Una de las ausencias artísticas más dolorosas que nos dejó la pandemia fue la de la cantante italiana Rafaella Carrà, quien no murió por Covid, pero sí padecía las dolencias de un cáncer que había heredado de su familia. Su muerte, en 2021, la encontró intentando volver a la televisión con un programa de entrevistas; pero la bailarina, actriz, presentadora y –principalmente cantante–, ya no tenía el aguante de sus mejores años.
Ahora, como si de un designio divino se tratara, su canción “Pedro” está sonando en todas las plataformas digitales y, en consecuencia, en discotecas de Colombia y del mundo. Los responsables son los productores de música electrónica Jaxomy y Agatino Romero, quienes en marzo de 2024 lanzaron su propia versión de la canción, sin imaginar lo que pasaría con este remix, que se popularizaría gracias a un video grabado previamente por un joven y su mapache bailarina.
Todo comenzó meses antes del lanzamiento de la nueva versión, cuando el usuario de Tiktok @fleksa30 subió un divertido video de su mascota, esta mapache, rescatada en un pueblito de Ucrania; que estaba bailando una canción llamada “КАК ДЕЛА”.
Entonces, las redes hicieron su magia y, meses más tarde, otro usuario llamado @naofumi_iwatani1998 mezcló el video original de la mapache con la nueva versión de "Pedro" creada por los DJ alemanes, y alcanzó más de 50 millones de reproducciones.
La pequeña pieza audiovisual se convirtió en tendencia en varias redes sociales y la mapache, que realmente se llamaba Ginger y no Pedro, pasó a ser toda una celebridad. Alentado por tener una mascota famosa, el hombre le cambió el nombre a la mapache, que ahora sí se llama “Pedro”.
Originalmente, “Pedro” es una canción que Rafaella Carrà lanzó en el año 1980 y que tuvo famosas versiones tanto en italiano como en español, ya que la artista ha tenido una fanaticada gigante y muy fiel en nuestro continente. La letra cuenta la historia de una mujer que llega de turista a una ciudad, donde un encantador y apuesto joven se ofrece para ser su guía.
Las letras de Rafaella Carrà se caracterizaban por ser divertidas, como también puede percibirse con otros éxitos como “Fiesta” o “Hay que venir al sur”. Además, sus composiciones tenían un marcado toque picante y la artista tenía claro que, tanto con su música como sus modas y declaraciones en entrevistas, quería llevar el atrevimiento hasta el límite.
En los años setenta, momento en que comenzaba a convertirse en un ícono pop global y en tiempos en que era mal visto enseñar un ombligo en televisión, Raffaella María Roberta Pelloni (nombre real) tenía muy claro cuál era su lugar: el de provocadora. En el sentido más político que pueda utilizarse esta palabra.
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La artista que desde niña ya sabía que había nacido para ser una estrella.
A los tres, ya tomaba clases de danza clásica en su pequeño pueblo llamado Bellaria y a los ocho se mudó a Roma para estudiar en la Academia Nazionalle Di Danza. Poco tiempo después, Rafaella Carrà conoció al director de cine italiano Mario Bonnard y él se enamoró de la naturalidad con la que se desenvolvía en escena. Con sólo nueve años debutó en Tomento Del Passato, una de sus películas.
El resto de su niñez y adolescencia, ella los pasará alternando entre el cine y el baile, pero a los 14 una profesora le asegurará que le será muy difícil triunfar por tener los tobillos muy pequeños. Entonces, Rafaella se derrumbará y dejará las clases de danza.
Pero con 17 tendrá su primera gran oportunidad en el cine con La lunga notte del 43, una famosa película ambientada en la Italia de Benito Mussolini y contextualizada en el mismo año en que ella había nacido. El éxito de esta cinta le permitió conseguir papeles en más películas italianas.
En 1965 firmó un contrato con la 20th Century Fox y se mudó a Hollywood, donde ese mismo año compartió escena con Frank Sinatra en la película El coronel Von Ryan.
Sinatra se enamorará perdidamente de ella y hasta le propondrá matrimonio, pero ella dirá que no. El cantante estadounidense era mucho mayor que ella, aunque se dice que lo que realmente le preocupaba a Rafaella era el estilo de vida gansteril que él llevaba y las compañías que frecuentaba.
A los pocos años de estar radicada en Hollywood, Rafaella sintió que la vida no era cómo ella se la había imaginado. Así que decidió regresar a Italia y firmó un contrato con el cantante y presentador Nino Ferrer, quien le permitió tener tres minutos en su programa de televisión para hacer lo que se le diera la gana. La fórmula fue un éxito.
Nino Ferrer fue un cantante italiano que también hizo lo que le dio la gana y luego de ser famoso produjo discos que fueron ninguneados por su discográfica, criticados por la iglesia (que no le hacía gracia que hiciera referencias tan explícitas al consumo de drogas) y poco respetados por la prensa.
En 1998, Nino Ferrer se mató. Se adentró en las montañas y, con un fusil, se disparó en el corazón.
