El reloj marca las 5:45 a:m, donMiguel levanta la estera de su negocio ubicado en el suroriente de Barranquilla, hace diez minutos llegó del mercado público, a dónde se dirigió a las 4:00 a.m. para surtir su negocio con frutas y verduras frescas, ya que si las pide a domicilio corre el riesgo de recibir producto defectuoso.
Los demás víveres y abarrotes los recibe directamente en su negocio enviados por diferentes distribuidoras mayoristas. Esta misma rutina la repite tres veces a la semana, la hora de apertura siempre es la misma.
Mientras tanta doña Carmen, su esposa, prepara un café para espantar el sueño y Gerardo, el empleado empieza a barrer la parte externa del local para tener el lugar aseado y presentable para los clientes.
Durante las próximas casi quince horas los tres trabajarán arduamente para atender a los clientes de esta tienda de barrio y cumplir todos los requerimientos que su actividad encierra.
Al igual que el negocio de don Miguel y su esposa doña Carmen, en Barranquilla hay 9500 tiendas de barrio, según datos de la Unión nacional de comerciantes “UNDECO”, en su última medición del año 2019 y unas 13500 en el Atlántico; un número bastante significativo con respecto a la cantidad a nivel nacional que según FENALCO supera los 300,000.
Y es que las tiendas de barrio han sido pilar fundamental en la economía barranquillera generando más de 35000 empleos directos y siendo la solución inmediata para los vecinos del barrio, dando la facilidad de realizar compras en pequeñas cantidades, en casos en que los recursos económicos solo permiten adquirir los alimentos para el día a día.
Y ni hablar del famoso “fiado” que ha sacado de apuros a más de uno, mientras llega el pago de la quincena. Muchos tal vez recortamos el cartón de Marlboro con el que acudíamos a la tienda para llevar la cuenta de lo adeudado al tendero y quizá aún más lo tenemos presente si en nuestra niñez lo extraviamos y llegamos a casa sin él. El tendero de barrio se convierte en un amigo y un aliado importante en la economía familiar.
Los tenderos y tenderas barranquilleras son en su mayoría de origen santandereano, una pequeña porción paisa y un porcentaje muy mínimo de origen barranquillero.
Esto se debe a una gran migración en la época de la violencia en Colombia, donde los santandereanos abandonaron sus tierras para salvaguardar su vida y encontraron acogida en la costa atlántica, allí vieron en las tiendas de barrio lo oportunidad de empezar una nueva vida y crecer económicamente, desplazando la colonia china que en ese momento dominaba este sector; cabe aclarar que eran negocios mucho más básicos con un surtido muy reducido y poco organizada.
Al tener un gran éxito los migrantes trajeron a sus familias y amigos, inicialmente les brindaron trabajo y luego ellos se independizaban, formando sus propios negocios.
Al pasar del tiempo muchos santandereanos crecieron económicamente y regresaron a sus tierras, pero la gran mayoría, adoptados por esta hermosa cultura se quedaron y echaron raíces, crearon empresas en muchos sectores y tuvieron una descendencia hoy orgullosamente barranquillera.
La gran migración interna en Colombia se hizo mucho más marcada paralelamente a la segunda ola de migración histórica del país que según la cancillería colombiana se dio en la década de los 80 hacia Venezuela.
Indiscutiblemente, las tiendas de barrio son la plataforma número 1 de distribución de productos básicos a los hogares barranquilleros, pero a través del tiempo se han visto amenazados y han cedido un porcentaje del mercado.
Hace dos o tres décadas llegaron a tener el 75% de participación del sector tradicional y el crecimiento económico y comercial era acelerado para los tenderos emprendedores, pero empezaron a llegar las amenazas; inicialmente los hipermercados, después de un tiempo los almacenes de cadena con sus nuevos formatos y en los últimos años las tiendas de descuento; a esto le sumamos el rápido avance tecnológico y la falta de actualización y cambio de los comerciantes ante todo este fenómeno.
Sin embargo, en un informe de Tienda Registrada publicado por la revista Portafolio en 2019, nos muestra que las tiendas de barrio representan el 52% del mercado de consumo masivo, manteniendo con esto un gran liderazgo en el sector y siendo el verdadero dinamizador de la economía, no solo local, sino nacional, y siendo realmente efectiva en la producción de empleos; mientras que en una tienda se generan dos empleos en 13 m2, los almacenes de descuento generan siete u ocho en 300 m2.
A pesar de lo mencionado, las tiendas de barrio tienen la solución en sus manos y con la asesoría y disposición necesaria pueden pasar de ser individualmente cola de ratón a colectivamente en cabeza de León.
