La que transcribo al final del primer párrafo de esta columna, es una pauta publicitaria de la empresa de energía que provee este servicio en la Costa Caribe, región norte de Colombia, conformada por siete departamentos, cuya población ronda diez millones de habitantes, clientes activos o potenciales de una empresa caracterizada como de servicio público.
“Electricaribe SA ESP @ElectricaribeSA Estamos trabajando por los #SueñosEncendidos del Caribe y juntos podemos hacerlos realidad.”
Aquí el mensaje es directo, objetivo, contundente; no tiene el toque subliminal y de estimulo inconsciente de la mayoría de los mensajes publicitarios.
Publicidad realista llamarían los expertos, en tanto que para las víctimas del mal servicio de energía que nos vende a precios exorbitantes Electricaribe, no vendría a ser más que la vergonzante realidad de una carencia que no tiene dolientes y se volvió cotidianidad.
Que Electricaribe puede hacer realidad el sueño de encender el Caribe, es de creer que a ninguno de los diez millones de habitantes que pueblan su geografía, urbana y rural, vaya a caberle la menor duda al respecto.
Y si no, aquí les pego también este titular de El Espectador, del lunes 23 de noviembre, primera página, que da cuenta del incendio soñado por Electricaribe ESP para Magangué, segunda ciudad del departamento de Bolívar, cuya población, mas de cien mil habitantes, decidió “juntarse” para hacer realidad los “Sueños Encendidos” a los que convoca, y provoca por el pésimo servicio y altas tarifas, su proveedor de energía: Comunidad le prendió fuego a sede de Electricaribe en Magangué, Bolívar http://tinyurl.com/pftkaj3 vía @elespectador
Este no es el primer sueño en llamas que provoca Electricaribe, otros muchos ya han ocurrido en diferentes puntos de la Costa, incluidas capitales, ciudades intermedias y pueblos, de esta vasta geografía del desamparo y el despojo.
Solo que mas allá de la noticia que registran periódicos y noticieros de radio y televisión, el suceso no pasa de ser un rapto de desfogue momentáneo de comunidades flageladas por una empresa que acusa altos niveles de deficiencia en todas las variables que conforman el servicio que, con el rótulo de público y vigilado por el Estado, vende a precios que no se corresponden con su calidad, oportunidad y eficiencia.
Además de recibir cuantiosos recursos de naturaleza pública, subsidios e infraestructura, cuya contraprestación nunca se ha reflejado ni causado en tarifas menos onerosas para el consumidor en general, en un servicio eficiente y en la renovación de equipos, redes y mantenimiento del sistema.
Con o sin El Niño, la Costa está condenada por Electricaribe a padecer racionamientos permanentes, fallas técnicas permanentes, alza de tarifas permanentes, servicio de suministro deficiente y permanente.
Gobierno, Minminas, Superindustria, Superservicios,
todos a una ciegos y sordos
a la tragedia del precario servicio de energía que vende Electricaribe
Como permanente será la vista gorda del Gobierno, Superintendencia de Servicios Públicos, Superintendencia de Industria y Comercio, Ministerio de Minas y Energía, todos a una ciegos y sordos a la tragedia cotidiana del cada día más precario servicio de energía que vende Electricaribe y las altas tarifas que impone a su arbitrio a sus subordinados usuarios.
Y como para que los sueños de encender el Caribe que convoca y provoca Electricaribe sean pesadilla, una mano de senadores costeños atizando el fuego de tarifas más altas.
Ojalá no acaben quemados en los venideros tarjetones de las víctimas de Electricaribe.
Poeta
@CristoGarciaTap
[email protected]
*Esta columna fue publicada originalmente el 3 de diciembre de 2015