'Emilia Pérez' es un intento miserable de esconder la realidad tras una falsa narrativa

'Emilia Pérez' es un intento miserable de esconder la realidad tras una falsa narrativa

La película francesa recién estrenada distorsiona la realidad, impone caprichos emocionales y falsos argumentos, que intentan tapar el sol con un dedo

Por: Juan Carlos Camacho Castellanos
enero 28, 2025
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'Emilia Pérez' es un intento miserable de esconder la realidad tras una falsa narrativa
Foto generada con IA

"¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué hermoso es todo!"

Hans Christian Andersen

Ante la verdad evidente y el sentido común y en aras del “progreso” se ha generado una “cultura” de lo políticamente correcto. Se define a la “posverdad, conocida también como mentira emotiva,” a “la distorsión de la realidad primando las emociones y las creencias personales frente a los datos objetivos”.1

Decían los abuelos desde la sabiduría ancestral y con una alta dosis de sentido común que “deseos no preñan”; desafortunadamente, y dado que la izquierda ha perdido sus argumentos de “lucha de clases” y otras premisas que se derrumbaron al caer el infame Muro de Berlín en 1989; nace como nuevo esquema de lucha el de las minorías excluidas; minorías que la izquierda recalcitrante adopta para aumentar sus menguadas cuentas de capital político.

El gran problema con este nuevo componente “ideológico” es que es un batiburrillo confuso que mezcla, entre otras cosas a Marx, Gramsci o al Che Guevara con tratados para nada científicos que justifican la hormonización y mutilación genital de niños, unas acciones bastante retrógradas que desean revivir el racismo pregonando que aún existe el dominio del hombre ario sobre los que tienen una pigmentación corporal distinta y la promulgación de leyes que imponen caprichos o deseos sobre el sentido común y la biología.

Todo esto me hace recordar el cuento de Andersen “El Nuevo Traje del Emperador” pues si uno osa decirles a los progres que “están desnudos” al rebatir con argumentos científicos toda su mezcolanza “ideológica” saltan lanza en ristre a gritar que somos “ignorantes” o que somos “intolerantes” utilizando, en algunos países, leyes que restringen la libertad de pensamiento y de expresión.

¿Recuerdan el cuento? En resumen, trata de dos estafadores que llegan a un reino donde el Rey es un ególatra recalcitrante. Los pícaros se hacen pasar por sastres y le dicen al soberano que pueden fabricar una tela tan maravillosa, tan hermosa y especial que solo pueden ver las personas sabias, como él, y que todo aquel que no pueda verla es un ignorante, un necio, un estúpido. Por supuesto que todo es mentira, dicha tela no existe, es solo la estratagema de los embaucadores para sacarle al ingenuo monarca una inmensa cantidad de dinero. El día que culminan la prenda, el Rey decide vestirla y mostrarla en un solemne desfile frente a todos los habitantes del reino.

Los dos tramposos visten con solemnidad al monarca con el “traje” y luego, sabiendo que en algún momento se puede revelar la treta, huyen de la ciudad. El Rey y todos sus cortesanos, que cautamente evitan decirle que está desnudo por temor al escarnio público o porque verían amenazados sus intereses, salen en procesión por las calles del reino mientras los súbditos atemorizados y evitando ser tomados por idiotas tampoco expresan a viva voz que el soberano avanza mostrando impúdicamente sus miserias. Todos alababan aquellas finas y maravillosas telas, veían lo que el Rey y su corte deseaban que vieran y callaban por miedo a las represalias dado que podían ser ejecutados si eran capaces de decir lo que la verdad evidente revelaba, que el Rey mostraba groseramente su trasero ante el silencio cómplice y temeroso de sus conmilitones.

Hasta que un niño en su inocencia señaló al monarca y gritó de manera estentórea “El Rey está desnudo”; y todos, ante los hechos, comprendieron que la verdad quedaba revelada, que lo que pretendían ver no existía y que por más que negaran la realidad por intereses perversos, miedo o ignorancia a la larga las evidencias resaltaban la evidencia de que el Rey se estaba paseando cual Lady Godiva frente a la multitud.

Eso es lo que está pasando hoy en día enmarcado en las reglas de la posverdad y lo políticamente correcto, aupado por una izquierda que asume cualquier causa, sea pervirtiendo a la misma, o sea una causa absurda basada en caprichos o problemas de carácter emocional, para obtener beneficios políticos. Desde la imposición de los gustos y fetiches sexuales como derechos hasta la imposición de una “cultura” bastante decadente, de mal gusto y mediocre como, por ejemplo, la última bomba fétida cinematográfica que, esperemos, no sea masivamente premiada, aunque ya lleva varios galardones en diferentes festivales, en los decaídos premios Oscar de la Academia de Cine Norteamericana; me refiere a ese bodrio infumable llamado “Emilia Pérez”.

Un narco, después de matar, destruir y desarrollar una fortuna considerable decide emascularse y comenzar a vestirse de mujer; en medio de esto y a punta de hormonas se le desarrolla un sentido de la bondad y se le despierta su lado “maternal” por lo que decide ayudar a los familiares de sus víctimas para terminar martirizado y siendo, finalmente, elevado a los altares; todo esto filmado en Francia, como un musical, sin tomar en cuenta la idiosincrasia del pueblo mexicano y, por supuesto, con un alto contenido propagandístico de esa perversa agenda progresista que pulula en los ambientes culturales del mundo.

Pero libre Dios que usted critique esa insulsa bolsa fétida de inclusión cinematográfica, porque de una vez lo tildaran de ignorante y de intolerante; por más que usted señale que ese Rey va desnudo, enseñando sus miserias, lo tildaran de falto de cultura, de homófobo o de transfóbico.

Así, los picaros “sastres” de la izquierda le dijeron a las masas ignaras o doctas que eran capaces de confeccionar un “traje” maravilloso para la sociedad y que “aquel que no lo pueda ver es un burgués ignorante y enemigo de la sociedad”. Entonces todos callaron para evitar el escarnio público o la cancelación, los fríos muros de la prisión o la labor implacable del verdugo.

Pero, y aunque su desnudez es evidente, siguen surgiendo cientos de seguidores que no entienden que la realidad es imperturbable, que la ciencia y su evidencia son inamovibles, que caprichos, deseos o imposiciones por el mero hecho de agradar a la masa no pueden ser impuestos por Ley sobre las verdades, la ciencia, el sentido común o los derechos naturales del ser humano.

Y eso que solo tome el caso de esa bomba fétida cinematográfica llamada “Emilia Pérez” que es uno de los últimos ejemplos por sobre muchos otros desastres fílmicos, bodrios literarios, nauseabundos, bazofias promovidas en las artes escénicas,  plásticas, escultóricas o deplorables manifestaciones en la música o la danza que son alabados por los intelectuales de marras, premiados en festivales, defendidos por la masa y utilizados de manera impune por los progresistas para imponer una perversa agenda que solo desea el poder por el poder mismo mientras usan la careta de sastres estafadores que le venden a la masa, temerosa de decir la verdad, un traje invisible que, cuando valientemente dejamos de callar, nos permite revelar la miseria infinita de esa ideología que cíclicamente nos mantiene en la miseria, la pobreza, la decadencia y la muerte.

1. https://www.unir.net/revista/derecho/que-es-la-posverdad/

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