Muchos me preguntan y se preguntan por qué no continué la carrera de actor y por qué opté por la carrera de periodismo. El motivo y la historia es la siguiente:
Resulta que en esa época (década de los 80), además de actuar en teatro y televisión, yo ya ejercía como periodista. Escribía una columna de farándula denominada El Zurdo Diestro (zurdo de zurdo y diestro de destreza o habilidad) en el periódico El Bogotano de la desaparecida Consuelo de Montejo.
Esta columna se volvió muy famosa hasta tal punto que todos los días las oficinas de prensa de las programadoras de televisión de la época, tales como RTI, Promec, Punch Caracol Televisión, entre otras, recortaban del periódico mi columna y la ubicaban en las carteleras para que los directores, actores, actrices, cantantes, camarógrafos, etcétera, se enteraran de lo que se decía en ella.
De hecho, la columna se volvió tan famosa que fui invitado como jurado de Sábados Felices, en esa época dirigido por Alfonso Lizarazo. También a Compre la Orquesta, que animaba Pacheco. Todos leían al Zurdo Diestro, pero muy pocos sabían quién era ese personaje que tenía como lema "la crítica sin anestesia". La razón era que yo, Juvenal Duque, quería separar mi labor como periodista de farándula y como actor, porque me parecía que eran dos profesiones incompatibles.
Así lo hice durante algún tiempo, hasta que cierto día me encontré por casualidad con el director de televisión Julio César Luna con quien yo había trabajado meses antes en una producción.
—Julio César, me gustaría volver a trabajar con usted—, le dije.
—Claro que sí, probablemente lo necesite—, respondió el señor Luna.
—Déjeme la hoja de vida con Jorge Cardona, mi asistente—, agregó.
Por indicación de una secretaria, me dirigí entonces a la oficina de Jorge, quien en ese momento estaba recostado en el marco de la puerta que da acceso a la sala de espera, leyendo unos documentos.
—Señor Cardona, mucho gusto, mi nombre es Juvenal Duque. Resulta que Julio César Luna, con quien acabé de hablar, me sugirió que dejara con usted mi hoja de vida porque, según él, me podría necesitar como actor para su próxima producción—, le comenté.
Cuando estiré la mano para entregarle mi hoja de vida, él, Jorge Cardona*, en cambio de recibir el folder, en un inexplicable acto de descortesía y grosería me cogió del brazo, al tiempo que me decía en tono desagradable: "¡Por favor, espéreme afuera!".
Inmediatamente me cogió del brazo, yo reaccioné furioso y le dije: "¡A mí no me coja, no sea guevón! ¡Pídame que me retire, pero no me toque!". En ese momento estaban todos los integrantes del elenco de Sábados Felices, quienes en su mayoría me conocían. Después de esta desagradable experiencia, no tuve más remedio que abandonar el lugar.
Transcurrieron 15 días de sucedido el percance con este sujeto, cuando me enteré de que al señor Cardona, el mismo con quien había tenido un altercado, lo había echado de Caracol televisión. Fue así cómo en mi columna de El Zurdo Diestro decidí referirme al despido del señor Jorge aplaudiendo la decisión de la programadora.
En el escrito narré paso a paso el percance que había tenido con este señor quince días antes, pero no lo hice en primera persona, sino en boca del Zurdo Diestro. Incluí en ellas varias historias relacionadas con malos tratos por parte de este señor que logré investigar.
Un mes después, me desplazaba yo en una buseta cuando de repente vi que Cardona por casualidad se subía al mismo vehículo en el cual yo viajaba. Yo estaba sentado en la parte de atrás. Jorge, al verme, me reconoció y me saludó. “Qué hubo”, me dijo y yo le contesté lo mismo. Él se ubicó en la parte céntrica del vehículo. Se sentó y la silla que estaba a su lado quedó desocupada. Decidí sentarme a su lado.
—¿Qué hubo, hermano?, ¿qué hay de esa vida—, me preguntó Cardona.
—Todo bien—, le contesté.
—¿Qué hace?—, me preguntó Jorge de nuevo.
—Ahí, trabajando— le dije.
—¿Qué está haciendo ahora?—, siguió indagando Cardona.
—Ahí, en el periódico El Bogotáno, como siempre—, le contesté.
—¿En El Bogotano?—, preguntó sorprendido.
—Sí—, repliqué.
Yo ya sabía hacia dónde iba dirigida la conversación y empecé a sentir un inmensa e inimaginable satisfacción de desquite.
—Oiga, hermano, usted que trabaja allá, dígame quién es un tal Zurdo Diestro.
—¡Ese soy yo, parcero!—, le respondí con un increíble deleite.
—¡No jodás que fue usted el que escribió eso sobre mí diciendo que celebraba que Caracol me hubiera echado del trabajo!
—¡Así es, sí fui yo! Para que no sea hijue&%$$### y aprenda a no subestimar a la gente que va a pedirle trabajo. Esa persona que va a pedirle a usted una oportunidad, sin darse cuenta, puede tener más poder que usted. Usted debe aprender a no subestimar a nadie.
—Hermano, usted me jodió, porque las programadoras a donde he llamado para que me contraten me reciben con ese artículo escrito por usted y de inmediato, me rechazan.
El hombre se mostró bastante arrepentido y me pidió que como el Zurdo Diestro le ayudara sacando una columna a su favor con la promesa de que cambiaría su manera de ser y actuar. Así lo hice.
Tiempo después, cuando yo trabajaba con Manuel Teodoro en Extra, a Jorge me lo encontré de nuevo y almorzamos juntos en el restaurante de Caracol Televisión. Jamás hemos vuelto a mencionar el incidente.
Todo lo anterior fue motivo para que a partir de ese día yo decidiera dejar a un lado la actuación y dedicarme solo al periodismo porque lo que hice, no sé si me equivoqué, lo consideré antiético. Son dos oficios que no se deben mezclar porque los considero incompatibles.
Otro motivo que tuve para cambiar la actuación por el periodismo fue el desaparecido actor Álvaro Ruíz, en una entrevista que le hice, aseguró: "La actuación es una profesión con un futuro muy incierto”.