Leo con gran sorpresa el artículo de Semana en el que se le hace cubrimiento a la supuesta extorsión de la que fue víctima la reconocida influencer y modelo Elizabeth Loaiza en las paradisíacas playas del Cabo de la Vela en el departamento de La Guajira.
Ella describe que fue al sitio llamado El Faro y parqueó sus camionetas y motos de 200 millones, valor señalado por ella misma. Allí se presentó una trifulca con unos habitantes wayúu del sector por el parqueo inapropiado de los vehículos. De acuerdo con su testimonio, no los dejaron salir del hotel que porque se le había pegado a un cacique. Aunque intermedió la corregidora y la policía, los amigos de la influencer terminaron pagando $6.000.000. Elizabeth Loaiza describe que se sintieron extorsionados, robados y secuestrados, y nadie hizo nada.
Cuando se lee este relato desde el punto de vista de quien no conoce La Guajira, con facilidad se pudiera compartir la idea que transmite la modelo, pero no hay nada más lejos de la verdad. Es por eso que a continuación hago algunas precisiones de carácter cultural y legal para aclarar que lo que le pasó a Elizabeth Loaiza y a sus amiguitos no fue ni secuestro, ni extorsión, sino pura ignorancia de parte de ella y su grupo.
Para empezar, el Cabo de la Vela es llamado por todos los wayúu, tanto de Venezuela como de Colombia, como Jepirra; término que según sus conocimientos ancestrales se refiere al espacio sagrado donde los espíritus de sus difuntos llegan para pasar a lo desconocido. Según la cultura wayúu, este es el lugar a donde el alma viaja después de la muerte, porque tiene un cielo de puertas abiertas, lleno de arena mágica del desierto que se une con el mar. Si decides llegar a este sitio es porque sabes cuál es la cultura con la que vas a convivir.
De seguro, esa mala experiencia te pasó porque no contaste con un guía calificado que te explicara dónde parquear y dónde no. Fuiste a un sitio considerado sagrado por miles y decidiste hacerlo a punta de Waze o de Maps. Tanto es tu desconocimiento de esas culturas que aduces llamar cacique a un líder indígena, termino despectivo y racista, que no existe en la cultura wayúu. Ellos no tienen caciques, sino autoridades indígenas o palabreros.
Además, en la cultura wayúu cada daño efectuado a otro se paga; es decir, cada ofensa se remunera de una u otra manera. Tanto es así que el Cerrejón, empresa carbonífera de La Guajira, tiene un departamento exclusivo para resarcimiento a indígenas que se lanzan voluntariamente al tren que saca el carbón por vía férrea. Así que si agrediste a un indígena wayúu, debías pagar. La ley indígena de las leyes del mundo wayúu, para algunos desconocida, está reconocida constitucionalmente.
En el artículo 246 de la nueva constitución se establece que las autoridades de los pueblos indígenas podrán ejercer funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial, de conformidad con sus propias normas y procedimientos, siempre que no sean contrarios a la constitución y leyes de la república.
La ignorancia tuya y la de los tuyos te acarrearon un costo económico. Esa ignorancia es la que debemos combatir desde todos los estamentos de la sociedad. No puede ser que el miedo a la exposición en redes sociales a las tan mal llamadas denuncias promueva la vulneración de indígenas ancestrales y su cultura, que, aunque no la entendamos, tampoco nos da el derecho de vulnerarla.
Así que lo que te pasó Elizabeth Loaiza no fue extorsión ni secuestro. Fue ignorancia tuya.