Esta semana se conoció que Emilio Tapia, quien podría ser el cerebro tras la creación de Centros Poblados para el desfalco determinado por MinTIC, se quería hacer a una finca con pesebrear en Llanogrande, justo el mismo sitio en el que habita Álvaro Uribe, que pretende dirigir los hilos del poder desde su terruño.
Entre los detalles que se conocieron del interés de Tapia es que quería una finca pesebrera y espacio para escoltas, bien hubiese podido ser la misma finca de los Uribe, que tiene exactamente las mismas características.
Y aunque se ha querido mencionar que se aproximaba un desfalco a Medellín, los indicios y la historia que no olvidan los colombianos ha estado ligada a la familia del excongresistas y líder del Centro Democrático. Se trata de los escándalos de Odebrecht, el carrusel de la contratación de los Nule y ahora lo que sucedió con MinTIC, aunque no directamente con ellos, como en los otros dos episodios, sí muy ligado al gobierno que Uribe maneja como un teatro de marionetas.
Además de que Katia Nule está casada con Álex Char, del clan Char, los Nule también fueron beneficiarios de Agro Ingreso Seguro de Andrés Felipe Arias, el ministro favorito y honorable de Álvaro Uribe. El padre de los Nule recibió 279 millones de pesos de este subsidio que buscaba ubicar a Arias como un sólido candidato de empresarios a la presidencia en 2008.
Como es conocido, los Nule se reunieron en dos ocasiones con Tomás Uribe, una en Panamá y otra en la oficina de Jaime Granados, el tradicional abogado de Álvaro Uribe; es decir, también los une la estrategia judicial.
En cuanto al escándalo de Odebrecht, las reuniones con los Uribe y el candidato de Uribe, Zuluaga, no fueron pocas, y tampoco sin ninguna intención oscura. Néstor Humberto Martínez, superministro de Santos, se reunió con Uribe para intentar lanzar su campaña a la presidencia. Martínez, otro de los cercanos del uribismo, fue determinante en garantizar la impunidad en el escándalo de corrupción de mayor trascendencia en América Latina.
Zuluaga, el candidato del uribismo, habría recibido un fuerte soborno por parte de Odebrecht para asegurar los negocios en caso de ganar las elecciones, soborno que también quedó en la impunidad recientemente, justo antes de que se definiera la precandidatura del llamado “zorro” ¿por tramposo?
Vale la pena recordar que en este escándalo de Odebrecht también fue determinante el grupo Nule, pues los objetivos en infraestructura de ese grupo eran congruentes con los de la multinacional que intentaron copar gobiernos para ganar las licitaciones sin mayores riesgos y con posibilidad de cobrar más y más por obras que se retrasaban y pedían anticipos y plazos.
En resumen, los Uribe y el uribismo, aunque lo nieguen, han estado ligados íntimamente a todas las esferas de la corrupción y el paramilitarismo en Colombia, pero han sido tan hábiles y la ciudadanía tan ingenua que han terminado pagando justos por pecadores, y la jugada les sale a dos bandas. Se lavan las manos con sus responsabilidades y terminan culpando a otros contendores políticos, como el Polo Democrático, al que le asestaron un golpe mortal con la vinculación de los Moreno al escándalo de la contratación. Dos piezas que no eran muy relevantes al hablar del país que se había tomado la corrupción Nule, Odebrecht y ahora Centros Poblados.
