El año 2020 nació precedido por un marco de protestas en Colombia —incluso en gran parte del mundo— producto del agotamiento del modelo neoliberal, cuyas consecuencias, entre otras, han sido la concentración aún más de la riqueza, el arrasamiento del aparato productivo de los países subdesarrollados en beneficio de las multinacionales que se apropiaron de sus mercados internos y la generación de un desempleo estructural que da paso a la informalidad y por consiguiente a la exacerbación de la miseria y la pobreza, en cuyo panorama está insertada Colombia.
Era por esto que en este año se preveían grandes movilizaciones, cuya primera jornada estaba programada para finales del pasado mes de marzo, la cual fue realizada de manera virtual por el grave peligro que representa para la vida la pandemia de la COVID-19. Pero esta pandemia del nuevo coronavirus lo que hizo fue desnudar que el modelo neoliberal es un verdadero atentado en contra de la población colombiana, que precisamente asiste anonadada al espectáculo mediante el cual el presidente Duque concentra en los potentados y el sistema financiero los recursos que supuestamente estaban destinados a resolver la crisis económica de la población. Al mismo tiempo se acrecienta el asesinato de la dirigencia social, suceden más masacres y se hacen más frecuentes los abusos de la Policía Nacional.
El presidente Duque, tras no destinar recursos suficientes a la población ni a pequeños, medianos y grandes empresarios nacionales para que pudieran aguantar la cuarentena y evitar el ahondamiento de la ya existente crisis económica y social, abrió prácticamente la economía desde el mes de abril y obligó a la población a lanzarse a la calle en busca de lograr su subsistencia económica; por ello Colombia está en el mundo entre los 5 países con más contagiados y 11 con más muertos por la pandemia. Hoy la situación de los colombianos es de un empobrecimiento general: se mostró que la clase media era una ilusión creada por los tecnócratas de la banca multilateral, pues no tuvo ahorros para aguantar ni la primera cuarentena y desapareció la industria nacional y como lógica, el desempleo, que ya venía en ascenso, se disparó.
Este país se encuentra tan mal que a la protesta se han vinculado personalidades democráticas, congresistas, indígenas, productores, artistas, estudiantes, sindicatos, líderes cívicos y población en general. A los pronunciamientos de artistas como Carlos Vives, Adriana Lucía, Juanes, Dr. Krápula, Andrea Echeverry y Aterciopelados, entre otros, se suma la carta de respaldo a la caravana realizada el 21 de este mes de: Cecilia López, Yesid Reyes, Jorge Londoño, Ramiro Bejarano, Iván Marulanda, Iván Name, Juan Fernando Cristo, Laura Gil, Luis Fernando Velasco, Roy Barreras, Guillermo García Realpe, Temístocles Ortega, Álvaro Argote, Antonio Sanguino, Antonio Navarro, Camilo Romero, Carlos Bula Camacho, Jorge Gómez y Jorge Enrique Robledo, entre muchos otros, quienes se ponen del lado de la defensa de los intereses de la nación y por lo tanto de la población colombiana, exigiendo el respeto a la vida, la reactivación económica garantizando los derechos de los trabajadores, el respeto a las instituciones y el derecho a la protesta pacífica.
Sí, a la protesta pacífica, porque no se puede permitir que esta sea apropiada por grupos anarquistas que con sus métodos violentos justifican la represión de un Estado que están condenando. ¡En Colombia existen “miles” de razones para protestar!