Desde que tengo uso de razón, y apoyada por las clases de ciencias sociales impartidas por mi anacrónico colegio de religiosas, siempre he tenido la curiosidad de saber por qué Colombia es un país en vía de desarrollo. Lo que recuerdo en mis variados libros de texto a lo largo de la primaria y bachillerato es la descripción que da ese concepto de estar “a medias”, no somos una industria poderosa, pero podemos sobrevivir gracias al desarrollo que nos proveen los recursos naturales, es decir que gracias a eso, el mantra económico es promulgar que somos el mayor exportador de café, banano, flores y esmeraldas.
Durante las décadas de los setenta y ochenta, las pequeñas y medianas industrias encontraron su fase de auge en la cual el país pudo gozar de sus beneficios con una oferta/demanda equilibrada en papelería, grandes superficies, textilería, moda y entretenimiento, que si bien no estaba a gran escala del primer mundo, sí cubría las necesidades de la clase trabajadora.
No sé en qué momento Colombia se volvió un foco de especial atención para los inversionistas extranjeros que en aras de “expandir mercados” se dedicaron a sobrepoblar el país con cualquier cantidad absurda de franquicias extranjeras que no solo hacen que el pez grande se coma al pequeño, empresarialmente hablando, (¿culpa del TLC?) sino que además le inflaron el ego al pueblo. No me imagino el revuelo que causó la llegada de TGI Fridays al país hace unos años, en donde muchos yuppies de oficina, niños “bien” y los curiosos de “sueldo universitario” se agolparían para degustar uno de las tantas ofertas gastronómicas de la comida norteamericana, así el precio fuera inversamente proporcional a los billetes colectados y arrugados en el rincón oscuro de algún bolsillo. Tomándose muy en serio lo que dijo Andy Warhol acerca de esos 15 minuticos de fama, sigue la secuencia: sacan celulares, flash, cámara, foto. subir a Facebook, etiquetar amigos, etc. y esperar cuántos "me gusta" le dan. ¿Es que todos tienen que saber que estuvimos en Fridays cierto “mari...”?
El segundo golpe de franquicias la dio Hooters, con sus alitas de pollo y sus mujeres, en donde satisfacen las necesidades de cliente no vestidas sino empacadas al vacío, repartiendo pollo, cerveza, sonrisas y montones de fotos que tienen que estar en Facebook. Que la gente sepa que a pesar de nuestra crisis económica somos gente de “élite”.
Y el tercer golpe lo ha dado la famosa cadena Americana, cuyas celebridades (o ídolos de barro) van sagradamente todas las mañanas con su vaso lleno de café para que les tomen fotos. Starbucks, la compañía más grande de venta de café en el mundo abrió sus puertas en la 93 porque no hay otro sitio (no sueñen que lo vayan a abrir en otro punto de la ciudad como Kennedy por ejemplo).
Muchos me van a decir que ¿entonces me la paso de ruana y alpargatas? Claro que no, pero tengo conciencia que quizá los jeans que tengo puestos, vienen de una textilera de Medellín, que el saco que tengo puesto dio un largo paseo por el mundo antes de poner una marquilla que es la que impone el precio, y que muchos artefactos como el portátil en donde escribo ahora viene de otras partes del mundo. Que la economía infortunadamente se mueve de formas quizá no tan placenteras es lo que mucha gente ignora, que es una maquinaria difícil de controlar; y lo que se denomina bienes y servicios se vuelve quizá un mal necesario. Y Colombia es uno de esos países que oscila entre la élite del ridículo y la miseria absoluta.
Ahora, ¿alguien compraría una resma de papel en Office Depot y subiría una foto a internet esperando cuantos “likes” le dan?
@ankatega
