Entre los grandes perdedores de la jornada electoral del 27 de octubre aparecemos los cristianos. Analicemos lo que hay detrás de esta pérdida.
¿Cuántos cristianos hay realmente en Bogotá? No existe ningún censo oficial. Sin embargo, de acuerdo a una encuesta realizada por Cifras y Conceptos en el 2017 sobre religión, el 16% de la población colombiana se considera cristiana; y según Cedecol, la organización que agremia a las iglesias, dicho porcentaje se ubica en el 20%. Ahora bien, si tomamos estas dos cifras y las promediamos, tendríamos que en Colombia alrededor del 18% de la población es cristiana.
Con eso en mente y con información del Dane sabemos que para el 2018 la población en Bogotá era de 7'200.000 habitantes, así que al hacer el cálculo obtendríamos que existen 1'296.000 cristianos en la capital. Si a esto restamos los que son menores de edad, obtendríamos 970.000 cristianos con cédula en mano que pueden votar. Esta es una cifra relevante, que por sí misma podría alcanzar la alcaldía en Bogotá.
¿Pero entonces qué fue lo que pasó? Contrastemos el desempeño electoral de los movimientos cristianos: hace un año en las elecciones de Congreso en Bogotá el movimiento Colombia Justa Libres obtuvo 114.474 votos; Mira, 129.650 votos y la organización de la senadora Claudia Castellanos, 31.806 votos. La sumatoria de estos votos representó 275.930 votos, resultado positivo, lo que le permite tener actualmente 3 representantes en Bogotá (el 16% de la Cámara bogotana es cristiana).
Sin embargo, en las votaciones de ayer domingo 27 de octubre Colombia Justa Libres obtuvo 101.016 votos; Mira, 91.587; la organización de la senadora Claudia Castellanos, 35.750; Andrés Barrios, 7.042 votos y Nelson Cubides, 17.440. La sumatoria de esto representa 252.835 votos, que equivalen hasta el momento a 5 curules en el Concejo (11% del Concejo sería cristiano).
Aquí aparece el primer resultado negativo, ya que se pierde una curul. Actualmente en el Concejo los cristianos tienen 6 curules: Marco Fidel Ramírez (PIN), Emel Rojas (Libres), Diego Devia (Centro Democrático) Nelson Cubides (Conservador) y Mira con dos curules.
El segundo resultado negativo lo da la apuesta por la alcaldía de Bogotá a través de Miguel Uribe quien ocupó el último lugar. Su votación evidenció que al final lo dejaron solo con los logos de los partidos y que los únicos que lo acompañaron fueron los cristianos, pero no todos los cristianos, es decir no toda la población cristiana.
Como lo mencioné en párrafos anteriores, si todos los cristianos votaran pondrían alcalde en Bogotá, pero la realidad es que no todos participan (de pronto porque no se ven representados en sus líderes), otros no son capaces de leer un programa de gobierno sino que votan por banderas (corrupción, independencia) que les venden como si fueran la solución, intercambian al final sus principios y valores en candidatos que nunca estarían dispuestos a pelear por sus causas (familia, la vida, consumo de drogas) o lo que es peor pasan de agache con su indiferencia en el mar de los abstencionistas.
Todo esto tiene que llevar a una reflexión general y cambios por parte de los cristianos. Las cifras son evidentes: los cristianos tienen un gran potencial, pero si este no se traduce en votos seguiremos teniendo elecciones de este estilo, donde solo podemos lamentarnos tras dejar que otros nos digan la ciudad y el país que debemos tener.
Como un rayo de esperanza queda el hecho que Sara Castellanos no solamente es la concejal más votada de Bogotá sino del país con 35.750 votos. Se elige así a una mujer que tiene la inmejorable oportunidad de contrastar con la nueva alcaldesa, ¡porque los cristianos pueden hacer la diferencia!
