Desde el pueblo de Marfil, Guanajuato, el brigadista internacional Virgilio Fernández lanza sus arengas revolucionarias en vísperas de la cita electoral del próximo domingo 10 de noviembre: ¡Hay que derrumbar la monarquía antidemocrática! Vestido con una chilaba de color azul típica andalusí (él es nacido en Larache, aunque de origen andaluz), parece mentira que a pesar de estar tan débil saca fuerza de flaqueza e intenta levantarse de su silla de ruedas. Su espíritu republicano no ha perdido una pizca de ilusión y de entusiasmo. Aunque tiene problemas respiratorios y necesita un respirador artificial, nuestro héroe de la batalla del Ebro parece que estuviera en las trincheras de la sierra de Pandols listo a iniciar la ofensiva. Y es que son 101 años de resistencia y dignidad que nos enaltecen y reconfortan.
Las fuerzas de la derecha más reaccionaria amenazan con superar en votos a la izquierda progresista. No se sabe muy bien lo que va a pasar pues depende de la suma de votos PP, CS y Vox el que puedan formar gobierno. La incertidumbre se eleva tras el debate en televisión española en el que han salido mal librados los candidatos Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El “procés catalán” o el desafío secesionista marca definitivamente esta campaña electoral de la que el españolismo ha sacado altos réditos. Al caudillo Franco lo han sacado del Valle de los Caídos, pero no han podido extirparlo de la mente de millones de sus incondicionales. Al fin y al cabo, en España no existió ningún proceso de desnazificación como el que sí se realizó en Alemania o Italia tras la Segunda Guerra Mundial. El franquismo tras la muerte del dictador ha sabido reciclarse en demócratas monárquicos y su ideología está más latente que nunca como se ha demostrado con el crecimiento del partido ultraderechista Vox (escisión del PP). Resucitan los héroes sacrosantos don Pelayo, el Cid Campeador,los Reyes Católicos, el Gran Capitán, Cristóbal Colón o Blas de Lezo. Por paradójico que parezca los enemigos de España no son los franceses, ingleses o americanos sino los catalanes. Cobardemente el españolismo ha olvidado la invasión napoleónica, la pérdida de Gibraltar, la humillante derrota de Trafalgar o la guerra hispano-norteamericana que provocó el desastre del 98. Ese imperio español hundido y humillado en sus delirios megalomaníacos se cree un triunfador.
La derecha está muy enrabietada y se dedica a propagar una feroz campaña manipuladora o intoxicadora para culpar a la República Española de haber desatado la guerra o, mejor dicho, el golpe de estado nazi-franquista del 18 de julio. El “alzamiento nacional” se produjo como consecuencia del asesinato de Calvo Sotelo por parte de un militante socialista, afirman los historiadores revisionistas. Además, el caos reinante en España tras el “fraude electoral” que llevó al Frente Popular al poder en 1936, tuvo como respuesta un “movimiento de salvación nacional” que pretendía redimir a la patria.
El brigadista republicano exige que Felipe VI que abdique y devuelva al pueblo español su soberanía. “que venga aquí sin su corona y los guardaespaldas si es valiente” “por ahora no somos más que unos lacayos a su servicio” Y es que los principios monárquicos apenas se limitan al protocolo, la etiqueta, la marcha real y rendirle honores a la bandera rojigualda. ¡Que pobreza! “Nuestro voto no hace más que eternizar la monarquía borbónica” “Falta valentía para proclamar la III República que es la única esperanza en el futuro”. Su débil hilo de voz se eleva al pronunciar estas palabras. A sus 101 años desea volver a su querida tierra andaluza de donde es originaria su familia y que tuvo que abandonar hace ya 80 años. Virgilio replica: “Cataluña tiene todo el derecho a la autodeterminación y para ello lo más sensato es convocar un referéndum vinculante. ¡Que decida el pueblo su destino! Igualmente estamos esperando otro referéndum sobre monarquía o república. Pero los monárquicos españolistas tienen miedo del veredicto de las urnas. Lo cierto es que la Constitución de 1978, más próxima al franquismo que a opciones democráticas, es un dogma de fe inamovible que no hace más que inocular el odio y el rencor entre los pueblos hermanos. Desde luego todavía sigue vigente el lema “Una, grande y libre” que solo nos conduce al enfrentamiento fratricida. Los partidos constitucionalistas defienden a capa y espada la monarquía y están decididos a eternizarla. Hace unos días fue presentada en sociedad la princesa Leonor, la heredera al trono, en la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias en una clara demostración de que la monarquía borbónica tiene garantizada su pervivencia hasta finales del siglo XXI.
