La vergüenza, el castigo y el placer de la fascinación del engaño eran resultado de acciones que a veces no se miden o que en otras ocasiones pasan desapercibidas. La corrupción utiliza distintos mecanismos para sustentar sus patrañas. Además, el clientelismo y el sistema neoliberal que se posiciona en todos los ámbitos del país genera una burbuja que diariamente se infla de desprestigio, inmoralidad e ilegalidad propagada.
Cuando somos niños, el temor era la principal razón de mentir. Las intenciones aspiraban a resolver la situación, pero en ocasiones, todo se salía de control. La política por momentos quiere parecer un niño que centra su interés innato en los asuntos públicos, pero que a la vez defiende a capa y espada (como un juego de buenos y malos) los intereses individuales.
Los candidatos políticos se destacan por sus contribuciones como ciudadanos a la construcción de la sociedad. Se miden según las facultades que acompañan su hoja de vida, la transparencia con la que se han formado y las doctrinas o ideologías que acompañan su discurso.
También se destacan por sus atributos físicos, reforzando su figura para parecer con más experiencia, la forma de vestir e interactuar con los diferentes públicos y hasta evalúan el talento al cantar y jugar 21 con la cabeza, estrategias operativas que no dejan ni un pelo al azar.
La naturaleza de las elecciones se manifiesta consciente e inconscientemente en forma de frustración, la mayoría que recurre a las “mentiras piadosas”, se ven hundidos en las encuestas, contagiando de decepción, burla y polarización el ambiente electoral. Las plazas se llenan de compromisos y promesas que no tienen pies, ni cabeza.
Los discursos repetitivos convertidos en verdades, el desgaste social plasmado en letras por las redes sociales y la sensación de control en la predicación, parecida al sermón dominical de la Iglesia católica, comprueban la polarización que se interpone en el territorio colombiano.
La primera mentira dicha en el mundo fue plasmada en la biblia, en ella se relata la obtención del deseo, el interés y el pecado provocado y ejecutado por la mujer. El texto sagrado menciona que el diablo es el padre de la falacia, asesino de la verdad y originario de la mentira.
En los años 90 las alianzas entre el narcotráfico y la política en las elecciones presidenciales originaron un precedente, notorio, divulgado a la luz pública, en donde lideres disfrazados de elefantes, delfines y ratas de cloaca invadieron los pasillos de los palacios, como si el país del realismo mágico en vez de congreso o gabinete presidencial tuviera un zoológico generacional. Especies en vía de extinción, como el dinosaurio de Gerlein, reptil que se niega abandonar el pupitre de cuero y madera empotrada en el Capitolio Nacional.
Como dijo Gabo: "La primera condición del realismo mágico, como su nombre lo indica, es que sea un hecho rigurosamente cierto que, sin embargo, parece fantástico".
Los golpes que ha recibido Colombia por más de cinco de décadas de violencia, de corrupción, de injusticia y mermelada, se ven reflejados en los mensajes y declaraciones de los aspirantes.
La influencia de políticas públicas del exterior, la bajeza caracterizada en acciones ordinarias que son propagada por redes sociales y aceptadas por todo público, la ética fragmentada, la falsificación de un mundo ironizado en las letras de La civilización del espectáculo de Vargas Llosa, la contaminación de la conducta, el reproche de lo banal que emerge de un idealismo humano, el clima de opinión que deja un panorama tormentoso y el fracaso de la legitimidad de la democracia.
En esto se resume la parafernalia de cada campaña política, las declaraciones de guerra y el show mediático desplegado en las plataformas periodísticas, el poco interés por el buen uso de las estrategias y las brechas que crecen con la desinformación configurada en mentiras piadosas.
Para cerrar, como señaló Mahatma Gandhi: “más vale ser vencido por la verdad, que triunfar por la mentira”.