Hoy quiero que me regalen 10 minutos de su tiempo o tal vez 15, si aún no logro convencerlos, en los que les voy a contar una de las maneras para transformar su vida, tener mejores condiciones económicas y lograr convertir sus sueños en realidad. ¿Creen que no lo pueden conseguir? Las experiencias de los clientes zafiro o rubí (o el diamante que más les guste) seguramente van a lograr que piensen "este negocio es para mí", "si él pudo, ¿por qué yo no?". No pueden dejar pasar la oportunidad de vincularse con el negocio del siglo XXI, porque si tú no te vinculas, yo no voy a poder ganar mi dinero.
Las primeras veces que caes en el juego de las empresas multinivel es porque alguno de esos familiares, “amigos” o conocidos te invitan a una de las reuniones de su secta, con el mismo objetivo de los vendedores: proyectarte el ideal de vida perfecto que puedes tener si entras al negocio. Buenas condiciones laborales, un proyecto de vida en el que vas a ganar más que si eres un empleado del común, el vídeo de algún famoso que apoya la causa, y lo mejor de todo, que puedes decirles a las personas de tu círculo cercano que sean vendedores, para que también logren esta vida de ensueño y felicidad. Así todos van a ganar.
Es esta la manera como el mercadeo multinivel logra captar adeptos, clientes, y a fin de cuentas fuentes de dinero, porque si bien te dicen que el negocio funciona por los productos que compras/vendes, la realidad es que lo que te va a dar grandes flujos de dinero es vincular a más y más personas. Y esto trae costos.
Si bien son muchos los casos de personas que han logrado tener buenos réditos de esto, el porcentaje es ínfimo en comparación con los que lo han intentado. Aquel que consigue triunfar una de las cosas que no te cuenta es que tuvo que engañar a muchos en el camino, porque en un negocio como este alguien tiene que perder.
Hace unos meses John Oliver, presentador de televisión y actor, realizaba un fuerte ataque en su programa de televisión a las grandes empresas de este sector como Herbalife. Uno de sus puntos de crítica era la forma cómo han entrado al mercado de los latinos en Estados Unidos, y ahí han encontrado uno de los nichos de compra más grande. Pues bueno, esto no solo se quedó en Estados Unidos. Y si venimos a ver, Latinoamérica ha sido uno de los grandes mercados para estas empresas.
El caso en Colombia es interesante. Hay algunas regulaciones legislativas como la ley 1700 de 2013 y el decreto 024 del 12 de enero de 2016, que buscaban regularlas, pero, como muchas cosas en este país, eso parece haber quedado en letra muerta. El objetivo de la ley es velar por “la buena fe”, la defensa de los derechos de las personas que participen en la venta y distribución de los bienes o servicios que se comercializan bajo este método y de los consumidores que los adquieran; la protección del ahorro del público y, en general, la defensa del interés público. No sé ustedes, pero si me dicen que para que yo gane más dinero tengo que convencer a algunas personas de que compren más productos, y que a su vez estos compren más, sin importar si los venden, los usan o lo que sea, ahí queda la buena fe.
Además, los canales tecnológicos han abierto una nueva vía para que personas inescrupulosas tengan la posibilidad de estafar bajo este modelo. Les explico: los populares bitcoins, si bien tiene atribuciones que pueden ser interesantes a futuro, se encuentran en un espectro tan grande que no son regulados bajo ningún aspecto, así que alguien puede prometer altos desempeños por pequeñas inversiones, y luego simplemente desaparecer.
No se puede desconocer que hay personas exitosas en estos negocios, que seguramente se apegan a la legalidad y han trabajado duro por lo suyo. Estudios realizados en el país afirman que se puede llegar a ganar entre 2 y 5 millones vendiendo estos productos, pero son muchos los que han perdido ahorros, han hipotecado sus bienes, etc, y lo único que consiguieron fueron deudas, acumulando una cantidad de productos invendibles e inservibles. Así que alguna regulación estatal seria o una campaña pedagógica, puede evitar que siga el desangramiento del siglo XXI.