Elecciones 2022: entre el institucionalismo, el Estado autoritario y el populismo progresista

Elecciones 2022: entre el institucionalismo, el Estado autoritario y el populismo progresista

No es poco lo que se jugará en los próximos comicios presidenciales. Un completo análisis sobre cómo pintan las cosas en el panorama político

Por: Felipe Pineda Ruiz
diciembre 17, 2020
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Elecciones 2022: entre el institucionalismo, el Estado autoritario y el populismo progresista

Después de dos años de gobierno del presidente Duque, son muchas las luces y sombras que emergen sobre el futuro de su gestión. De ello depende parte del resultado de las elecciones presidenciales, y de Congreso que tendrán lugar entre marzo y junio de 2022. En ella estarán en disputa quienes buscan consolidar el poder del Estado autoritario [1], representado por los ocho años de “seguridad democrática” del expresidente Álvaro Uribe, y los dos años del actual mandatario Iván Duque; aquellos que buscan recuperar la institucionalidad de tradición liberal, defensora de la constitución de 1991; y la propuesta del bloque de izquierdas, que defiende un tipo de populismo progresista [2], que respeta las libertades individuales y los derechos humanos de la actual carta magna, pero no el modelo neoliberal y de libre mercado que en ella se consigna. 

Visto en retrospectiva, y perspectiva, no es poco lo que se juega en aquellos comicios de 2022: el asesinato de líderes sociales en los territorios, así como los factores estructurales que la pandemia ha puesto en evidencia, han creado un peligroso cóctel de indignación y resentimiento, entre las personas del común, que puede convertirse en la excusa perfecta para que las fuerzas más oscuras del país intenten “pescar en río revuelto”, atizando la violencia en las regiones. 

La COVID-19, sin lugar a dudas, expuso durante estos meses las deficiencias estructurales de un sistema de salud creado para crecer en cobertura pero no en calidad, y las fallas de un sistema educativo diseñado para subsidiar la demanda, vía Icetex y versiones similares a la de Ser Pilo Paga, que ha terminado por colapsar ante la imposibilidad de pago de los estudiantes, convertidos ahora en acreedores. 

En el ámbito laboral han quedado al descubierto tanto la informalidad, como la precariedad contractual, que atizadas por la pandemia han destruido más de 5 millones de empleos. Otros tópicos al desnudo, al fragor de la coyuntura, son la pobreza monetaria, la pobreza oculta, y la burbuja inmobiliaria producto de la desregulación del sector.

No es descartable que aquella indignación ciudadana, que viene in crescendo desde 2019, pueda traducirse electoralmente en una especie de referendo a la gestión de la administración Duque durante el COVID-19. Como bien lo decía el célebre politólogo español Manolo Monereo: “Quizás por esto merece la pena mirar la realidad con ojos limpios, una realidad, dicho sea de paso, que oculta conflictos cada vez más evidentes ante un sistema político, por decirlo así, pillado con alfileres. Estructura y sobreestructura bailan y el palacio flota. Los que mandan están cada vez más solos y, por abajo, el humor social se agita  y cambia” [4].

En retrospectiva, el partidor de las presidenciales de 2022 comenzó con las elecciones regionales de 2019, las cuales evidenciaron el hastío de la ciudadanía con la clase dirigente tradicional. Las victorias en múltiples alcaldías, asambleas, concejos y gobernaciones, por parte de candidaturas de centro independiente —procedentes del Partido Verde, ASI, varias candidaturas por firmas— y de izquierda —pertenecientes a Mais, Unión Patriótica, Colombia Humana, Polo Democrático, Farc— pusieron al descubierto ese cansancio del electorado con los partidos tradicionales. 

El partidor parlamentario de 2022

Para entender la radiografía de la disputa electoral, que tendrá lugar entre marzo y junio de 2022, es necesario situarlo en el marco de la lucha entre tres bloques, izquierda (populismo progresista), derecha (Estado Autoritario) y centro (institucionalista) que, todo indica, realizarían consultas simultáneas el día de las elecciones parlamentarias para elegir a sus candidatos presidenciales. 

