'Ellos dan su discurso y nosotros lo repetimos como loras'

'Ellos dan su discurso y nosotros lo repetimos como loras'

'En todos los medios de comunicación, sin excepción, hay sesgo, intencionalidad, subjetividad y ocultación'

Por: Leonardo Chacón
noviembre 19, 2015
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'Ellos dan su discurso y nosotros lo repetimos como loras'
Foto: tomada de cancilleria.gov.co

La información desbordada e instantánea ha dado pie a que nunca perdamos detalle sobre el entorno en que nos desenvolvemos. Algunos consideran que ante la abundante información que circula (proveniente de diversas fuentes), se logra que las sociedades sean más democráticas y libres. La información periodística, por ejemplo, consigue mantener encauzado y bajo observación al poder, al exponer los hechos que atraviesan la sociedad, bajo consignas como la  imparcialidad, veracidad, análisis, objetividad, transparencia y enfoque multiangular.

Pero la historia no puede ser más diferente. En todos los medios de comunicación, SIN EXCEPCIÓN, hay sesgo, intencionalidad, subjetividad y ocultación.

Por más apolítico que se pueda considerar alguien siempre tendrá ideas y opiniones que dar. Cada persona tiene una ideología propia que puede ser afín, o no, a las ideologías de colectividades. Los medios de comunicación no son entes omniscientes que difunden información de manera sincronizada y perfecta. Detrás de ellos hay una gran cantidad de personas trabajando, cada una con unas ideas, opiniones y lineamientos que, se supone, son similares, o por lo menos contribuyen, con las del medio.

Una de las paradojas operativas de los medios en la actualidad es que necesitan ser masivos, captando cada vez más consumidores, y, a la vez, difundir productos comunicativos de calidad, profundidad y rigor. No obstante, lo anterior siempre se puede poner en tela de juicio. El ciudadano promedio de cualquier parte del mundo consume información que proviene, en su mayoría, de medios que pertenecen a unos cuantos y colosos conglomerados económicos. Por tal motivo, la información que difunden, por obvias razones, nunca ira en contravía a sus propósitos ideológicos y/o corporativos. Ya hay un gran sesgo: los intereses de los dueños permearán en la información publicada.

Si en un futuro alterno un periodista de Noticias RCN descubriera que Carlos Julio Ardila está vinculado a un acto de corrupción, o que existe una prueba irrefutable que enlaza a Álvaro Uribe con el paramilitarismo, ¿acaso Claudia Gurisatti permitiría que esa información salga a la luz pública? La revista Semana, en general, siempre fue crítica al gobierno del expresidente Uribe, e incluso develó hechos que manchaban gravemente su gestión, como el caso de las chuzadas del DAS. No obstante, desde que inició el gobierno de Juan Manuel Santos la publicación ha mantenido una tendencia oficialista; intenta dejar medianamente bien parado al presidente en todo momento. Por ejemplo,  ¿quiénes salían beneficiados y perjudicados al revelar un suceso como la operación Andrómeda? Santos y su Gobierno, los negociadores de La Habana, los defensores del proceso de paz y el pueblo colombiano en general, quedaron como unas víctimas frente al ilegítimo comportamiento de unos militares que actuaron en contra de los intereses de la Nación, mientras que en torno a Uribe y sus secuaces se esbozaron suspicacias entre dientes. Es habitual que la revista sea una voz paralela a la de Santos, sobre todo en lo que atañe al proceso de paz. Pero, y si en Semana fueran conocedores de un hecho gravísimo que pudiera detener de inmediato y de manera definitiva los acuerdos (más grave que los que han ocurrido y son conocidos por la opinión pública), ¿lo revelarían? Ya en el ámbito de la chismorreo, ¿por qué Luz María Sierra y Álvaro Sierra -editores senior y expertos en asuntos jurídicos, procesos de paz y guerra- salieron de la publicación en un momento tan clave en la coyuntura nacional como las conversaciones en La Habana? Se especula que estaban investigando el verdadero proceso de paz con las Farc. ¿Será que dieron con una información que destrozaría las negociaciones? Hay que tener claro que el dueño de la revista, Felipe López Caballero, es allegado de Santos, y más encima, el director, Alejandro Santos Rubino, es el sobrino del presidente. Cabe resaltar que algunos medios en el mundo como el semanario inglés The Economist o el diario francés Le Monde, poseen una estructura que resguarda sus líneas editoriales de la injerencia de sus propietarios, con el fin de asegurar libertad periodística. Bueno, eso es lo que ellos mismos afirman ¿En la práctica se cumplirá a cabalidad?

La multiperspectiva e independencia de la que los medios hacen alarde no es cierta. Los medios de comunicación no exhiben la realidad, la representan. Esa representación contiene unas intenciones, opacidades e intereses, evidentes para los que tienen la perspicacia de “leer entre líneas”. El resto, la inmensa mayoría de nosotros, pasamos desapercibidos esos aspectos soterrados y terminamos persuadidos con ciertos lineamientos, opiniones e ideologías que repetimos como loras. Nos convertimos en partidarios del discurso que pregonan; discurso que respalda y legitima a ciertos grupos de poder político-económico y establece lo políticamente correcto e incorrecto en un momento y contexto dado.

