Puede que en cuanto a vocabulario no exista como palabra correcta, pero el sentido todo el mundo lo entiende.
Lo contrario sucede con las ‘objeciones’ del presidente Duque: la terminología existe pero no se sabe en qué sentido o con qué propósito la usa el primer mandatario.
Lo fácil y evidente es que lo que buscaba no podía ser el éxito en el trámite que inició porque esto es un imposible.
Ante todo porque implicaría que la primacía de la Constitución como fundamento del Estado de Derecho desaparece ante razones de ‘conveniencia’; en lo que se refiere a los puntos que la Corte ya declaró inconstitucionales, en Derecho no habría lugar a pretender que por ‘conveniencia’ no se tomen así; y respecto a los que la Corte moduló lo que se estaría objetando es la sentencia y no la Ley, lo cual como figura no cabe dentro de nuestra estructura jurídica.
En cuanto a la apelación al drama de los delitos de violencia sexual y contra los niños, el vínculo aparecería en el Acto Legislativo y no en la Ley Estatutaria por lo tanto no es con una objeción a esa Ley que se puede corregir. Por lo demás -y así lo aceptan y entienden los mismos que apelan al dramatismo que esto implica- el principio de la Ley Penal hace que su aplicación solo comenzaría después de la expedición de la nueva norma, y en todo caso por el principio de favorabilidad tendrían que aceptarse las condiciones más benévolas de la ley tal cual hoy está vigente.
En lo que se refiere a los puntos que la Corte ya declaró inconstitucionales,
en Derecho no habría lugar a pretender
que por ‘conveniencia’ no se tomen así
Igual el uso demagógico del tema de la impunidad pierde el sentido jurídico: lo que obligan las normas internacionales de Derechos Humanos es que exista juicio, sentencia y castigo. El nivel del castigo no está condicionado a que satisfaga el deseo de quienes consideran ‘injusto’ que las penas sean leves. Menos cuando la naturaleza de la Justicia Transicional es restaurativa es decir, centrada en la reparación a la víctima y no en la sanción al victimario; además la prioridad de la necesidad de la Paz acepta que pueda ser equilibrada con la ‘molicie’ o falta de dureza en la Justicia.
Todo lo anterior lo saben el Dr. Duque y sus asesores, lo difícil era y sigue siendo saber qué es lo que se pretende con esa acción.
Se acepta que es congraciarse con sus electores o con su Gran Elector, puesto que la posición moderada los había alienado.
Y se ha contemplado que su objetivo sea la JEP, la cual considera -o consideran- parte de un acuerdo que no comprometió al Estado sino solo a un gobierno que ya pasó. En ese sentido eso solo sería un paso para acabar con el acuerdo mismo porque al no reconocer la existencia de un conflicto armado lo consecuente sería que solo es aceptable una rendición y no habría lugar a una Justicia Transicional acordada entre las partes enfrentadas.
Sin embargo, parece que ya pocos dudan que como dijera en su momento el jefe promotor del voto por el ‘NO’, se está repitiendo el “buscando que la gente salga a votar berraca”; esto con la expectativa de un resultado en las próximas elecciones como el del NO en el plebiscito.
Por el momento pareciera que ‘el tiro le está saliendo por la culata’, perdiendo aprobación en el ámbito internacional (el escenario donde había ganado puntos) y posiblemente consolidando mayorías en contra internamente.
En todo caso lo cierto es que si de verdad la intención -o por lo menos el deseo- del primer mandatario fuera de verdad unir a los colombianos lo menos conveniente es justamente exacerbar así los elementos que oponen a las partes.