Los treintones nos cansamos de escuchar a los viejos, los que vivieron en los años sesenta y setenta, los cuentos que hablaban de que la marihuana de antes si trababa, que era más pura, más natural, más potente. Eso es mentiras señores y señoras. Nunca antes en la capital se había fumado mejor marihuana, más pura, más sana. Antes, cuando ustedes fumaban la famosa Santa Marta Golden, se quedaban dormidos en la mitad de la rumba. Bareta para aguevados. Ahora, si tienes el jíbaro indicado, puedes probar cepas como la Black Widow que enciende cualquier fiesta, que, con dos pitadas que le des a tu pipa quedas listo para ir al trabajo y rendir con ideas únicas, brillantes. Nada como la bareta buena para estimular la imaginación y la inteligencia.
Soy lo suficientemente viejo para recordar la tortura de sacarle las pepitas a los moños de bareta. Uno tenía la idea de que si echaban en la tierra crecían con facilidad. Uno creía que era marihuana natural y que hacía menos daño. Creíamos que nos trabábamos de verdad. Que la marihuana colombiana era la mejor del mundoMentiras. A mediados de la década pasada empezaron a llegar las comedias de Seth Rogen y vimos que los gringos rumbeaban parejo, ya no con el asqueroso perico, sino con la bareta que ellos mismos cultivaban. Las semillas gringas empezaron a llegar a Colombia en el 2010 y ocho años después, los cruces, las combinaciones entre semillas hacen que a mí casa, por ejemplo, cada mes, Camilo Phill, mi jíbaro de confianza, me traiga la bareta más potente que he consumido en mi vida.
No viejitos, que no los traicione la nostalgia de la juventud. Ahora la bareta no agueva, no duerme, la bareta de ahora hace más bella la música que escuchamos, más interesantes las series que vemos, más divertidas las conversaciones que tenemos. Ya ni siquiera metemos perico en las fiestas. Tan solo metemos bareta que conseguimos además en tiendas cannabicas en donde nos venden utensilios. Hoy es glamouroso vivir dentro del humo de la marihuana