“¡Libertad para Cataluña y el País Vasco!”, “Libertad para los pueblos de España” y “¡Viva la España federal!” son los más fervientes deseos de Virgilio. Su ideología comunista la mantiene intacta e incluso ahora que está a punto de cumplir 101 años se ha radicalizado aún más porque la realidad es demasiado cruda tanto en México como en España. Si pudiera votar lo haría sin lugar a dudas por el ex líder de IU Julio Anguita con el que le une una antigua amistad. No se puede ser timorato o dubitativo porque hoy más que nunca el pueblo es muy fácil de manipular a través de los medios de comunicación o las redes sociales.
Desde la distancia, en el destierro o el exilio al que lo condenó el nazi-franquismo él también quiere sentirse útil y que no se le considere un estorbo, un viejo que se aparca en un asilo y se le tapa la boca para que no moleste. A los viejos en España se les mete miedo para que voten por los partidos de la derecha, es decir, por las opciones más conservadoras o monárquico-papistas. Se les amenazan con que les van a quitar sus pensiones, o los van a desahuciar de sus pisos. Esto también es terrorismo. Todavía la iglesia tiene un gran poder de convocatoria y desde el púlpito son capaces de incidir en el sentido del voto. Que si la unidad de España está en peligro, que su majestad el rey ha sido agredido en Cataluña, que el comunismo bolivariano se va apoderar de España. Mientras se olvidan de los grandes problemas de marginalidad social, paro, explotación laboral, crisis migratoria, calentamiento global, feminicidios, violaciones, homofobia, la usura bancaria, la ley mordaza, etc.
El exilio español en México cumple 80 años y Virgilio es uno de los últimos supervivientes de la diáspora. No estamos hablando de romanticismo, ni de nostalgia pues para muchos la lucha continua y no se acabará hasta concretizar el renacimiento de la República. Es increíble que a una gran mayoría de españoles en el exterior se les niegue el derecho a participar en estas justas electorales pues el voto rogado no es más que un “voto robado”. Los consulados de España, por lo menos en México, no se preocupan por comunicar los plazos de inscripción a los residentes. Nos impiden el derecho constitucional de elegir a nuestros representantes políticos. Especialmente a los republicanos antimonárquicos se les excluye y se les margina. Así es de perversa esta realidad en las delegaciones diplomáticas dirigidas por funcionarios españolistas de derechas pro monárquicos. Denunciamos estas prácticas fascistoides en la que los vascos, catalanes, los anarquistas, republicanos o antisistemas están en la lista roja.
El Brigadista Internacional milagrosamente conserva su mente lúcida como si se tratara de un adolescente de 18 años. Aunque ha perdido la visión esto no le impide soñar y ver más allá del horizonte. Es tal la discriminación y el olvido por parte del gobierno español con los exiliados republicanos que hace unas semanas el gobierno de Canadá, por intermedio de su embajador en México Graeme C Clark, se acercó hasta su casa en Marfil para entregarle un reconocimiento a él y su finada esposa Gene Byron (London-Canadá) por la enorme contribución cultural del exilio republicano español en este país. Mientras la embajada de España jamás se ha dignado a brindarle ningún homenaje a aquellos héroes libertarios que combatieron el monstruo nazi-franquista. El desprecio a los héroes republicanos prevalece y apenas se disimula. Para la monarquía española —interesada en revivir las glorias del pasado imperial— lo más importante es celebrar los 500 años de la llegada del genocida conquistador Hernán Cortés a territorio mexicano.