“En mi mesa solo comerán los que conmigo pasaron hambre y nunca se me doblaron cuando en algún momento dado de la vida pasé por un mal tiempo”, cita la leyenda que contiene la fotografía de Pablo Escobar. Esta fue la imagen que hace unos días colgó en Instagram el lateral izquierdo argentino, subcampeón del mundo en Brasil 2014, Marcos Rojo. Un hecho que demuestra la repercusión que, durante el último tiempo, ha tenido la imagen del zar del narcotráfico colombiano en el país del sur del continente.
Y es que no solamente el defensor que juega en el Manchester United se ha "Escobarizado" en este país. Debido a que el año pasado en la Argentina se presentó la serie "El Patrón del Mal", se ha convertido en un personaje célebre el criminal potenciado por la prensa mundial. No hay un lugar donde no se hable de Escobar. Desde Misiones (una provincia al noreste argentino) hasta Río Gallegos (ciudad al sur del país) todos los habitantes de la Argentina, ahora, creen que saben todo acerca de la vida del miserable paisa. Y es que hasta uno de los guardaespaldas de Escobar es famoso en este país. Dudo que alguien en la Argentina no haya escuchado la canción de Los Redondos que dice: "Me matan, Limón. ¡Hijueputas!, Limón."
Pero ¿Por qué tanta exposición de la vida del capo en la República Argentina? Simple. Acá está, hace años, instalado el desgraciado negocio del narcotráfico y muchos temen que el país donde nació Maradona termine contra las cuerdas, tal y como sucedió con el nuestro en las décadas del 80 y 90. Rosario es la Medellín de Argentina. Una 'bolsa' de cocaína es más fácil de conseguir en Buenos Aires que una remera de Boca Juniors o River Plate. Argentina es un país inundado de polvo blanco y, por eso, se pretende mostrar como espejo a Colombia, buscando que no se vayan a cometer los mismos errores que se cometieron allá.
Los colombianos que estamos radicados acá, sinceramente, estamos cansados de dar clases de historia en reuniones con amigos y compañeros de clases o trabajo. "¿Vos sos colombiano?, décime cómo era todo el tema de Escobar allá", es lo que usualmente dice un argentino al escuchar nuestra inconfundible acento. La mala patria que nos ha exiliado, por una u otra causa, nos sigue persiguiendo. El peso histórico de ser colombiano sigue, y es cada vez más fuerte, en la espalda de miles de jóvenes que estamos en este país haciendo las cosas bien. De los que las hacen mal, indudablemente, es mejor no hablar. Todos sabemos que Colombia, además de café, se ha especializado en exportar delincuentes hace poco más de 4 décadas.
El hijo de Escobar, Juan Pablo, aparece al menos 3 veces por semana en los mediocres canales de televisión argentinos. La voz del "Indio" Solari suena en la radio con frecuencia entonando el tema que habla de Pablo Escobar y su perro fiel. Los colombianos seguimos contando, en muchos casos de forma errada, la historia de nuestro país. Y unos pocos (como el hijo del delincuente en cuestión) siguen llenando sus bolsillos con la imagen del segundo criminal más grande de la historia de Colombia. El primero, sin temor a equivocarme, ha sido Álvaro Uribe Vélez.
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