La noche del 3 de marzo de 1996 el entonces vicejefe de gobierno español Alfonso Guerra afirmó que ‘Nunca había habido victoria más amarga ni derrota más dulce’ en relación al resultado de los comicios que dieron como triunfador al conservador José María Aznar por poco más de uno por ciento (38,79% a 37,63%), cuando las encuestas previas auguraban una diferencia mayor luego de 14 años de gobierno socialista. Algo similar podría haber afirmado Jair Bolsonaro el pasado domingo, porque pese a que numerosas encuestas indicaban que Lula triunfaría en primera vuelta (y hubo hasta quienes aún pese a los resultados sostuvieron que Lula había ganado la presidencia en primera vuelta), los resultados finales no fueron los que se preveían y el próximo domingo 30 de octubre Brasil vuelve a las urnas, en segunda vuelta, para elegir finalmente a su presidente.
Como siempre, el vaso puede verse medio lleno o medio vacío, y estarán quienes digan que Lula triunfó en la primera vuelta, lo que es cierto, que históricamente el PT nunca triunfó en primera vuelta (2002 - Lula 1⁰ Turno - 46.44%; 2006 - Lula 1⁰ Turno - 48.60%; 2010 - Dilma 1⁰ Turno - 46.91%; 2014 - Dilma 1⁰ Turno - 41.59%; 2018 - Haddad 1⁰ Turno - 29.28%; 2022 - Lula 1⁰ Turno - 48.43%) y que los resultados de antes de ayer fuera el segundo mejor resultado del PT en primera vuelta, lo que es cierto, pero lo que resulta más curioso es que, pese a los indicadores del país, Bolsonaro tenga importantes chances de alzarse con el triunfo.
Cuando se comparan ambas gestiones la diferencia es abismal.
Y sin embargo Bolsonaro está en la segunda vuelta de la elección presidencial de un país quebrado al medio, tanto en términos ideológicos como en términos políticos geográficos, con un norte profundamente volcado a Lula, con la excepción del estado de Roraima, y un sur profundamente bolsonarista. El PT triunfó en 14 estados, Bolsonaro en 12 más el Distrito Federal.
Un mapa que refleja, con pequeños cambios, la realidad que se vivió cuatro años atrás.
Pese a los muertos por el covid-19, pese a la realidad económica, pese al desempleo, pese a que pocos creían en que Brasil podía querer cuatro años más de Bolsonaro, la realidad es que el bolsonarismo se consolidó como fuerza política en Brasil. El tema es que Lula propone volver a la realidad de su presidencia… que transcurrió entre 1 de enero de 2003 y el 1 de enero de 2011, pero ni el mundo, ni Brasil, ni los brasileños son los mismos.
El domingo pasado también se elegían gobernadores, el bolsonarismo ganó la elección de gobernadores en nueve Estados mientras que el PT triunfó en cinco y tan solo en doce Estados la contienda irá a segunda vuelta, incluyendo el populoso Estados de Sao Paulo, por lo que en muchos sitios las razones de participación serán menores, aunque el voto sea obligatorio. Basta saber que el domingo la abstención alcanzó más del 20% de los brasileños.
Quizás la clave pase por la movilización ciudadana de cara a esos comicios.
Lo que sí ya se definió es la conformación del Senado y la Cámara de Diputados, donde la mayoría será de neto corte conservador, con lo que de repetirse el triunfo de Lula, debería gobernar con un parlamento claramente opositor.
Las encuestas auguraban que Lula ganaría en primera vuelta y Bolsonaro no alcanzaría el 40% de los sufragios, Lula no ganó en primera vuelta y Bolsonaro superó el pronóstico por más de 3 puntos. Las mismas encuestas ahora auguran un amplio triunfo de Lula en segunda vuelta. Fallaron en la primera, ¿Acertarán en la segunda? Porque está claro que es un acierto y lejos está de ser algo científicamente comprobable. En parte por los notorios errores de registro, y en parte por el ‘vergonzante’ voto bolsonarista.
Como dato curioso, que puede tener una fuerte incidencia en la segunda vuelta si la elección es muy disputada, es la presentación de los resultados.
El pasado domingo, hasta que se presentó el 70% de los votos escrutados, Bolsonaro estaba al frente, realidad que se invirtió desde allí hasta el final del conteo.
En esta elección solo estaba en juego quienes pasaban a segunda vuelta, ¿Qué pasaría si se pretende ‘imponer’ desde las autoridades electorales un triunfador diferente al real? ¿Cuál sería la reacción del Presidente Bolsonaro en caso de darse una situación similar? ¿Aceptaría el resultado o denunciaría fraude?
Por lo pronto, Bolsonaro sigue en pie de guerra y en modo Guerra, exponiendo que ‘Nunca había habido victoria más amarga ni derrota más dulce’… pero fue solo el primer capítulo de la miniserie, que termina el próximo 30 de octubre.
Un fantasma recorre el mundo…
Los brasileños tienen la posibilidad de escribir su propia historia… el tiempo dirá cual es.