Érase una viejecita sin nada que comer sino carnes, frutas, dulces, tortas, huevos, pan y pez. Así está el cuento en el departamento de Boyacá que tiene a los paneleros en quiebra, a los lecheros en quiebra, a los transportadores en quiebra, a los campesinos en quiebra, las vías terciarias abandonadas, los hospitales en quiebra, alcaldes con proyectos en la mano sin viabilizar y sin recursos. Érase entonces una gobernación en quiebra con solo $ 248.533.893.741 que comer, esos millones de regalías sin ejecutar están en los bancos y es tanta que se está perdiendo o la están perdiendo.
La Contraloría General de la República da a conocer un informe referente a los hallazgos que hace el contralor Edgardo Maya acerca de los manejos financieros de los recursos provenientes de las regalías que se encuentran en poder de los gobernadores los hallazgos preocupan por que la plata no le llega a la comunidad ni a la gente en las regiones y termina en manos de los bancos que, en su ejercicio financiero, se fondean con éstos recursos ofreciendo una rentabilidad pequeña fijada en la tasa comercial entre el 2 y el 5 %, lo cual no es el objeto de las regalías, eso dice el Contralor, pero lo preocupante que parte de esas regalías y parte de los rendimientos financieros no aparecen, cerca de $55.792.773.590 están refundidos en Boyacá, tanto dinero en bancos, sin ejecutar y tanto dinero perdido es desconcertante.
Colombia Líder (una iniciativa de la sociedad civil y el sector privado que realiza un seguimiento a las acciones sectoriales y sociales, exaltando y visibilizando la buena gestión de los gobernantes locales) premia al gobernador de Boyacá y a otros involucrados en el escándalo como los mejores gobernantes del 2012- 2015, cuando es algo para desternillarse, pero se puede entender cuando se hace una breve inspección a Colombia Líder, uno de sus miembros institucionales es la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia. Asobancaria es simplemente el agradecimiento de los bancos por la noble labor de llenarlos de plata mientras a los del campo los llenamos de boñiga.
¿A qué se debe esa renuencia y lentitud de sacar el dinero de los bancos y entregarlos a quién le pertenece, al pueblo? En el bajo mundo de lo público parece haber una explicación: se presume que le quitaron la plata a los alcaldes y se la dieron a los gobernadores; el gobernador se convierte en un cliente con una chequera de miles de millones, plata de los que están en quiebra, los bancos los seducen con estrategias radicales para captar esas cantidades de dinero que le abrirían las puertas del banco, la delantera y la trasera, tratos preferenciales, se acaban las colas, las trabas, los reportes crediticios, sobregiros a la orden del día, tarjetas adamantium, línea directa a la alta gerencia, productos financieros sin costo, fondos de inversión, ciertos beneficios por fuera de las cuentas de la entidad financiera, intereses invisibles, es casi como quedarse con las vueltas del mandado. El banco se convierte en su mejor amigo, ofrece créditos personales con tasas de interés irrisorias a un tiempo de financiación de décadas que hace tan atractivo el crédito; es casi un regalo, es como si le dijeran: "Cómprese el condominio en Miami por 3000 y punta de millones y me paga cuando pueda o como pueda", ese sí es un buen amigo. Eso se dice el bajo mundo de lo público, no puedo asegurar la certeza.
A finales de noviembre del año pasado el gobernador de Boyacá, Juan Carlos Granados, solicitaba a la Honorable Asamblea Departamental la aprobación de un empréstito por 70.000.000 millones de pesos para financiar el arreglo de vías de Lengupa, Valle de Tenza y La Libertad; tramitó el crédito en una entidad financiera y endeudó al departamento en el último año de su gobierno, teniendo los recursos para ejecutarlo por regalías. Es más, pidió un crédito en el último año de su gobierno cuando en el segundo año de su mandato se acogía a la ley de quiebra por la grave situación financiera que decía el gobernador que estaba viviendo el departamento. El departamento debe pagar intereses de una deuda que pagará el próximo gobernador dejando a las próximas generaciones sin recursos para inversión.