Ya es normal pagar caro para llegar tarde a cualquier lado con Avianca. Son ya 6 viajes domésticos consecutivos en los que he tenido que presenciar (y soportar) la incapacidad de los funcionarios de Avianca para cumplir con los horarios y compromisos. No he pagado menos de 500.000 pesos por tiquete y no he llegado a tiempo a mi destino ni una sola vez en los últimos viajes. Los precios nunca habían estado tan altos y el nivel de cumplimiento de horarios nunca había sido tan bajo.
Para mí, se ha vuelto rutinario recibir el bono de alimentación que otorga la aerolínea para compensar las 2 horas de retraso que suelen tener casi todos los vuelos a Cali, Barranquilla y Bogotá. Eso sí, si el vuelo está retrasado solo una hora y cincuenta minutos, los pasajeros se olvidan de este bono de 20.000 pesos.
Las excusas son siempre las misma: condiciones meteorológicas complicadas, cierres parciales de aeropuertos por el clima, retrasos de aeronaves en vuelos previos, etc. Dicen lo que sea, pero nunca que la culpa es de ellos. Cuando todo el mundo sabe que la verdadera causa de esta problemática, que le hace perder horas de su vida a miles de colombianos, es el pleito inacabable de los directivos de la aerolínea con los pilotos. Los vuelos se cancelan porque no hay quien los vuele. Más de 100 pilotos fueron despedidos en los últimos meses y, aproximadamente, 50 más han decidido irse.
Pero, peor que los precios y las excusas, es la actitud de los funcionarios. Ellos reaccionan como si no se merecieran el descontento de los pasajeros. Como si nosotros no tuviéramos derecho a alterarnos por perder la mitad de la mañana o de la tarde esperando en una sala de embarque.
Una vez vi un par de azafatas, de esas que atienden en los counters, mirarse entre sí con cara de desdén, fastidio y un toque de burla ante los gritos de una mujer a quien le sobrevendieron el tiquete a último minuto. Le decían que se calmara, que la iban a meter en el próximo vuelo, que ella igual iba a viajar, entonces que tuviera paciencia que solo tenía que esperar un par de horas más. Como si la culpa hubiese sido solo de ella por no haber podido hacer el Check In con anterioridad.
Y ojalá la demora solo fuera en el despegue de las aeronaves. La llegada del avión, el parqueo de este y el desembarque de los pasajeros se está demorando más de lo normal. Con el traslado de todas las operaciones de Avianca del puente aéreo al Dorado, hay demasiados aviones y pocas puertas de embarque y desembarque. Eso quiere decir que el avión, una vez aterrizado, pasará un buen tiempo esperando asignación de lugar de parqueo y, lo más probable, es que sea en los slots desarticulados que tienen que ser atendidos por los buses de la compañía para llevar a los pasajeros del avión a las instalaciones del aeropuerto. ¿Por qué decidieron trasladar todas las operaciones al Dorado? Nadie sabe.
De las ultimas 6 veces que he llegado a Bogotá, en 4 me ha tocado, después de viajar en vuelos retrasados, montarme en uno de esos transmilenios de Avianca, repletos de pasajeros incomodos, cansados e inconformes. De hecho, en mi ultimo viaje de Cali a Bogotá, el tiempo de espera para asignación de parqueo y posterior desembarque en bus del avión fue mayor que el mismísimo tiempo de vuelo.
La crisis es un hecho. Se ve en los precios, en la calidad del servicio y en el posicionamiento de la aerolínea en el mercado nacional. Sin embargo, es incoherente que seamos nosotros, los pasajeros, los principales afectados por la insatisfacción de los funcionarios y la negligencia de los directivos de una compañía cuyo lema es “Hacemos todo para enamorarte”.
*Nombre cambiado a petición de la persona.