La presencia de los embajadores y hombres de negocios en Florencia el 5 de mayo, fue recibida con la acostumbrada parafernalia de las autoridades, la Cámara de Comercio y el Comité de ganaderos del Caquetá, que no escatimaron esfuerzos para atender como príncipes a los visitantes, que se dieron un agradable paseo en medio de las zalemas que a toda hora les prodigaban, sin comprometerse en nada importante con la región, hablando en todas sus intervenciones del apoyo de sus países al postconflicto, pero evadiendo las preguntas de algunos periodistas que querían conocer sobre la efectividad de ese apoyo y alabando las riquezas naturales que asombrados alcanzaron a observar en las pocas horas que estuvieron.
Daba tristeza ver cómo los pequeños empresarios se afanaron por presentar en pocas horas, sin la debida preparación, unos stands improvisados en los cuales la crema y nata de La Unión Europea pudieron degustar los dulces de las frutas exóticas de la región, llevarse como souvenir los ponchos y sombreros ricamente decorados con motivos amazónicos, admirar los peces que en improvisados acuarios les mostraron como parte de la riqueza ictiológica, degustar pródigamente el ya famoso queso Caquetá y hasta conocer “el último ejemplar de la raza cebú caqueteño en peligro de extinción” representada en un infeliz ternerito que no entendía cómo todo el mundo lo acariciaba, le daba palmaditas y le decía un montón de cosas en una lengua extraña que nunca había escuchado.
Pero el agua iba por otros rumbos. Cuando un periodista le preguntó al embajador de Holanda, qué opinaba sobre la explotación petrolera que estaban haciendo las multinacionales en El Caquetá acabando de paso con las riquezas naturales que ellos tanto ponderaban, se limitó a decir que eso era cuestión del gobierno colombiano y que ellos no podían opinar sobre el tema, sin recordar que en su país fue suspendido el frácking y todo lo que ponga el peligro de lo que queda de sus ecosistemas.
Lo que no dijo el gobernador del Caquetá, Álvaro Pacheco Álvarez y el Presidente del Comité de Ganaderos Rafael Torrijos Rivera, en sus intervenciones ponderando al infinito “la importancia de tan transcendental e histórica visita”, es que a pesar de su aún inmensa riqueza ecológica, única en el mundo, el Caquetá está amenazado por los señoritos de escritorio de Bogotá, que entregan su subsuelo a las multinacionales del petróleo que los embajadores patrocinan, sin importarles un comino la destrucción de sus riquezas naturales y que no tienen reparos en montar los sainetes del postconflicto que sean necesarios, como estas visitas, con tal de encontrar el apoyo internacional que necesitan para sus designios; están seguros que un gol más en el arco de la entrada a la gran llanura amazónica, los pacientes caqueteños lo encajarán sin decir esta boca es mía.
Con la bandera de la Unión Europea al revés, (para que dure otro mes), y en el despacho del gobernador, algo que se considera un insulto a nivel internacional, los embajadores, consejeros y hombres de negocios visitantes, les regalaron a las cámaras lo mejor de sus inefables sonrisas, y mientras tanto el pueblo, los de a pie, los florencianos y caqueteños, con sonrisa bobalicona esperamos que como resultado de la “transcendental e histórica visita”, los ricos accionistas de las multinacionales de La Unión Europea, desistan de su empeño de continuar explotándonos por los siglos de los siglos... Amén.