Se ha cerrado el proceso de inscripción de candidaturas a las elecciones locales; se dice que han logrado inscribirse un poco más de 120.000 candidatos a los cargos de representación local. Este proceso se ha surtido con todo el folclorismo clientelar que nos acompaña en nuestra forma de hacer la política electoral en Colombia y con el drama de la precaria existencia de los partidos brindando un espectáculo impresentable en términos de transfuguismos, dobles y hasta triples militancias; a pesar de ello tenemos ya un abanico de candidatos y candidatas en consideración de la ciudadanía que mediante el voto deberá decidir sobre los cambios en la gobernabilidad local el próximo 29 de octubre.
Pasadas las trifulcas y las negociaciones para el momento de la inscripción, se viene formalmente la campaña electoral que seleccionará 32 gobernadores y 1102 alcaldes, pero también se elegirán asambleas, concejos municipales y juntas administradoras locales. Hay candidaturas para todos los gustos y orientaciones y tenemos tres meses para que los proyectos de gobernabilidad en disputa presenten sus ideas, consideraciones y propuestas para direccionar los destinos de los departamentos, municipios y distritos del país. A la ciudadanía nos corresponde pensar bien el voto y realizarlo con toda la capacidad de reflexión posible, entendiendo que tendremos un momento el 29 de octubre para aportar en la dirección de las rectificaciones y transformaciones necesarias de país desde los espacios de la democracia local. Una mala decisión nos mantendrá en las circunstancias difíciles de desprotección de la vida y de reciclaje de violencias de todo tipo.
Es el momento ahora de exigir las garantías al Estado y de contribuir como ciudadanías a afrontar los desafíos electorales que no son pocos, en la perspectiva de mejorar nuestra democracia y abrir caminos para nuevas formas ejercer la política con responsabilidad y compromiso social. Parece pertinente entonces hacer un breve balance de dos asuntos centrales a afrontar:
- En muchos municipios de Colombia, quizás cerca de 200 se reportan riesgos de orden público y violencia en el contexto preelectoral, ejercida por clanes armados que detentan un poder de facto en los territorios; en ese horizonte, es fundamental que las autoridades competentes aseguren con su plan de seguridad para elecciones, un operativo integral que disminuya esos riesgos específicamente políticos.
- Ya sabemos que con la corrupción enquistada en el Estado y con la presencia de mafias y negocios ilícitos, intervienen las manos criminales mediante la financiación de las campañas, generando inequidades e irregularidades en la competencia democrática; es entonces necesario que las autoridades y la ciudadanía estemos atentos a identificar y denunciar este tipo de comportamientos delincuenciales que están en la base de la captura de las rentas del estado.
Corrupción y violencias son el lastre de la democracia en Colombia y eso se traduce en mafias políticas y grupos armados afectando la vida en los territorios y cooptando las instituciones
Corrupción y violencias son el lastre de la democracia en Colombia y eso se traduce en mafias políticas y grupos armados afectando la vida en los territorios y cooptando las instituciones; es tarea institucional y de las ciudadanías que se garantice el derecho al voto, aplicando planes preventivos y disuasivos para que no voten los muertos (como ha sido usual), que no haya fraude al sufragante en el momento de depositar el voto, que no se dé compra y venta de votos, que no se manipule a los contratistas del Estado para sostener un puesto a cambio de sufragar y conseguir votos en favor de corruptos; que no haya constreñimientos a la población, amenazas y presiones.
Estos retos se deben aterrizar en este periodo de debates, en el día de los sufragios y en el momento de escrutinios, donde se necesita asegurar las garantías con la auditoría previa a los sistemas de conteo y la multiplicación de los testigos electorales. Elijamos bien, es la oportunidad de mejorar la democracia en Colombia saliendo de mafias políticas y clanes violentos. Que nadie se deje extorsionar políticamente es lo que permitirá un mejor futuro.