El primero de mayo, día internacional de los trabajadores en la China 'comunista', empiezan a funcionar nuevas restricciones dentro de su gran sistema de control social, una mezcla entre Black Mirror y 1984 poscapitalista.
Desde finales del año pasado se han ido aclarando las señales sobre la puesta en marcha de un sistema nacional de meritocracia basado en el puntaje social acumulado por cada uno de los ciudadanos de la China. Al igual que en el capítulo Nosedive de Black Mirror, el gobierno quiere que los comportamientos de sus ciudadanos sean recompensados o sancionados socialmente por medio de un sistema algorítmico de puntaje crediticio.
Una categorización entre buenos y malos ciudadanos que ha ido avanzando desde el 2014, momento en el que el Consejo de Estado chino anunció el desarrollo de lo que ellos mismos denominaron como “crédito social”, un sistema de confiabilidad que abarca “toda la sociedad”, en el que los comportamientos de los individuos, empresas y hasta oficiales del gobierno serán acechados con el fin de analizarlos y determinar así su reputación social.
El sistema lo han venido perfeccionando dos de las empresas tecnológicas privadas más grandes e importantes no solo China, sino de gran parte del continente asiático. Alipay y WeChat se han convertido en potentes plataformas desde donde realizar todas las actividades requeridas por la vida digital. “Es como si Amazon se hubiera tragado eBay, Apple News, Groupon, American Express, Citibank y YouTube, y pudiera extraer datos de todos ellos”, comenta Mara Hvistendahl en su crónica para Wired.
En efecto, WeChat, propiedad del gigante de videojuegos Tencent, y Alipay, manejado por Ant Financial, una compañía afiliada de la gran corporación Alibaba, se han convertido en un “ecosistema total”, posicionándose como los medios de pago preferidos por la mayoría de compradores, no sólo por su facilidad o por su integración con otros servicios digitales, también porque utilizarlos aumenta los puntos del crédito. La idea es que a partir de esta gran base de datos de millones de ciudadanos chinos sea posible hacer un seguimiento mucho más efectivo y detallado de sus vidas, presupuesto fundamental de este mega plan de control ciudadano.
Alipay ha lanzado recientemente el servicio Zhima Credit, un crédito social que busca tener en cuenta absolutamente todos los comportamientos observables de los ciudadanos. Como declaró Lucy Peng, ejecutiva en jefe de la compañía, el sistema “se asegurará de que las malas personas no tengan un lugar para ir, mientras que las buenas personas podrán moverse libremente y sin restricciones.” Una declaración perfectamente coherente con las directivas del Consejo de Estado, órgano desde donde se ha señalado que “bajo el sistema de crédito social, las personas serán penalizadas” por sus malos comportamientos, entre los cuales se cuentan, por ejemplo, “difundir rumores en línea”, “viajar sin billete o con un billete caducado, generar problemas durante el transporte, fumar en un tren o avión, o cometer delitos económicos como impagos de multas o de cuotas a la seguridad social.”
Cada año, por ejemplo, millones de adolescentes chinos se preparan para presentar sus exámenes de admisión al Colegio Nacional. Se calcula que en 2015 más de 9 millones de adolescentes lo presentaron. Según Hu Tao, Gerente General de Zhima Credit, la compañía tiene la intención de obtener una lista detallada de todos los estudiantes que hicieron trampa durante el examen, de manera que todo comportamiento deshonesto tenga consecuencias sobre los puntajes de crédito.
Sumado a ello, si un ciudadano chino quiere mantener un buen puntaje, no solo debe preocuparse por sus propias conductas, también por el historial crediticio de sus contactos. En efecto, el tipo de contactos puede ayudar a aumentar o a disminuir el puntaje social. En la aplicación de Alibaba, los usuarios son categorizados a partir de diferentes características, computadas por un algoritmo que determina el puntaje acumulado. Entre estas categorías encontramos una llamada Conexiones, encargada de analizar “el crédito de mis contactos en la red social de Alipay.” La aplicación, según la experiencia de una usuaria de la red crediticia, “revisa qué tipo de amigos tienes. Si tus amigos tienen puntajes altos, es bueno para ti. Si tienes algunas personas con un mal crédito como amigos, no es bueno.”
Como en Nosedive, los usuarios deben apresurarse por tener los amigos con mejores puntajes. En muchos casos, las personas han eliminado a sus amigos sólo por evitar contagiarse de su mala reputación. Es más: si el puntaje de un usuario desciende, sus contactos tratarán de aislarlo, generando una tendencia que el algoritmo analizará causando una mayor pérdida de puntos del usuario, que irá cayendo en “un espiral descendente” hasta los puestos más bajos del ranking social.