Primero se organiza la casa; de esta forma deben reorganizar su negocio, capacitarse en administración, manejo de inventarios, almacenamiento, mercadeo, marketing digital, entre otros y convertir su emprendimiento en un lugar más atractivo y organizado: “en el centro de adquisición de productos y servicios del barrio”. Al tener un negocio organizado tendrán un más rápido y efectivo acceso al sector bancario.
Ante la gran competencia de precios, deben formarse en cooperativismo, fortalecer su agremiación para comprar en conjunto y obtener de esta forma los mejores precios y ofertas que podrán transmitir al cliente final.
Hay muchas empresas que hoy son líderes del sector de consumo masivo gracias a las tiendas de barrio, pero que no han apoyado al pequeño comerciante en todo este proceso y por el contrario han entregado un gran respaldo a los “Hard Discount”, sin embargo, al momento de agremiarse y realizar compras en bloque, las condiciones para los tenderos de barrio cambiarán.
Dentro de estas situaciones que no solo han afectado al tendero en Barranquilla y su área metropolitana, sino, a nivel nacional, se suman las normativas locales y nacionales.
Aunque a la fecha de hoy, según Orlando Jiménez, presidente de Undeco, han logrado avanzar en la interpretación y aplicación del Código de policía, el sector ha tenido un largo proceso, ya que muchos comerciantes sufrieron multas, cierres temporales y otros definitivos por temas relacionados con horario, uso de terrazas, expendio de determinados productos y una larga lista que llevó a menguar en cierto modo este gremio en la ciudad.
Una gran amenaza que ha afectado a estos pequeños comerciantes en la ciudad de Barranquilla y su área metropolitana en los últimos dos años, ha sido la extorsión. Lo que empezó con llamadas intimidantes desde las cárceles, se convirtió en visitas extorsivas y ataques a los negocios, qué en algunos casos, ha dejado heridos, víctimas fatales y daños materiales.
Los delincuentes piden altas sumas de dinero a cambio de no atentar contra los comerciantes, sus familias y sus negocios. Esto llevó a muchos tenderos a mal vender sus negocios y propiedades y salir huyendo de la ciudad.
A raíz de la difícil situación vivida, los comerciantes organizaron una mancha el pasado mes de febrero a la cual acudieron más de 10000 personas, está manifestación incluyó el cierre de los negocios, teniendo un efecto positivo al recibir apoyo nacional para las autoridades locales y dar golpes certeros a la delincuencia que han bajado los índices de extorsión y dan un parte de tranquilidad.
Según cifras de la Policía Nacional, desde septiembre del 2021 a febrero del 2022 capturaron 252 delincuentes, realizaron 65 allanamientos desmantelando bandas e incautando armas de fuego.
Gracias a esto el comerciante ha perdido el miedo a denunciar y ayuda a hacer un mejor trabajo por parte de las autoridades; un excelente ejemplo de que trabajando conjuntamente civiles y autoridades, se logran grandes cosas.
Las nuevas generaciones de tenderos han traído consigo una percepción diferente de los negocios que lleva a cierto mejoramiento en aspectos económicos, laborales y humanos; sin embargo, al consultar un número significativo de comerciantes, les preocupa que sus hijos no desean seguir con el negocio familiar, no lo ven como una opción laboral.
Tal vez por ser testigos del gran sacrificio de sus padres de trabajar más de 14 horas diarias en algunos casos. Otros tenderos también cuentan sus casos particulares en los que sus hijos al terminar sus diferentes carreras universitarias han probado laborando en diferentes empresas y al no estar conformes con los salarios recibidos vuelven a tomar las riendas del negocio.
Tal vez lo indicado sea una mezcla de todos los conceptos, ya que los experimentados y laboriosos padres han forjado un futuro familiar gracias a su negocio; pero ahora el reto para estas nuevas generaciones es utilizar toda esa preparación académica y nuevos conocimientos adquiridos para transformar las tiendas, hacerlas más rentables, organizarlas y controlarlas adecuadamente para tener una mejor calidad de vida y dedicar tiempo a su vida personal y su familia.
Otro gran reto para estos tenderos milenials y de la generación Z, es el mejoramiento de las condiciones laborales para sus empleados, que al igual que sus jefes soportan largas jornadas de trabajo y en la mayoría de casos no cuentan con las prebendas mínimas legales.
Las tiendas de barrio están en el momento de la transformación, en convertirse en negocios rentables y competitivos, capaces de poner las condiciones en un sector en el cual tienen más del 50% de participación y dar el ejemplo al país desde su hermosa “Barranquilla la ciudad de las oportunidades "
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