Una agua de panela que rehabilita 'indigentes'

Una agua de panela que rehabilita 'indigentes'

Empezaron con un vaso y ahora los ayudan a salir de la calle

Por: Iván Darío Madrigal
octubre 20, 2014
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Una agua de panela que rehabilita 'indigentes'

Sábado 23 de Agosto. Lugar: Granja carrera 77. Es un día despejado y caluroso. Estefanía Guevara, o Tefa como sus amigos le dicen, espera el alimentador que la lleve directo a la casa de su novio, la cual se ubica en el barrio Serena, cerca al barrio Minuto de Dios; la aparición del transporte no se hace esperar y el viaje comienza.

Después de que el alimentador ha llegado a la quinta parada, Estefanía desciende y camina las dos cuadras que separan la carrera 90 de la casa de su novio, al llegar es esperada por su cuñada Tatiana y Chester, un Golden Retriever de 6 años de edad. Después de un laborioso día se cambia de ropa para descansar más y sentirse más cómoda.

Lo siguiente en su rutina es buscar algo de comer, pues la prisa de la mañana se hizo sentir y un estómago vacío no es de mucha ayuda para lo que se llevará a cabo en unas pocas horas.

Siendo las 11 de la mañana y con las mujeres de la casa, es decir, su cuñada y su suegra, procede a ayudar a preparar más de 70 almuerzos ricos en vitaminas, pues estos constan de la tradicional pasta con albóndigas o pasta con salchicha, pan y agua panela. Para algunos será algo simple y casual, pero no para las más de 70 personas que los comerán.

El proceso es simple, cocinar en dos ollas muy grandes los dos tipos de pasta con sus respectivas carnes (salchichas - carne molida), después de una buena cocción dispóngase a servir, sirva la cantidad de pasta que desee, agregue el pan, llévelo a la mesa de su ayudante que en este caso es Estefanía y dejé que ella termine el proceso. Tefa reúne los platos de icopor ya servidos, expande el vinipel sobre la mesa y lo corta de tal manera que quepa un plato por corte, después de esto se envuelve y se guarda en una caja de cartón.

2 - Una agua de panela que rehabilita 'indigentes'

Pero se preguntarán entonces ¿Por qué nuestra protagonista realiza todo esto? Lo mismo se preguntó Tatiana Lemus, cuñada de Estefanía y hermana de Gilberto Lemus, el día que su hermano decidió contarles que quería salir al centro de la ciudad a repartir pan con agua panela –algo extraño para la mayoría de personas, pero no para él- a todos los habitantes de calle que encontrara en su camino.

Con esta idea que nace en el mes de Diciembre del 2012 Gilberto Lemus da inició a su propia revolución, la “Revolución de la panela”, y gracias a su banda y a la escena donde se mueve fue bueno el apoyo que esta práctica recibió, haciendo que varios jóvenes, amigos y familiares se unieran a la causa y aportaran alimentos, ropa y muchas más para los más necesitados.

A pesar de que en su primera salida no repartiera mucho, logró que todo mejorara y que meses después pudiera establecer un lugar a donde llegar y entregar todo lo recolectado y lo preparado, así pues escogió San Victorino, un lugar donde se puede encontrar desde las últimas zapatillas de moda hasta las zapatillas de hace 10 años que son utilizadas por los habitantes que llevan esos o más años en la calle.

De esta forma Gilberto Lemus se hizo acreedor de una fama dentro de su tribu urbana y en la calle, pues como cuenta su hermana: “un día fui a repartir los alimentos y un señor me dijo que donde estaba el calvito, y claro el calvito era mi hermano, era Beto”

Desde finales del 2012 hasta hoy, la “Revolución de la panela” ha entregado más de mil almuerzos a los habitantes de calle, y el 23 de agosto fue una de esas entregas, después de haber terminado de empacar los almuerzos en la caja y el agua panela en los termos, es hora de salir al centro de la ciudad en un pequeño taxi que lleva a Estefanía y a Tatiana directo al CAI de San Victorino donde amigos y familiares las esperan.

