Pablo Pueblo
Hijo del grito y la calle
De la miseria y del hambre
Del callejón y la pena
Pablo Pueblo
Su alimento es la esperanza
Su paso no lleva prisa
Su sombra nunca lo alcanza
Pablo Pueblo
(Rubén Blades)
Redención puede referirse a la liberación de personas de alguna condición (esclavitud, prisión), de una situación (un vejamen, un dolor, un castigo), o de una obligación o compromiso (una deuda, una hipoteca).
Desde hace más de doscientos años nuestro pueblo ha esperado ser redimido. Ha probado todo tipo de soluciones que parecían las más acertadas en un determinado momento y que no pasaron de ser espejismos que se desvanecieron en el tiempo, dejando una estela de incredulidad sobre los prestidigitadores de turno que sabían untar la poción mágica que nos liberaba de los males infringidos por un sistema democrático al que menos le interesa los padecimientos de un pueblo que clama y espera por el verdadero ungido.
Estamos ad portas de las elecciones presidenciales y se vislumbra en el horizonte un nuevo exponente de la redención. Se perfila en las encuestas como el seguro presidente de nuestro país para el cuatrenio 2022-2026.
Su programa de gobierno es como un memorial de agravios que tiende a reivindicar los derechos de esa masa anónima y excluida durante tantos años de los privilegios que el poder político ofrece y que han sido monopolizados por unos pocos.
El pueblo, en su base, espera que ahora sí se cumplan sus sueños y anhelos con este redentor de las clases sociales oprimidas.
Sus esperanzas están cifradas en que logre alcanzar la presidencia y ponga su mandato al servicio de un pueblo exhausto de esperar, que no soportaría un desencanto más en sus históricos desengaños.
De todas maneras, de salir elegido, las cosas no serán fáciles en un país como el nuestro, en donde la polarización rampante que tiene en el lado opuesto a una clase defensora del status quo y de esos privilegios, que han detentado y que no van a soltarlos de la noche a la mañana.
Estos se empeñarán en no dejar ejercer el Gobierno entorpeciendo sus programas poniendo palos y talenqueras en el camino.
Casos ya se han visto, como fue el del "salto social", a quien unos casetes le restaron su verdadera impronta, quedando maniatado en la defensa de un pesado mamut. Ojalá la espera no sea en vano, y se logren cristalizar los reprimidos deseos de un pueblo cansado de comerse un clavo, como dice el estribillo de Rubén Blades.