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El nacimiento de la Rafaella cantante
Su nombre artístico se lo dio –a finales de los setenta– un escritor y director audiovisual llamado Dante Guardamagna, quien era un aficionado a la pintura y relacionaba el nombre de la estrella con el del artista Rafael Sanzio y que, a su vez, al pensar en Sanzio también la conectaba con otro pintor llamado Carlo Carrà.
Pero en esos años, Rafaella no alcanzó mucha fama como actriz y se dedicó a ser presentadora, bailarina y cantante. A comienzos de los setenta, la RAI (televisión pública italiana) la contrató para conducir el programa Canzonissima 70, un exitoso show que se emitió en las noches. En el 71 también la llamaron.
También en 1971, fue que ocurrió la polémica del ombligo que multiplicó su fama como cantante a nivel internacional. Fue en una de las emisiones del programa cuando interpretaba la canción “Ma che música maestro”, uno de los éxitos de su primer disco. Rafaella vestía un top que no sería escandaloso en estos tiempos, pero que en esa época los conservadores no le perdonaron.
Al año repitió la hazaña durante una performance de su canción “Tuca tuca” y ahí si llegó a enojar incluso al Papa Juan Pablo II, quien censuró la canción y comenzó una campaña de desprestigio contra ella desde el periódico oficial del Vaticano. La apodaron ‘El ombligo de Italia’ y, Carrà, también condujo Canzonissima 74.
A América Latina llegó en 1978, presentando su disco Fiesta, que había lanzado un año antes y que contenía la canción del mismo nombre que sería su primer hit masivo por estas tierras. En su visita cantó en el programa chileno Sábado Gigante y realizó varios conciertos en nuestro continente, donde también cantó otros exitazos como “En el amor todo es empezar” (1977) y “Hay que venir al sur” (1978).
En 1979 volvió a conducir un programa de la RAI con el que llegó a más de 36 países y un año más tarde volvió al cine. En 1980 lanzó “Pedro”, un éxito que nunca estuvo entre los más importantes, pero que ahora con la nueva tendencia de TikTok e Instagram sí se ha convertido en el número uno de la artista.
La razón es que Rafaella Carrà fue gigante en Italia y muy difundida en Latinoamérica, pero nunca tuvo el mismo nivel de impacto en países como Alemania, Holanda, Polonia o Suecia. En 2024, se ha destacado entre las canciones más escuchadas dentro de la plataforma Spotify en cada uno de estos países.
Rafaella Carrà en la cultura popular y el mapache Pedro que la hizo famosa nuevamente
Aunque Rafaella Carrà hacía música para que la gente se divirtiera, siempre fue enfática con sus convicciones y con su postura política antifascista. “Yo siempre voto comunista”, dijo en una entrevista de 1977. También se autoproclamó feminista, le cantó al amor más pasional, habló sin tapujos del sexo y, en particular, de masturbación femenina. Inexistente para idiotas y desinformados de estos tiempos.
Además, se volvió un ícono para la comunidad LGBT y aunque, lo agradeció, en vida; también llegó a explicar que no entendía por qué sus admiradores gays o de otros géneros diversos la amaban tanto.
Rafaella también fue un ícono de la moda, como si de una Madonna italiana se tratara (bueno, la máxima diva del pop era gringa pero tenía abuelos tanos) y hasta es posible que las prendas crop top, que son tan famosas en esta época, fueran inspiradas por ella. Tal como opina la periodista Marita Alonso en este artículo del medio español El Confidencial.
En su vida privada, la intérprete de “Caliente, caliente” vestía con atuendos menos extravagantes; pero en conciertos y en televisión disfrutaba ser incómoda y transgresora. Al menos, eso confesaba ella en las entrevistas.
Pero los DJ Jaxomy y Agatino Romero no son los primeros productores de música electrónica que utilizan la voz de Rafaella Carrà, para romperla en multitudinarios festivales internacionales de este género.
En 2011, el DJ francés Bob Sinclar, famoso por éxitos como “World hold on” y “Love generation”, tomó la versión original de “En el amor todo es empezar” y la convirtió en “Far l’amore”, otro de sus hits. La canción alcanzó el disco de platino.
El porqué la nueva versión de “Pedro” es tan exitosa es un misterio y no hay una explicación oficial para entender por qué tantos usuarios de TikTok y de Instagram a nivel mundial estén utilizando esta canción para expresar la alegría del baile o lo fuera de lugar que se sienten en algunas situaciones de la vida cotidiana, que es el ingrediente con el que juegan los creadores de los videos que replican este éxito en internet.
Lo que sí parece evidenciar la nueva versión de “Pedro”, y la carrera de la cantante italiana en su totalidad, es que hay estrellas que nacen para volver una y otra vez, para ser inmortales. Porque Rafaella ha tenido muchos regresos.
A las pantallas de cine y televisión, luego de estar radicada en Hollywood; a la RAI, luego de ser censurada por un Papa y a las pistas de baile, cuando diversos DJ han rescatado sus canciones. Más precisamente ahora, en tiempos en que viralizarse en TikTok puede ser también el primer paso para alcanzar la inmortalidad.