Este 13 de marzo se definen cuáles serían los aspirantes a la Presidencia de Colombia 2022 - 2026. Ya algunos están en el partido en calidad de independientes, los otros esperan el resultado de una atípica consulta interna de sus partidos o movimientos.
Entre estos, el hombre que puntea en todas las encuestas realizadas, sobre quien sería el próximo presidente, y que no tiene contendor a la vista. Sus contendientes anodinos se evaporan ante la presión de las circunstancias y vagan etéreamente por el mundo de lo irreal.
Muchos de los electores, cansados de las promesas incumplidas y de los mismos con las mismas, piensan que este es el momento ideal para el cambio en el manejo de los destinos de un país que ha soportado en su vida republicana toda clase de actitudes venidas dentro del ropaje de un azulejo o de un sangre toro, sin que la blanca paloma traiga en su pico el ramo de olivo como señal inequívoca que cesó la horrible noche.
Muchos de ellos se la juegan a todo o nada y lanzan los dados de la fortuna por un candidato que ha prometido el cambio real de las cosas en este sufrido país, a pesar de los denuestos y los comentarios negativos que le enrostran al candidato que se perfila.
Para muchos, como dijo Julio Cesar al cruzar el río Rubicon, "la suerte está echada", lo que en ese entonces, como ahora, no era para nada algo trivial, ya que ese río tenía importancia trascendental en el derecho romano porque a ningún general le estaba permitido cruzarlo con su ejército en armado ya que marcaba el límite del poder del gobernador de las Galias.
Y decimos como ahora, porque en nuestro país ha sido una tendencia generalizada votar por el statu quo, dentro de un gatopardismo generacional de votar por el cambio pero que todo siga igual.
Esta conducta en estos últimos años se ha trastocado por diversos factores que tienen que ver con la galopante corrupción, cada vez más escueta y sin escrúpulos de una mal llamada clase dirigente que es la directa responsable que el país gire el timón hacia la izquierda así se pierda el norte del verdadero curso que ellos quieren que esta nave surque para llegar a puerto seguro.
Y es gente que, debido a los golpes recibidos por los gobiernos en los cuales confío y puso toda la carne en el asador cuando acudieron a las urnas, piensan que es el momento que el gobierno cambie de mano y se le dé la oportunidad a alguien diferente que venga a reivindicar sus derechos conculcados por más de dos centurias.
Si esto es así, cruzar ese umbral entre lo que nunca fue y lo que podrá ser, significa estar ante el azar y la necesidad de un pueblo que siempre ha sido víctima de los cantos de sirenas y piensa que estos cantos que ahora se entonan marcaran el derrotero de una nueva Colombia incluyente en la que reine la justicia, la paz y la libertad.
¡Amanecerá y veremos, dijo el ciego!
