En la historia reciente de los partidos políticos en Colombia podría afirmarse que pasamos de una proliferación en la década de 1990, con la Constitución de 1991, a un recorte gradual con los límites marcados por los estándares mínimos definidos por los umbrales, hasta una nueva proliferación en la actualidad.
Esta proliferación podría explicarse por la aceptación (digamos la victoria electoral) de un movimiento alternativo que “jalona” movimientos que podrían denominarse también como alternativos, aunque muchas veces con miembros de la clase política tradicional. Esta sería una hipótesis desde el supuesto de que un espectro gana terreno, pero posiblemente hay otras explicaciones más plausibles en términos de la dinámica electoral regional.
Como bien señala Jorge González en Las2orillas, un problema implicado en este fenómeno de la proliferación de partidos tiene que ver con la atomización de las colectividades, lo cual puede repercutir en la función esencial de los partidos.
Precisamente, acá llegamos a un punto esencial, ya que corresponde cuestionar la función de los partidos políticos en un país donde se sabe más de mermelada y repartijas que de democracia deliberativa.
Mientras la lógica del desarrollo de los partidos políticos, digamos convencional, indica que las personas se inscriben en un partido político por afinidad ideológica, para hacer “carrera”, para formarse intelectualmente en las dinámicas de participación política, la realidad en Colombia es que muchos interpretan que los partidos sólo sirven para dar avales para candidaturas.
De esta manera, pareciera que en nuestro país se distorsionaran los conceptos de elegibilidad y de representatividad.
Tal vez no exista una fórmula única para solucionar esa “cultura” política en nuestro ADN, digamos en nuestras formas “automáticas” de razonar los problemas políticos; seguramente tendremos retos para hablar de una educación política que no se confunda con adoctrinamiento, o de nuevas formas de hacer política pensando en proyectos de desarrollo a largo plazo. Lo importante es empezar a ensanchar el pensamiento para lograr cambios reales y profundos.