En el caso del Congreso se vislumbran fusiones y listas en coalición para encarar la contienda. Según la resolución 2151, del 5 de junio de 2019: “Los partidos y movimientos políticos con personería jurídica que sumados hayan obtenido en la última elección una votación de hasta el quince por ciento (15%) de los votos válidos de la respectiva circunscripción, podrán presentar una lista de candidatos en coalición para la misma corporación pública”.

Esto último podría facilitar, en el caso de los partidos de izquierda, el lanzamiento de una lista única en la que podrían estar el Polo Democrático Alternativo, la Colombia Humana, la Unión Patriótica y Mais. 

Partidos con peligro de perder su personería, o reducir significativamente su votación, como la U y Cambio Radical, podrían optar por concertar coaliciones con partidos más pequeños (como los cristianos Mira y Colombia Justa Libres) en aras de mantener sus numerosas bancadas en el legislativo.

El descrédito de los políticos y partidos tradicionales, y la pérdida de fuerza de las denominadas “maquinarias”, abren una ventana de oportunidad para la renovación del congreso con figuras de opinión que le hablan directamente al electorado, y que pueden enriquecer la discusión en algunos de los temas de la agenda (legalización de drogas, regulación de las plataformas digitales, cultivos ilícitos, código de policía).

El partidor presidencial de 2022

Aunque pueden aparecer temas contingentes en la agenda central en los próximos meses, es claro que el panorama de las presidenciales estará marcado por tópicos centrales como la implementación del proceso de paz, el asesinato de líderes sociales, la reforma tributaria, las medidas de choque en materia laboral y la gestión del gobierno en el manejo de la emergencia sanitaria que ha supuesto el COVID-19. 

Para ubicar el abanico de aspirantes presidenciales, es menester anclar las diferentes candidaturas a los bloques políticos a los cuales pertenecen que, como mencionamos anteriormente, tendrían consultas simultáneas para elegir sus respectivos candidatos.

Los avatares de la consulta de derecha

Aunque aún falta mucho tiempo para las presidenciales, el panorama presidencial de la derecha nacional debe primero despejarse desde su partido más fuerte (Centro Democrático), el cual podría escoger candidato único previo a una tentativa consulta general. 

Para nadie es un secreto que el guiño del expresidente Álvaro Uribe sigue siendo el factor determinante dentro de este bloque político, por ello no es descartable que la candidatura única de derechas se decante mediante acuerdo previo, sin necesidad de consulta, entre los partidos que lo apoyarían —Centro Democrático, Partido Conservador, Partido de la U, Cambio Radical, partidos cristianos—. Lo anterior cobra fuerza después del encuentro en la finca de Uribe, en días recientes, entre la familia Char y el exmandatario de origen antioqueño [4]. 

Al margen de si se realiza consulta o no, este es el abanico de postulantes iniciales que participarán por la candidatura única de la derecha colombiana:

Marta Lucía Ramírez: su experiencia ininterrumpida en todos los gobiernos desde 1998, como ministra y vicepresidenta, y ser la bisagra entre el conservatismo y el uribismo, le da ventaja frente a otros postulantes. Sin embargo Ramírez tendrá que cargar con el lastre de impopularidad del gobierno Duque.

Alejandro Char: después su paso por la alcaldía de Barranquilla durante dos periodos, con altos índices de popularidad en su gestión, Alejandro Char decide lanzarse a la presidencia con el respaldo de su familia, un clan con múltiples negocios en el sector de la construcción y el comercio, así como congresistas, la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico bajo su control. La imagen clientelista de su familia, y el desconocimiento que del candidato tiene el electorado por fuera del Caribe, hacen que esta aspiración tenga un futuro incierto, más aún en unas elecciones en donde la política tradicional podría ser la gran castigada por la ciudadanía. 

Federico Gutiérrez: exalcalde de Medellín, Gutiérrez hace parte de esa nueva generación de candidaturas por firmas que, una vez en el sector público, terminan realizando dudosas erogaciones en la ejecución presupuestal. En sus cuatro años al frente de la capital antioqueña, Gutiérrez fracasó en su intento de privatizar Empresas Públicas de Medellín (EPM). Aunque es ampliamente conocido en Antioquia, la opinión en general en el resto del país lo desconoce.

