Creció en el corazón de la guerra en Segovia donde las Farc entraron en plena tensión por la minería hacia los años sesenta. Solo con unos años de primaria, Eliana González decidió hacer su vida en una guerrilla, entonces pobre y mal equipada, pero donde se estaba mejor que en una familia campesina acorralada por la pobreza y sin horizonte. Su ingreso fue en 1974 al IV Frente que se movía por Cimitarra, Santander y era comandando por Ricardo Franco. El arrojo que la distinguió desde siempre le ha servido para logar sobrevivir 42 años en armas en los que ha visto de todo. Vio morir a su primer jefe cuando le estalló una granada en la mano. Llegó a Lopón Santander con un grupo de quince compañeros a recibir órdenes de Jacobo Arenas, quien compartía con Manuel Marulanda la jefatura del secretariado de las Farc. Allí fue testigo y partícipe de cómo se formaba el frente 12.
De Jacobo Arenas aprendió que la guerrilla no sólo tenía los componentes de la lucha armada y del trabajo organizativo sino la formación política. Lo acompañó, sirviéndole el café y ocupándose de la luz, en sus largas horas de lectura nocturna y escritura de textos de la vida revolucionaria que son clásicos en la bibliografía guerrillea. Los pocos libros que ha hojeado Eliana fueron gracias a él, de quien estaba cerca cuando murió de un infarto en la madrugada del 15 de agosto de 1990 en la Uribe, en el Meta. Después vendría la caída de Raul Reyes.
Estaba allí cuando el bombardeo a la Uribe que forzó el éxodo de Manuel Marulanda hacia los Llanos del Yari, cerca de donde terminó los últimos días de su vida. De allí su escepticismo cuando escuchó por primera vez en el 2012 que se iniciaría un nuevo proceso de paz. Había visto marchitarse la negociación en el gobierno de Belisario Betancur en 1984. Después de este fracasado intento se desplazó hacia el sur con quien sería su nuevo comandante Luis Edgar Devia Silva, alias Raúl Reyes. Eliana estaba cerca de la frontera con Ecuador donde cayó Reyes en un bombardeo cuando Juan Manuel Santos era el ministro de defensa en el segundo gobierno de Álvaro Uribe. Con Reyes, eran tres los jefes guerrilleros que veía caer de cerca en sus cuarenta años de lucha armada. Mentalizada para el combate, nunca pensó que le tocaría ver cerrar el ciclo de la guerra con el Acuerdo de paz logrado en La Habana.