El proceso de globalización y el aumento de los flujos transaccionales que este implica ha generado un cambio sin precedentes en los campos del poder político, económico, social y militar, donde la transformación de los patrones comportamentales y la redefinición de la estructura de intereses de los actores del sistema internacional emergen como factores prioritarios en la configuración de los nuevos escenarios de combate a los que actualmente se ven enfrentados esos mismo actores, ya sean entidades estatales o no.
Así las cosas, los grandes cambios producidos en el nuevo escenario estratégico internacional, en el que aparecen actores no estatales, nuevos riesgos y amenazas, han originado nuevas percepciones no solo en cuanto a seguridad, sino a la redefinición de estrategias militares, que sobrepasan los ámbitos tradicionales de defensa y ataque para adquirir un carácter multidimensional, en el que concurren diversos organismos y la sociedad en su conjunto, que buscan responder a las nuevas exigencias que plantea la seguridad. Por ejemplo, los países más avanzados han desarrollado en los últimos años estrategias de seguridad en las que definir objetivos, líneas de acción y medios, es de suma importancia, dando lugar al desarrollo de estrategias de seguridad derivadas del uso del espacio.
En este sentido, de acuerdo al autor de origen estadounidense, William Lind, el análisis de los aspectos que caracterizan la dinámica actual del conflicto, se establecen como un propósito necesario para comprender en qué medida se han desarrollado relaciones en la guerra de “cuarta generación”, a partir de lo cual, va a ser posible argumentar la pertinencia de la consideración de un escenario de guerra asimétrica.
De esta manera, es importante tener en cuenta que el concepto de guerra asimétrica, de acuerdo al coronel inglés Christian Bühlmann, no solo alude a una diferencia en términos de la capacidad bélica que tienen los actores implicados en el conflicto, de hecho o eventual, sino que también, a asimetrías de voluntad que hacen referencia a la motivación de los actores y al análisis de la relación costo-beneficio por parte de estos.
Como producto de estas asimetrías, las condiciones que durante el desarrollo de los conflictos simétricos se consideraban indicadores de victoria, en el escenario de la guerra asimétrica ya no tienen validez, dado que no es la capacidad bélica sino la forma de organización y empleo de ésta lo que probablemente genere un impacto en el resultado de la confrontación.
De acuerdo con esto, en el campo militar se dio un cambio en cuanto a las formas de movilización y el empleo del material bélico, lo que se vio evidenciado en diferentes factores intervinientes en los contextos de conflicto. En primer lugar, los móviles que anteriormente determinaban estos contextos, estaban definidos por la oposición de intereses entre las entidades estatales, las cuales, a pesar de tener una distribución de capacidades disímiles, cuentan con las mismas condiciones en términos de funciones. Dicha característica hace que los patrones comportamentales de los actores participantes en un conflicto simétrico sean predecibles y que por lo tanto este se desarrolle bajo ciertos parámetros de regulación como lo son el derecho internacional y demás reglas de la guerra.
Actualmente, al estar involucrados actores no estatales, nuevas amenazas y otros intereses, esta condición desaparece y se genera un vacío cognitivo determinado por las nuevas formas de organización y estructuras de pensamiento que motivan acciones impredecibles y no convencionales, que además entidades estatales pueden en determinado momento adoptar en vista de su imposibilidad en términos simétrico-convencionales de enfrentar una amenaza a su seguridad.
De este modo, a través de los lentes de Henderson y Singer, Gray, basándose en Jameson sostiene que la Guerra de Vietnam fue la primera “guerra posmoderna”. Tales guerras se caracterizan por el uso de tecnología de armas asistida por computadora y especialmente inteligencia artificial asistida por computadora, entre uno o más de los beligerantes. Según Gray, estas guerras están marcadas por el creciente papel de la “Tecnociencia”. Para el autor, no se debe concentrar en los participantes de la guerra o en el papel de la identidad cultural y en muchos otros factores que preocupan a Kaldor.
Sin embargo, para Kaldor, la “guerra posmoderna” depende de la tensión internacional y la carrera de armamentos resultante que mantienen el desarrollo de armas a un máximo y conflicto militar real entre las principales potencias como mínimo. Este tipo de guerra se ejemplifica en la Guerra del Golfo, en la que la estrategia y la táctica de la coalición ganadora fue facilitada por la sofisticada generación de datos de alta tecnología y el equipo de información y los enfrentamientos en el campo de batalla a menudo se aproximan a una forma de “guerra cibernética”, donde los beligerantes se basaron en sistemas de armas “inteligentes” de alta tecnología para involucrar al adversario.
Ahora bien, es evidente que el espacio ha perdido el carácter militar que tradicionalmente se le atribuía, para convertirse en un área de comercio, aunque limitada todavía por el elevado coste de los lanzamientos. Sin embargo, la enorme dependencia que existe de los recursos espaciales hace que este medio continúe íntimamente ligado al ámbito militar. Puesto que el espacio constituye una fuente de poder, dentro de la cual los medios espaciales e incluso ciertos sectores del espacio son unos recursos críticos, así según el número de ingenios espaciales crezca, aumentará la posibilidad de conflictos. Para dar seguridad a los sistemas espaciales se recurre al control espacial, que en breve será el aspecto más crítico de la guerra. La dificultad de lograr un adecuado control espacial radica en la profusión de satélites comerciales, que ponen en manos de cualquier país todo el potencial militar que el espacio pueda ofrecer.
Esto permite ver en perspectiva que el espacio está evolucionando de modo parecido a como lo hizo la aviación. Actualmente, las actividades espaciales se centran sobre todo en comunicaciones e inteligencia, pero igual que la aviación evolucionó hacia la aplicación de la fuerza, así ocurrirá con el espacio. En este sentido, los Estados Unidos trabaja en armas ASAT basadas tanto en superficie como en espacio. Estas armas estarán operativas hacia el año 2020-2025 y forzarán un cambio en la filosofía de la guerra, así como en el modus operandi y estructura de la fuerza armada y su estrategia militar, llegando ser el principal actor en este medio, constituirá eventualmente en el preludio de una guerra, dado que el espacio siempre ha sido político, militar y estratégico.