El pasado 13 de marzo no solo salieron damnificados partidos como el Centro Democrático, la U o Cambio Radical, también lo fueron, y muy gravemente, los llamados partidos cristianos Mira y Colombia Justa Libres (CJL), exponentes de la más pura derecha religiosa en nuestro país. El fiasco electoral de estos partidos confesionales se refleja en la pérdida de gran parte de su votación y curules logradas en 2018. Así fueron las cosas:
En 2018 ambos partidos sumaron un total de 965.000 votos aproximadamente, el 13 de marzo solo alcanzaron en lista de coalición 565.000 votos, una pérdida neta de 400.000 votos, más del 40 % de su votación de hace cuatro años. En cuanto al Mira, vio descender su votación de 500.000 votos en 2018 a 230.000 el 13 de marzo, una pérdida de 270.000 votos, cerca del 55 % de su votación de hace cuatro años.
Colombia Justa Libres, por su parte, pasó de 465.000 votos en 2018 a 265.000 el 13 de marzo, una pérdida de 200.000 votos en cuatro años, cercana al 50 % de su votación anterior, pérdidas porcentualmente mucho más grandes y graves que las registradas por cualquier otro partido político en Colombia.
En cuanto a su representación en el Congreso, el Mira fue el gran beneficiado del matrimonio por conveniencia con CJL. Mantuvo su cuota (/3 senadores y un representante), mientras que CJL pasó de cuatro congresistas a elegir solo uno. De hecho, todos sus actuales parlamentarios que aspiraron a la reelección se ahogaron, todo un monumental fracaso político-electoral para CJL.
A estos resultados catastróficos de CJL se le suma la agria disputa que libran desde hace meses dos de sus directivos, el senador Milton Rodríguez y Ricardo Arias, por el control de lo que queda del partido y por una malherida candidatura presidencial, que hoy por hoy es totalmente inviable en el panorama político colombiano, división que sin duda fue una de las grandes causantes de la derrota de su partido en las urnas.
Negros nubarrones se ciernen sobre el fundamentalismo político-religioso criollo. Ante una sociedad cada día mas abierta y progresista, la extrema derecha religiosa, nostálgica de Trump y Bolsonaro, no tiene futuro. Es fácil augurar la desaparición de estos partidos en las próximas elecciones legislativas, dado sus profúndas divisiones internas y la pérdida de credibilidad entre sus mismos feligreses.