3 - Una agua de panela que rehabilita 'indigentes'

Al llegar y descender del taxi con todas las cosas que traían, sus amigos y familiares organizan todo para empezar con la entrega de comida y de ropa. En menos de un minuto ya hay una fila de tres personas que esperan su comida y que son atendidos gentilmente, pero inesperadamente estos tres se convierten en ocho, después en 15, salen hombres de toda parte, llegan corriendo, llegan despacio porque su edad así lo requiere, llegan con sus cartones y sus plásticos para reciclar y vender, llegan son la ropa rota y sus zapatillas que eran moda hace 10 años totalmente sucias, llegan en una estampida por recibir un poco de comida que les sabe a paraíso, llegan hombres de otras tierras proclamando en otras lenguas el agradecimiento a sus “salvadores”, llegan con las manos vacías y salen con dos platos de comida y al avanzar ciertos metros recuerdan el agua panela y se devuelven por ella, llegan con un alambre dulce con el cual se rebuscan el dinero para comer y quizás para obtener aquella sustancia que los lleva a otro mundo.

En menos de 15 minutos se acaban los platos y lo único que queda son algunos panes y vasos de agua panela, los cuales son repartidos entre los desafortunados que llegaron tarde, a pesar de esto lo reciben con una sonrisa de oreja a oreja. Un policía se acerca a las chicas y les comenta que por más buena que sea la causa deben limpiar los platos y los vasos que los habitantes de calle hayan dejado por los alrededores. Mientras esto sucede un hombre al que llamaremos “artesano” come y dice que tiene un juego para todos los presentes.

El artesano, un hombre de 28 años de edad, quién desde los 8 está en la calle, lleva aproximadamente cinco o más metros enrollados en su pecho y lleva una pinza en su mano con la que le da forma a sus pequeñas y simples esculturas, dice que en las calles de San Victorino se puede encontrar desde personas que nunca tuvieron nada, personas extranjeras, personas que lo tuvieron todo y lo perdieron, personas que fueron hijos de papi y de mami, universitarios, grandes profesionales, cualquier historia está acá.

4 - Una agua de panela que rehabilita 'indigentes'

Mientras el artesano sigue haciendo su figura en alambre y todos están concentrados en como lo hace, él continua hablando: “a mi parecer lo que ustedes hacen es muy bueno, eso demuestra que somos humanos, como dice la biblia – dale de comer al hambriento”, incluso da respuesta a la pregunta de cómo ayudar a una persona que ha caído en el consumo drogas: “En cada familia colombiana hay por lo menos un drogadicto, sea droga legal como el alcohol aunque los guayabos pa mí ya son una boleta, o droga no tan legal; no hay que obligarlo a rehabilitarse”

Después de unos 10 minutos el juego está listo y reta a los jóvenes a resolverlo y consiste básicamente en sacar un muñequito por medio de varios alambres. Al finalizar esto se despide y se va, mientras que la Revolución de la panela hace lo mismo.

Todos salen caminando hacia la plaza de bolívar, lo que implica tener que pasar por cualquier cantidad de locales ofreciendo piñatas y accesorios, ropa, comida, jugos, cualquier cosa de las que hace que San Victorino sea un lugar muy comercial.

Ya en la plaza de bolívar Tatiana y Estefanía se sientan un momento a descansar y a hablar sobre lo sucedido. Después de un buen rato deciden recordar a Beto (Gilberto Lemus) y le agradecen por las enseñanzas que les dejó a cada una, por dejar un legado el cual seguir, que aparte de él nuevas personas están llevando la música al ámbito social y que a pesar de su muerte su idea sigue viva en ellas, su revolución sigue en pie, porque esto conocido como “La Revolución de la Panela” es más que música.

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