Del señor presidente de la república doctor Juan Manuel Santos Calderón pueden decirse muchas cosas. Y se dicen, y otras se callan por simple respeto. O en ciertos medios se guarda silencio no vaya a ser que alguien se ofenda.
Hay quien diría que es un chisgarabís. Y bien, eso le ocurre por meterse en camisa de once varas. Si fuese un humilde concejal o un desconocido diputado, salvo una investigación penal que nunca pasa a mayores y uno que otro grito en plenaria, pues nadie se acordaría de su persona y sería capaz de atravesar la plaza principal sin que nadie lo reconozca ni pregunte por esos billones inquietos en su cuenta corriente. Pero no, el señor presidente de la república doctor Juan Manuel Santos Calderón decidió en su vida apostar de una por el premio mayor, la presidencia, sin jamás haber antes sometido su nombre al escarnio público. No fue ni concejal ni senador y entró de una a las ligas mayores.
De haberse quedado de casi anónimo articulista en El Tiempo bajo la máscara de la segunda vía, tal vez el máximo regaño que le metan será del cuñado Pombo por presentar su artículo tan tardío, o con demasiadas faltas o sin título. Y Titina o Tutina le echaría la vaciada un viernes en la noche. Pero pare de contar.
Pero por meterse el señor presidente de la república doctor Juan Manuel Santos Calderón en arenas resbalosas, es que hay quien pueda decir de él lo que a bien tenga, sin filtros ni censuras, con bases o sin bases, y ahí sí agradecemos que no estamos en Venezuela.
Y por ello le pueden decir, como se ha expresado, chisgarabís, que suena a extraña palabra decimonónica. O blablablá, ya que al parecer del discurso veintejuliero no pasa. O que el señor presidente de la república doctor Juan Manuel Santos Calderón ya es la tapa, que a un país sucio y corrupto per se, con sus instituciones débiles y endebles, permeables a la suciedad, dejamos que sea conducido por un tipo que, con tal de seguir en la fiesta, unta de dineros públicos todo para que todos queden medio contentos, y si el político de donde sea necesita mil millones, pues ahí va su mermelada, convirtiendo a ese país en más sucio aún, en caso de ser posible. Y parece que sí es posible, que más corrupto sí se puede ser, y no hay sino que mirar a los lados, México o Nicaragua, para citar dos ejemplos fáciles y constatar que más abajo sí se puede caer.
Y también puede decirse que es un viajero más consumado de aquel presidente que pretendió someter al país en un límite de corrupción acorde a sus justas proporciones. Aquel presidente erró en los temas de corrupción, como todos, y a ese le criticaron su viajadera permanente.
Pero, digo yo, si no hacen un carajo diferente a dejar que pase el tiempo, ¿por qué demonios no pueden echarse su paseíto por las Europas a que lo reconozcan, a que se eche su discursito en Oslo a ver si cuaja eso del Nobel de Paz, que uno nunca sabe. Si se lo dieron a Obama y hoy Irak es una de las cunas de la inestabilidad, porqué no dárselo a este que tiene pinta de ajedrecista y ha logrado vender que ya estamos en el posconflicto cuando estamos en la mitad de una guerra ciega.
Y por eso yo voto para que el señor presidente de la república doctor Juan Manuel Santos Calderón siga viajando, con todos sus ministros y los asesores y los guías espirituales, y que vaya a Roma otra vez, si el papa no viene, pues uno va y ya. Y que vaya a China a hacer otro negocito de esos que dan miles de millones y perjudica a un poco de pendejos acá (¿a quién se le ocurre fabricar telas o botones si en China las hacen a mitad de precio?), y tal vez al entrar a un baño por allá se equivoca de salida y se nos pierde el señor presidente de la república doctor Juan Manuel Santos Calderón.
Perderíamos. Elegiríamos a un nuevo señor presidente dando fe a aquella máxima que dice que Colombia tiene la particularidad de tener cada vez un presidente peor que el anterior.
Y hablando de…
Y hablando de absurdos, inquieta bastante volver a leer el listado largo de entidades corruptas y resaltar en amarillo que nuevamente siguen siendo las mismas.