Tomás Uribe: aunque se desconoce si esta candidatura terminará en el partidor presidencial, no es descartable que suceda, más aún cuando el “uribismo purasangre” carece de un postulante que cohesione plenamente a esta fuerza política. Así como sucedió con Keiko Fujimori en Perú, la figura del hijo de Uribe lograría aceptación entre las bases de esta colectividad.

Rafael Nieto: probablemente el candidato con mayor impronta de estadista de los “uribistas purasangre”. En contra suya juega la poca aceptación de su anterior candidatura presidencial y el poco entusiasmo que despierta su nombre en la actual.

Paloma Valencia: desde el congreso ha defendido las ideas del uribismo con ahínco y ha logrado posicionarse como una de las figuras más descollantes ante la opinión pública de derechas. Aunque su desempeño en el legislativo es superlativo, los electores no la perciben como una presidenciable con opciones. Es probable que repita en el legislativo para impulsar una lista ávida de nombres y votos ante la ausencia de Uribe, el gran elector del parlamento. 

Juan Carlos Pinzón: después de su paso por varios ministerios, y la gerencia de ProBogotá región recientemente, Pinzón es otra de las nuevas figuras de la derecha que podrían hacer parte del relevo generacional de este sector. Aunque con condiciones para ocupar el primer cargo del país a Pinzón le sucede algo similar a Rafael Nieto.

Dilian Francisca Toro: excongresista y exgobernadora del Valle del Cauca, Toro parte como la candidata única del Partido de la U para las presidenciales. A su favor tiene una fuerte “maquinaria” en el Valle y el eje Cafetero. Sin embargo la intención de voto que registra, en las últimas encuestas que han salido, la pone en desventaja con respecto a otros postulantes. Al margen de los resultados de su candidatura, Toro es pieza clave en la conformación de la alianza de derechas, al consolidarse como jefe única del Partido de la U, por encima de los veteranos Roy Barreras y Armando Benedetti, ambos ahora fuera de la colectividad.

¿Se materializará la consulta de centro?

La consulta del denominado centro político es la más incierta de todas. Por ser una corriente variopinta que defiende cierto institucionalismo, con múltiples intereses entre quienes la conforman, se hace más difícil poner a sus tentativos participantes de acuerdo. Aspirantes como Sergio Fajardo, quien lidera varias encuestas presidenciales en intención de voto, podrían optar por no participar en ningún tipo de primarias en primera vuelta.

De concretarse la gran coalición de “centro”, cohesionada bajo las banderas del consenso, la derrota de los extremismos, y la no polarización, esta incluiría, en un hipotético escenario, al Partido Alianza Verde, a Compromiso Ciudadano —de Sergio Fajardo—, al Movimiento Dignidad —de Jorge Robledo—, a disidentes liberales como Humberto de la Calle, a independientes como Rodolfo Hernández, y a políticos tradicionales como Roy Barreras. Entre los principales aspirantes de este sector, en el partidor inicial se encuentran:  

Sergio Fajardo: exgobernador de Antioquia, y exalcalde de Medellín, Fajardo cuenta con la ventaja de ser ampliamente conocido por la opinión pública, y haberse ubicado tercero en las elecciones presidenciales de 2018, con 4.5 millones de votos. Actualmente algunas encuestas lo ubican como el puntero de cara a 2022. En su camino Fajardo tendrá que superar el desgaste que su imagen ha sufrido debido al escándalo de su participación en el proceso de construcción de la hidroeléctrica más grande del país —Hidroituango—, así como dejar atrás aquella imagen de “tibio” que gran parte del electorado tiene de él, incluidos muchos de sus antiguos votantes. Otro obstáculo que deberá superar es el contrapeso de candidaturas de tinte académico, como la de Alejandro Gaviria, que pueden restarle a su nicho de electores. 

Iván Marulanda: senador del Partido Alianza Verde, exaliado de Sergio Fajardo, Marulanda cuenta con una carrera política desde los años ochenta, que comenzó en el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán. Su candidatura parte con la desventaja de registrar muy por debajo del lote de aspirantes punteros.

