La desaparición de la periodista Salud Hernández Mora y de los periodistas de RCN y Caracol en el municipio de El Tarra, son una muestra fehaciente de que el ELN está midiéndole la paciencia al Presidente Santos. Este grupo insurgente está viendo hasta dónde puede ir sin que el mandatario reaccione radicalmente y cierre los caminos para un potencial diálogo.
Así como lo analizan y manifiestan muchos comentaristas, politólogos y toda clase de expertos en el tema --en el sentido que el gobierno nacional no puede cometer los mismos errores que ha cometido en la mesa de negociaciones de La Habana con Las Farc-- así mismo los ideólogos y asesores del ELN analizan las manifiestas debilidades del Presidente y, por ende, realizan acciones descabelladas convencidos que no se les cerrarán las puertas del diálogo y que en ese diálogo podrán hacer lo que quieran sin que el gobierno nacional les ponga el freno.
El último ejemplo de debilidad gubernamental que tienen los helenos, acaba de suceder en el Caquetá, en El Pará para ser más exactos, en donde fueron asesinado varios militares por francotiradores de Las Farc, a pesar de la tregua unilateral proclamada por ese grupo subversivo, sin que el gobierno hubiera tomado medidas contundentes para castigar esos crímenes y para evitar que se repitan.
Sin que estemos de acuerdo con las declaraciones del Procurador Ordoñez en el sentido de bombardear a la guerrilla en El Pará, con las gravísimas consecuencias que eso conllevaría para un pueblo sacrificado y estigmatizado como el del Caquetá, si creemos que el gobierno debió implementar acciones más contundentes que le hubiesen permitido capturar al menos, al o a los asesinos de los soldados, dando así una muestra de fortaleza que el pueblo necesita y que las Farc hubiesen encajado como la tradicional fórmula: bueno es culantro pero no tanto.
La gran mayoría de los colombianos queremos la paz y la queremos a como dé lugar, pero no queremos una paz mancillada, una nación arrodillada ante nada ni nadie, queremos una paz concertada sin demostraciones innecesarias de fuerza, sin acciones de guerra que lleven más dolor a nuestros campos y ciudades; queremos una paz en donde en vez de cuerpos se rasguen las guitarras y en vez de gritos y explosivos el diálogo haga nido en los hogares…
Pero volviendo al meollo del asunto, podemos especular que si la periodista y sus colegas no aparecen rápido debido a la presión del ejército, o si no son rescatados en el menor tiempo posible, y a su vez la enorme avalancha publicitaria continúa por todo el mundo, el ELN habrá ganado la primera batalla de una mesa de negociaciones que aún no ha comenzado y que de comenzar, se convertiría en otro sainete como el que actualmente se vive en La Habana.