudia es porque no lo quiere hacer; es una cadena que se debe terminar. En muchos casos esta juventud debe recurrir a la delincuencia o a la prostitución y este país debería tener más trabajo social porque este tipo de labor puede cambiar generaciones”, asegura esta brigadista.
Lo que ha visto como APH es que ellos atacan CAI, las Fotomultas, anteriormente se atacaban los semáforos, aunque se dieron cuenta de que estos afectan a la misma sociedad. El 28 incendiaron la Personería, y mucha gente decía sin son derechos humanos, ¿cómo van a hacer eso? Según el relato de los propios manifestantes, los atacaron porque allá se escondía la Policía y El Esmad, y supuestamente, desde este lugar les tiraron una bomba de gas lacrimógeno y decidieron incendiarlo.
“Soy enfermera y tengo trabajo, y a mi bebé, pero hay gente que no tiene este tipo de posibilidades. He escuchado que al ver a la gente con capuchas y un casco, los tildan de vándalos, pero mucha gente no entiende, que no lo hagan ver de la manera como lo pretenden hacer ver los medios, porque muchas entrevistas que hemos hecho las han distorsionado y hemos quedado muy expuestos porque hacen ver las cosas al contrario de lo que se les dice. La clase alta no está de acuerdo con estas marchas porque no les conviene, incluso quieren atentar contra manifestantes, la primera línea, los APHS, en panfletos que se atribuyen a la Oficina de Envigado. Como civil, digo que eso hasta lo puede hacer el mismo gobierno para amedrentar este tipo de manifestaciones, hasta de Águilas Negras”, cuenta Vásquez.
Un aspecto particular que le llama la atención es que cuando las manifestaciones van al Sur del Valle de Aburrá cierran y no permiten que lleguen, pero cuando vienen para el norte si las dejan llegar normalmente. ¿Por qué? ¿La gente del Norte del Valle de Aburrá no vale? ¿Por qué cubren Envigado, Sabaneta y Poblado? ¿Pero con Caldas no ocurre lo mismo? Cuando fueron a Caldas los recibieron como si fuesen unos héroes. En Moravia y en Caldas les ha tocado atender bebés de 8 meses asfixiados por gases lacrimógenos. ¿Por qué cuidan específicamente a estos sectores del sur? ¿Son los que tienen el nexo con el gobierno? Se pregunta.
La anécdota más dicente que la marcó, ocurrió en una cuadra de Moravia cuando había dos niños gaseados, estaba sola con su botiquín, era un niño de dos años y uno de cuatro, no sabía lo que pasaba el pequeño de dos años, el de cuatro le dijo ¿por qué la policía nos quiere matar? Por eso le corrieron las lágrimas porque fue muy impresionante. No sabía qué responder y vio a las propias madres yendo a enfrentar al Esmad, diciéndoles que no arremetieran con más gases contra sus familias.
“Es momento de reaccionar y apoyar haciendo algo por este mundo, observé al Esmad decirles: ¿ustedes por qué nos atacan a nosotros y defienden a esos gamines? A lo que una madre les respondió: porque estos gamines nos cuidan de ustedes. ¿Hasta qué punto ha llegado a excederse la fuerza pública en contra de los manifestantes y de los civiles que no tiene nada que ver, para que se refieran a los manifestantes como protectores?”, concluye cuestionándose Jessica Vásquez.