Sandra Ortiz: senadora del Partido Alianza Verde, Ortiz cuenta con una “maquinaria” fuerte en el departamento de Boyacá. Desconocida por la mayoría de la opinión pública, y con nulo registro en las encuestas, Ortiz tendrá que superar estos escollos para que su postulación despegue.

Camilo Romero: exsenador por el Polo Democrático, y exgobernador de Nariño, Romero parte como el candidato más fuerte del Partido Alianza Verde para las presidenciales. Su juventud, y contar con el respaldo de esta colectividad, fortalecería su aspiración. Sin embargo su nombre no aparece en las diferentes encuestas entre los punteros. La investigación que Romero tiene en curso, por irregularidades en la distribución de 80.000 cajas de Aguardiente Nariño, podría minar el futuro de su candidatura [5]. 

Rodolfo Hernández: exalcalde de Bucaramanga, Hernández terminó su gestión con altos niveles de aprobación, a pesar de los múltiples escándalos que protagonizó por su tipo de personalidad explosiva [6]. El desconocimiento que la opinión pública nacional tiene de él y el bajo registro de su candidatura en las encuestas se convierten en escollos que deberá superar.

Jorge Robledo: congresista desde 2002, Robledo ha sido elegido 7 veces consecutivas como el mejor congresista del país. Los múltiples debates de control político que ha realizado sobre agricultura, economía, minería y libre comercio lo han posicionado como una figura de opinión nacional. Los más de 250.000 votos que obtuvo al congreso, en las últimas elecciones parlamentarias, fueron determinantes para que el Polo Democrático Alternativo (PDA) lograra el umbral y mantuviera su personería jurídica. A pesar de esta impecable impronta, su nombre no registra en el lote de punteros para las presidenciales. La  salida reciente de su antiguo partido, PDA, termina por minar las posibilidades de su aspiración.

Alejandro Gaviria: exministro de Salud, y actual rector de la prestigiosa Universidad de Los Andes, Gaviria es el único de los candidatos de “centro” que podría atravesarse en la sólida candidatura de Sergio Fajardo, quien ha construido una imagen de académico y referente anticorrupción. A favor, Gaviria cuenta con el guiño del establecimiento político liberal, encabezado por Cesar Gaviria y otros, quienes podrían incidir para ratificarlo en los próximos meses como candidato único de la colectividad roja, lo que le brindaría “maquinaria” y apoyo a nivel nacional. En contra, esta candidatura debe superar el bajo conocimiento de su nombre y el escaso registro en las encuestas.

Humberto de la Calle: exministro, exvicepresidente, exlíder del equipo de negociación del gobierno Santos con las Farc, durante el proceso de paz, De la Calle fue candidato por el Partido Liberal en las presidenciales de 2018, con pésimos resultados —menos de 500.000 sufragios—. Aunque conocido por la opinión pública, la candidatura de De la Calle no se sitúa entre las que lideran la intención de voto. 

Roy Barreras: congresista desde 2006, Barreras anunció su salida del Partido de la U para aspirar a la presidencia. Mal percibido por la opinión pública, la candidatura de este avezado y camaleónico político no termina de despegar.

La consulta de izquierdas: ¿un trámite necesario?

Al igual que en 2018 la consulta de la izquierda está configurada para ratificar la candidatura y el liderazgo de Gustavo Petro, quien competirá con dos postulantes con escasas opciones. Los tres aspirantes de esta elección primaria inicialmente serían:

Alexander López: después de la salida de Jorge Robledo del Polo Democrático, este senador originario del Valle del Cauca fue ratificado como candidato presidencial único de la colectividad amarilla. Desconocido por gran parte del electorado, y sin registro en las encuestas, la candidatura de López está avocada a ser una aspiración “comodín” de una consulta de izquierdas diseñada para ratificar la victoria de Gustavo Petro.

