Impredecible. Esa es la expresión exacta en el momento. Impredecible, sí señores y señoras: “impredecible”. adj. Que no se puede predecir”, lo cual no es necesariamente negativo como concepto o como fenómeno; pero, por lo que se está viviendo, léase por lo menos, la implementación del Acuerdo de Paz, el posacuerdo y la situación económica, se observan como dificultosos; no es para menos si tomamos nota del análisis hecho al último trimestre: “Encuesta de Yanhaas muestra sorpresas y tendencias interesantes. Por ahora, no hay un favorito claro. (…) arrojó resultados interesantes sobre el conocimiento, favorabilidad y confianza de algunos de los actuales funcionarios, políticos y figuras más destacadas del país. De hecho, los resultados de algunas de las respuestas hacen aún más emocionante y apretado el que podría ser el partidor de las elecciones presidenciales de 2018”. Claro, era apenas un sondeo en que se compara la situación actual, cuyas variaciones son del todo obvias, no solo a los personajes objeto de pregunta, sino los movimientos, los acuerdos, los desacuerdos que se están desarrollando.
De hecho, lo actual que tampoco es definitivo, arroja unas tendencias de derecha e izquierda bien que diversas. La atracción que produce los efectos, increíble, los efectos de la tendencia del No, llevan a una coalición que se ha estado puliendo desde el Centro Democrático que, por el mecanismo de la encuesta deja como ganador al senador Iván Duque; se le ha sumado la propuesta del expresidente Pastrana, con la presentación de Marta Lucía Ramírez; y, así se excluyen otras posibilidades del mismo o, de mayor tono.
Otra es la alianza que se ambientó por el Partido Verde, con la senadora Claudia López a la cabeza y que terminó en una alianza con Robledo (Polo) y Fajardo, algo moderado y que, al parecer, tiene gran recibo. Si no me equivoco, esta alianza surge con el propósito de superar las tensiones producidas por el Sí y el No, lo cual muestra que ese imán sigue latente y sea el punto de partida.
El Partido Liberal, luego de consulta que, no propiamente interna, está en búsqueda de facciones, de manifestaciones políticas de toda pinta. Faltan allí datos de interés.
Otros fortines de izquierda, de nacimiento en Bogotá, en satélites, con linterna en mano escudriñan las posibilidades y, aunque electoralmente fueron gananciosos —Petro, Clara López—, se presentan como fuerzas en búsqueda de libretos que superen las críticas citadinas del uno y el contacto que como ministra tuvo con el presente gobierno, la otra; dicho sea de paso, es quien se identifique con la actual administración, en cuenta regresiva, posee un subproducto de impopularidad.
¿Podemos hablar de un nuevo país?
Ojalá que sí; pero sin que la antigua guerrilla ya en la legalidad,
sea la condicionante de ese sí nuevo país.
Las firmas hicieron posible otras candidaturas, entre ellas, unas más fuertes que otras, pero, la verdad, el instrumento se desgastó: el desgaste por la corrupción, magia negra que invadió la política.
Por eso, algunas posturas ni siquiera van a despegar, aunque para Cambio Radical, fue una estrategia de relanzamiento de lo que ahora ya es su candidato; sin duda que el eslogan fue llamativo: “´Mejor Vargas Lleras´ (…)”.
Y, desde luego, la candidatura del nuevo movimiento político o, Partido Político ‘Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común’ -Farc: “Con el reconocimiento por parte del Consejo Nacional Electoral de la personería (…) al partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, Farc, se ha producido un hecho del mayor significado para el proceso de paz: habilitar las condiciones formales para la participación política de quienes estuvimos alzados en armas. (…) entramos de lleno en la contienda política de 2018 con candidatos propios para la Presidencia y el Congreso de la República”.
Nada está escrito, pero hacia la contienda electoral vamos.
Por el proceso que se sigue, por los planteamientos que se oyen, las Farc no han dejado de ser el punto de referencia en los sentimientos, en las coaliciones para llegar al poder, lo que ha sido así desde 1964. ¿Será entonces que podemos hablar de un nuevo país? Ojalá que sí; pero sin que la antigua guerrilla ya en la legalidad, sea la condicionante de ese sí nuevo país.