Con motivo de los paros y las protestas que se presentan en el país desde el 28 de abril, hay recordar al genocida marxista ruso Vladímir Ilich Uliánov (alias Lenin), quien manifestaba que había que incrementar el sufrimiento de las masas en grado sumo para que existiera una situación revolucionaria hacia la toma del poder. Y eso no está muy lejos de lo que sucede en Colombia actualmente con los bloqueos que buscan la hambruna de la población y los ataques por parte de terroristas a las misiones médicas que han causado víctimas mortales, entre otros actos salvajes que constituyen crímenes de lesa humanidad que no prescriben ni son indultables de acuerdo a la Corte Penal Internacional. Indiscutiblemente, las fuerzas totalitarias que aspiran a establecer una dictadura tienen como estrategia el empobrecimiento absoluto de todos los colombianos.
Si en Colombia hay elecciones en el 2022 y se llega a materializar un gobierno de transición que propone algunos sectores de la llamada izquierda, se estaría entrando en un bloque de poder hegemónico comunista que indudablemente conduciría a la nación a una esclavitud política similar a Venezuela o Cuba. Para ello no solamente se cuenta con candidatos abiertamente marxistas-leninistas, sino que además las fuerzas totalitarias tienen aspirantes solapados a la presidencia de la república que aparecen como progresistas o alternativos, pero que sus colectividades políticas están afiliadas al comunista Foro de São Paulo o tienen el respaldo de partidos cuya membresía está en ese bodrio.
El comunista italiano Antonio Gramsci (1891-1937) diseñó de forma pérfida, lo que ha sido en las últimas ocho décadas el engendro marxista-leninista, sin olvidar que la susodicha doctrina se convirtió en la organización criminal más grande que conoce la humanidad en todos los tiempos, y Gramsci para completar ese marco de espanto revolvió al marxismo con el maquiavelismo, buscando la perpetuidad del partido en el poder, para crear camarillas que mediante la mentira y la violencia nunca entregan el manejo del Estado, a no ser con levantamientos populares como ocurrió con la caída del muro de Berlín.
La nomenclatura parásita comunista que se instaura en la dirección del Estado cuando conquista el poder, antes y después de lograr sus objetivos burocráticos tiene un comportamiento irracional, buscando ganarse mediante un discurso miserabilista a los sectores mas ignorantes y atrasados de la sociedad, y así alcanzar la hegemonía en el plano político, económico, social y cultural teniendo como base para sus abyectos fines la enajenación y el adocenamiento de las masas.
Para que la secta marxista-leninista tenga existo no importa que su teoría sea criminal e inescrupulosa, pues lo mas importan es que se cumpla en la práctica, por ello como decía Marx “los obreros no deben de tener ideología, sino conciencia de clase”, eso para que se comporten como un rebaño y puedan ser fácilmente manipulados por la élite del partido y así construir la dictadura eterna, en donde las llamadas clases subordinadas son utilizadas de masa de maniobra para consolidar el poder del partido.
Según Gramsci, la conquista de la hegemonía es un proceso, que se vuelve constante en donde la cultura juega un papel preponderante, además el partido se convierte en el Príncipe moderno de Nicolás de Maquiavelo, siendo lo fundamental la apología a la violencia y al engaño, y para eso el partido se organiza de arriba hacia abajo, lo que se conoce en el marxismo-leninismo como el “centralismo democrático” y que también lo enseñó el sátrapa de Lenin en su escrito de 1904 Un paso adelante dos atrás, demostrándose el carácter burocrático y atroz del leninismo.
Por eso en el conflicto político militar que ha sufrido Colombia a lo largo de 57 años, los jefes del partido comunista y los cabecillas de las Farc y el Eln se burlaban de la neutralidad que argumentaban diferentes sectores en el país, como si los seres humanos fueran unos imbéciles que solo pueden pensar en dos opciones que son el capitalismo y el socialismo, cuando el razonamiento lleva a tener muchas maneras de concebir el mundo, pero para los marxistas los ciudadanos son simples herramientas que no tienen el sagrado derecho a pensar y, que se usan para satisfacer los apetitos de la burocracia del partido.
Las teorías de Gramsci han tenido sus conspicuos seguidores dentro de la aberración comunista totalitaria, y se cree que Mao Zedong, las aplicó rigurosamente en la China conjuntamente con su camarilla, lo cual produjo cerca de 82 millones de asesinatos durante la colectivización y la revolución cultural; el tirano Fidel Castro en Cuba también fue alumno aventajado de Gramsci, pues sus métodos perversos eran fiel copia de las orientaciones del comunista italiano.
Hugo Chávez en Venezuela dio claras muestras de su admiración por Gramsci y por ello creó bandas armadas llamadas colectivos (muy parecidos a los que en Colombia siembran el terror por estos días, con la excusa del paro) dizque para defender la revolución, pero el epígono más destacado de Gramsci dentro de la fauna marxista, podría ser el genocida de Camboya en la década de los setenta del siglo pasado llamado Pol Pot, quien mató a 3 millones de camboyanos siguiendo la consigna “pensar y leer es contra-revolucionario”. Y así personajes siniestros y tristemente célebres del comunismo totalitario han sido los fervientes seguidores del esquematismo gramsciano.
El bloque histórico planteado por Gramsci es un revuelto, sin importar la cantidad, en donde también se incluyen a grupos de distraídos, eclécticos e irresolutos que se puedan alienar, para que el partido los dirija y así buscar la hegemonía del Estado reteniéndola para siempre, siguiendo una táctica de desgaste en contra del enemigo o “guerra de posiciones”, para ello no hay necesidad de tener en cuenta la voluntad popular, ni a las mayorías nacionales, ni tampoco los resultados electorales, mucho menos a la democracia que se utiliza de acuerdo a las condiciones o se repudia si no conviene
Por su rezago ideológico y falta de discernimiento Latinoamérica ha tenido que soportar la aplicación de los métodos de Gramsci, que expresan las intenciones torvas de la secta marxista-leninista, por ello después de la caída del muro de Berlín Fidel Castro junto a Lula da Silva fundó el Foro de São Paulo en 1990. Hugo Chávez montó el socialismo del siglo XXI utilizando y ultrajando la memoria del libertador. Evo Morales de forma engañosa usó al indigenismo. Hoy la mamertería pretende crear su bloque hegemónico de poder para llevar a Colombia a la degradación y el envilecimiento con una dictadura violenta por los siglos de los siglos, porque no importa el disfraz que use el comunismo totalitario, puesto que los resultados para los pueblos son los mismos, mediante sufrimientos, como el hambre, la miseria y la muerte. La antítesis del hegemonismo es la democracia.