Además de Alipay y WeChat, el gobierno le ha encargado a Baidu, otra de las grandes empresas tecnológicas de ese país, ayudar en el desarrollo de una base de datos crediticia para el año 2020. Y es aquí donde aumentan las prevenciones. Para nadie es un secreto que toda compañía privada en China necesita una autorización estatal. Además, son de público conocimiento los grandes esfuerzos que ha hecho la China por desarrollar su infraestructura tecnológica, centrada en los sistemas de Inteligencia Artificial y el Big Data. Los intereses de estas compañías privadas se traslapan con los intereses del gobierno de Xi Jinping, pues lo que busca un sistema de crédito como este, basado en el principio de “una vez no confiable, siempre restringido”, es que las personas se regulen a sí mismas, gamificando la distinción ciudadana que cada persona merecería.
Sobre esta relación entre las empresas tecnológicas y las bases de datos a las que tiene acceso el gobierno, varias organizaciones, entre ellas la American Civil Liberties Union, han advertido que el sistema no sólo “monitoreará las finanzas de sus ciudadanos”; también es muy posible que incluya posiciones políticas o cuestiones morales. Como recuerda Hvistendahl, “el objetivo es empujar a las personas hacia comportamientos que oscilan entre la conservación de energía hasta la obediencia al partido.”
Liu Hu es un periodista que fue demandado por difamación cuando informó en uno de sus artículos sobre los negocios oscuros del teniente de Alcalde del municipio de Chongqing. Pasó un año en la cárcel por “fabricar y esparcir rumores” —y obviamente aquí la categoría de los rumores es definida por el mismo gobierno—. Por este mal comportamiento, Hu entró a la lista negra de la Suprema Corte del Pueblo, es decir, a la lista de las Personas Deshonestas, la misma que es integrada por el algoritmo de Zhima Credit. Por su artículo, Hu no sólo fue encarcelado y obligado a pagar una multa de $1,350, también tuvo que soportar las restricciones sociales derivadas de su bajo puntaje crediticio. Por ejemplo, ha sido rechazado de la mayoría de medios de transporte; sólo puede acceder a las clases más bajas de asientos de los trenes más lentos; no puede adquirir ciertos bienes de consumo o pernoctar en hoteles de lujo; es inelegible para préstamos bancarios; y, además de todo, la lista de Personas Deshonestas es pública, por lo que debe cargar con el desprestigio social.
En esta misma situación se encuentran otros millones de ciudadanos chinos que por una razón u otra han caído en la desgracia de los bajos puntajes. En 2017, según datos del mismo gobierno, 6.15 millones de ciudadanos fueron excluidos de trenes y aviones por estas razones, y otros muchos más han visto reducidos o empobrecidos sus servicios y las formas de satisfacer sus necesidades sociales.
El futuro, por lo visto, no es muy promisorio para las libertades individuales. Ant Financial ha introducido recientemente el reconocimiento facial con Smile to Pay, una característica implementada por vez primera en un restaurante de Hangzhou. Para realizar la compra el cliente debe simplemente elegir el producto deseado en una de las pantallas gigantes en forma de teléfono instaladas en el restaurante y mostrar su cara. El sistema de reconocimiento facial identifica al comprador y el pago se hace efectivo una vez lo haya confirmado en su teléfono celular. Al mismo tiempo que Ant Financial desarrolla estas tecnologías, el gobierno amplía su red de cámaras de seguridad, con más de 80 millones de ellas instaladas a lo largo del país y 20 millones de las mismas con reconocimiento facial, conectadas todas ellas al Ojo del Cielo, una red privada de la policía.
Del muy posible éxito de este sistema crediticio dependerá que sea replicado en otros lugares del mundo. Aunque igual, aparte de ello, la iniciativa privada ya cuenta con un puntaje crediticio de cada ciudadano en la mayoría de países con sistemas bancarios desarrollados; y eso sin contar con el método patentado por Facebook en el 2012, en el que una herramienta puede determinar “un puntaje de crédito promedio para los amigos y rechazar una solicitud de préstamo si ese promedio está por debajo de un cierto mínimo.” Al parecer mucha de la ciencia ficción distópica no ha servido como advertencia sino como manual de funcionamiento.
Ver también:
China to bar people with bad 'social credit' from planes, trains
All Chinese citizens now have a score based on how well we live, and mine sucks
Inside China's Vast New Experiment in Social Ranking
¿Control social total en China para el 2020?