«En las situaciones desesperadas la verdad exige tanto apoyo como el error». (Roa Bastos, El fiscal, 1993)
El mundo perdió a una escéptica optimista de la democracia, de extraordinaria historia personal, que mantuvo hasta el último momento de sus 84 años la lucidez de advertirnos sobre el fascismo y, en particular, sobre el «error histórico» cometido por Putin al invadir Ucrania.
Así tituló su artículo publicado en The New York Times el 23 de febrero de 2020: Putin Is Making a Historic Mistake [Putin está cometiendo un error histórico] «Ucrania tiene derecho a su soberanía, sin importar quiénes sean sus vecinos. En la era moderna, los grandes países lo aceptan, y también debe hacerlo el señor Putin».
«En lugar de allanar el camino de Rusia hacia la grandeza, invadir Ucrania aseguraría la infamia del señor Putin al dejar a su país diplomáticamente aislado, económicamente lisiado y estratégicamente vulnerable frente a una alianza occidental más fuerte y unida», escribió Madeleine K. Albright.
Estudiosa durante toda su vida —y de la vida—, Marie Jana Korbelova nació en Praga y llegó a los Estados Unidos como refugiada en 1948 donde fue la 64ª. Secretaria de Estado de ese país, primera mujer en ocupar ese cargo, luego de haberse desempeñado como embajadora de EE. UU. ante la ONU, durante la administración Clinton (1993-2001).
Albright, fallecida el 23 de marzo, en el momento de su muerte, era profesora en la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown, presidenta de Albright Stonebridge Group, formaba parte de Dentons Global Advisors, presidía el Instituto Nacional de la Democracia, fue presidenta de la Junta de Política de Defensa de EE. UU. y autora.
Fundadora del Instituto Albright para Asuntos Globales en Wellesley College, se desempeñó como fideicomisaria vitalicia del Instituto Aspen y fue miembro del capítulo de la Catedral Nacional de Washington.
En Las2orillas se publicó una reseña de su libro que fue best seller Nro.1 de The New York Times «FASCISMO. Una advertencia», de Paidós, 2018, donde Albright analiza y documenta acerca del fascismo nacido en el siglo xx y cómo su amenaza configura el mundo actual.
La decepción que le ganó con el irresistible ascenso de Donald Trump en la política estadunidense, así como el riesgo que significa Putin para la paz mundial, quedaron anticipados en este libro de urgente lectura que, por otra parte, se complementa con diferentes textos de distintos autores como «El nuevo despotismo», del australiano John Keane, también desvelado por los desafíos que enfrenta la democracia en el mundo por ataques de los jefes de Estado que utilizan la democracia como un medio para sus fines autoritarios:
«Se trata de gobiernos expertos en las artes de la manipulación, la seducción, la cooptación y la represión selectiva (…) Usando los mecanismos del dinero, la legislación, los medios de comunicación y las instituciones democráticas fantasmas —como elecciones, foros y consejos de distinto tipo—, Keane dibuja las estructuras piramidales de poder que, por todo el mundo, establecen hoy nuevos esquemas de servidumbre voluntaria e, incluso, captan adeptos allende sus fronteras», ha reseñado el politólogo cubano, residente en México, Armando Chaguaceda.
Sobre Putin —«el hombre del KGB», le llama Albright— la autora sostuvo en su libro «Fascismo…» —sobre los autócratas del siglo xxi— que «no rinde pleitesía a la democracia, pero tampoco renuncia de manera explícita a ese régimen de gobierno» [pág. 190] «cuenta con expresión seria las mentiras más burdas y, cuando se le acusa de agresión, imputa la responsabilidad a la víctima» [ídem.] escribió la política checo-estadounidense que mantuvo un encuentro con Putin en el 2000.
En julio de 2004 un avión de Malasya Airlines fue derribado en el espacio aéreo ucraniano por un misil de fabricación rusa, lanzado desde el territorio controlado por separatistas prorrusos, según lo constataron investigadores de los Países Bajos. Murieron 289 personas, ochenta de los cuales eran niños. Putin dijo entonces que «habrían sido los nazis ucranianos” [p. 204].
En 2014, Albright advirtió sobre el «deliro» de Putin, quien había anexado la región ucraniana de Crimea, negando que eran sus tropas las que protagonizaron la agresión, que atribuía a «rusos étnicos» de Ucrania [p. 204].
«Putin, como Mussolini hace noventa años, es observado con atención por dirigentes de otras zonas del mundo que tienen la tentación de seguir sus pasos. Algunos incluso han caído ya en ella», advertía en 2018 la experta política.
Admirador de Pedro el Grande, Putin «heredó el poder porque se consideraba que sus predecesores no habían cumplido las expectativas [p. 194] y ante cuestionamientos por las violaciones a los DH en Chechenia, respondía que «la zona estaba infestada de terrorista y que solo podrían controlar aquellas peligrosas tierras si se mostraban implacables”. [p. 196].
De regreso a EE. UU. mientras sobrevolaba el continente europeo, Albright anotó en su libreta: «Putin es […] tan frío que casi parece un reptil. Estaba en la Alemania oriental cuando cayó el Muro de Berlín (…) a él le resulta vergonzante lo que ha sucedido en su país y quiere restaurar a toda costa su grandeza».
«Putin no es un fascista en toda la regla porque no le hace ninguna falta» [p. 199] afirmaba Albright, y añadía que, en 2016, los servicios de inteligencia de EUA revelaron que Moscú había utilizado herramientas virtuales para influir en las elecciones norteamericanas y ayudar a Trump, «el candidato favorito de Putin», para llegar a la Casa Blanca. Interferencias similares tuvieron lugar —según informaciones manejadas por Albright— en Francia, Italia, Gran Bretaña, España, los Países Bajos, repúblicas bálticas, República Checa, Ucrania y Georgia.
Las serias y oportunas advertencias de Albright sobre quien hoy bombardea sitios civiles, ocasiona la muerte de niños, mujeres y ancianos, genera la emigración de millones de personas y tensiona la paz mundial, es parte del legado de quien alcanzó su mayor destaque en el servicio público a los 55 años.
«Una incansable defensora de la democracia y los derechos humanos», se destaca en la declaración de su familia publicada tras el deceso. El último 8 de marzo, Madeleine Albright, escribió: «Desde Kabul hasta Kiev y más allá, las mujeres y las niñas están en primera línea en la lucha por la libertad y la dignidad humana. En este #InternationalWomensDay [Día internacional de la Mujer] mi corazón está con todos aquellos que luchan por un futuro mejor, pacífico y más igualitario».