Francia Márquez: líder social y ambiental del norte del Cauca, premio nacional a la defensa de los derechos humanos (2015), premio Goldman para el medio ambiente (2018), Márquez también ha logrado distinciones como ser escogida por la BBC, en 2019, entre las 100 mujeres del año. Esta lideresa hace parte de una nueva generación de izquierdas que tendrá el tiempo suficiente para posicionarse en el futuro, pero cuya aspiración presidencial en la consulta de izquierdas, al igual que la de Alexander López, ratificará a Gustavo Petro como candidato único del Polo Democrático, Mais, y Unión Patriótica.

Gustavo Petro: uno de los punteros de las presidenciales actuales, Petro cuenta con la ventaja de ser ampliamente conocido por la opinión pública y haber logrado en 2018 pasar a la segunda vuelta, alcanzando los 8 millones de votos. La consulta de izquierdas que se está configurando está, al igual que en 2018, diseñada para que la gane holgadamente el actual senador y exalcalde de Bogotá. A su favor, Petro tiene su buen desempeño como candidato, una coyuntura nacional favorable para difundir su plataforma programática, y su amplio conocimiento del Estado colombiano. 

En contra, la candidatura de Petro arranca con la negativa del denominado centro de establecer cualquier tipo de coalición con él. También parte con la animadversión del establecimiento colombiano, que se ha encargado de desprestigiarlo desde los entes de control y medios de comunicación. 

Colofón 

Aunque es precipitado realizar vaticinios y pronósticos, más en un escenario político como el colombiano, colmado de reacomodos, rupturas e inestabilidades, el partidor de las elecciones presidenciales de 2022 sitúa a tres bloques políticos con cuatro candidaturas que se perfilan: Alex Char (representando a la derecha defensora del Estado autoritario), Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria (disputando la candidatura del institucionalismo de centro) y Gustavo Petro (liderando la candidatura populista progresista de izquierdas). 

Ante la profundización de la crisis económica y social, estarían dadas las condiciones para que la polarización en el país se agudice y consolide el eje gobierno (uribismo)-oposición (Gustavo Petro), escenario que dejaría por fuera de la contienda principal al denominado “centro”.

Del anterior panorama emergen múltiples preguntas, todas ellas en función de las decisiones que tomen los múltiples actores políticos que conforman este centro institucionalista: ¿apostará el establecimiento en pleno, de la derecha y del centro político, por una única candidatura para salvar las instituciones del terror del “populismo” al que tanto temen, representado por Gustavo Petro? ¿La élite tradicional, y la mayoría de la élite emergente, pondrá freno a la jefatura de Álvaro Uribe en aras de salvar los restos del régimen, convirtiendo al partido Centro Democrático (CD) en el único culpable de todos los males de los últimos 40 años? ¿Jugará el expresidente Uribe su carta presidencial con una candidatura diferente a la del CD? ¿Con cuál bloque político buscará alianza el Partido Liberal liderado por el expresidente Cesar Gaviria? 

Muchas otras preguntas sobre lo que podría pasar en las elecciones de 2022 surgen. A manera de cierre es necesario plantear uno de los interrogantes que más expectativa e incertidumbre suscita: ¿la oposición a Álvaro Uribe será un factor de cohesión lo suficientemente fuerte para unir a la izquierda y el centro político, desde la primera vuelta, para acabar con el ciclo hegemónico del proyecto autoritario del denominado uribismo en Colombia? 

[1] Zuluaga Nieto, Jaime. Colombia: entre la democracia y el autoritarismo. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2003. 

[2] Fraser, Nancy (2019). ¡Contrahegemonía ya! Por un populismo progresista que enfrente al neoliberalismo. Buenos Aires, Argentina: S.XXI Argentina.

[3] Monereo, Manolo. Resentimiento, resignación: dar una oportunidad a la esperanza. Website Cuarto Poder, enero 6 de 2020. 

[4] Ardila Arrieta, Laura. Los Char visitaron a Uribe en el Ubérrimo para hablar de aliarse en 2022. Website La Silla Vacía, diciembre 15 de 2020.

[5] Gobernador de Nariño, a juicio por supuesta corrupción en venta de aguardiente. Diario El Espectador, septiembre 19 de 2020.

[6] Reseña del Portal La Silla Vacía sobre el ex alcalde Rodolfo Hernández, agosto 6 de 2020.

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