En el ámbito mundial, a vuelo de pájaro se pueden destacar dos discursos antagónicos (por supuesto hay muchos más), en donde, unos cuantos grupos económicos y/o políticos, a través de sus innumerables filiales internacionales, se encargan de difundirlos, reproducirlos y enaltecerlos. En primer lugar, se encuentra el discurso que puede ser denominado como “occidental”, en el que se defienden esos conceptos como “democracia”, “libertad”, “mercado” e “institucionalidad” hasta saciedad. Aquí se pueden embutir la mayoría de los medios nombrados como “tradicionales”: CNN, que pertenece a Time Warner; el periódico El País de España, cuya casa matriz es el Grupo Prisa; Caracol Televisión, propiedad de Valórem; por nombrar sólo algunos. Estos funcionan bajo criterios de negocios, por lo que no son muy ajenos a las lógicas de producción industrial: elaboran un “producto” más atractivo que la competencia y en enormes cantidades, después lo lanzan a un potencial “mercado” esperando un “consumo”  instantáneo, permanente y creciente. En segundo lugar, está el discurso opuesto al “occidental”. Plataformas como TeleSUR y RT (Rusia Today), algunos de sus más representativos vociferadores, todos los días trasmiten noticias de los hechos internacionales con versiones contrarias a la de los medios tradicionales. En principio parecían ser una buena alternativa a la de los poderosos conglomerados mediáticos,  pero lo cierto es que también están atravesados por una imposición discursiva. Hacen parte de proyectos estatales que favorecen a gobiernos que son unos duros opositores a las políticas de “occidente”. Los gobiernos de izquierda en Latinoamérica financian a TeleSUR, entretanto el Estado ruso, a RT.  El subtexto de sus agendas noticiosas  es muy explícito, de hecho,  muchas veces son evidentes sus intencionalidades y lineamientos, a diferencia del mayor disimulo de la contraparte. Palabras como “imperialismo”, “pueblo” y “neoliberal” son expresadas de una manera que raya en el desdibujo semántico. Por supuesto, constantemente encubren y/o disminuyen la trascendencia de serias irregularidades que ocurren al interior de los países que los financian, mientras que los medios tradicionales se encargan de desprestigiarlos. La contienda discursiva entre ambos grupos mediáticos es durísima; mientras, cada uno de nosotros elige un bando.

Así las cosas, el editor para Latinoamerica en The Wall Street Journal se pregunta: ¿cuál es la siguiente investigación que podemos publicar del corrupto de Maduro y su retrógrada dictadura socialista?; en Noticias RCN el editor de Bogotá pide diariamente a sus periodistas hallar cualquier falla, por mínima que sea, del gobierno distrital con tal de desacreditar a Petro; y en TeleSUR se le endosa a Leopoldo López un tétrico pasado fascista.

Los medios de comunicación están muy lejos de formar o reflejar la opinión pública; más bien implantan una opinión al público. Entonces, ¿qué  hacemos? ¿Quedarnos al margen de la imposición discursiva de los medios? No estaría tan mal, con tal de tener un poco de paz mental. Pero con lo acelerado que es el entorno actual, eso es prácticamente imposible. Además, es importante informarse. Pero hay que hacerlo metiéndole algo de cacumen al asunto. Hay que cuestionarse ¿Quién son los propietarios del medio con el que frecuentemente me informo? ¿Qué intereses puede haber detrás una noticia? ¿Quién gana y quien pierde luego de su divulgación?  Cuando ocurre un hecho (especialmente en el ámbito político y económico) que  acapara la toda la atención, ¿no será que,  tal vez,  en paralelo esté ocurriendo otro hecho de igual o de mayor relevancia y quieren que no centremos nuestra atención en algo que no les conviene? ¿Por qué se inclinan a publicar cierto tipo de noticias y otras no? La respuesta  a la última pregunta es, de nuevo, debido a su carácter de negocio y los intereses de por medio.  No van divulgar algo que no genera ganancias. Por ejemplo, en Noticias Caracol afirman que su labor periodística se basa en la cercanía con el ciudadano de a pie y la comunidad. Reflejan sus dificultades y problemáticas. El resultado es una mescolanza de vándalos, muertos, videos aficionados o de cámaras de seguridad,  gente sumida en el dolor o latosos dando quejas. Esta bazofia da ranting ¡El negocio funciona! Y por ahí derecho desprestigian a Petro cuando se centran en Bogotá. Podrían ahondar en problemáticas como la moribunda situación de la red hospitalaria del Valle del Cauca, que claramente es un asunto que afecta a la ciudadanía, pero no ganarían igual cantidad de millones en cada propaganda del noticiero con información este estilo. En Noticias Caracol la profundidad es prácticamente nula y lo que sucede por fuera Colombia cobra protagonismo por tres infelices minutos ¿Cuál es el futuro de la salud publica en Colombia de agudizarse su crisis y que proponen nuestros gobernantes para solucionarla? ¿¡Cuál es el origen de la guerra en el oriente de Ucrania!? En últimos años en el mundo se está gestando una nueva guerra fría y en varias ocasiones casi se ha desbordado en un conflicto global ¿¡¡lo sabias!!? ¿Respuestas en blanco? Nada de eso vende. Un pendejo con un  cuchillo que roba a una asustadiza mujer en embarazo es más importante para la sociedad colombiana,  que analizar porque Putin entró en la guerra civil siria. Los rateros esquineros de Colombia deberían irse a robar a Caracol, porque el canal gana dinero a sus expensas.

En últimas, oídos sordos con el eslogan de Blu Radio: “El periodismo no es amigo del poder. Lo vigila”.

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