La conexión entre la opinión pública y la democracia es un hecho evidente, pues la primera siempre ha sido estandarte de la segunda; es por eso que en estas elecciones presidenciales no solo se muestra un ganador y un perdedor, sino que también se evidencian las manifestaciones individuales de opinión del elector, apodíctico dirían algunos.
Precisamente, esas opiniones públicas hoy en día hacen mayor eco que en épocas pretéritas, están en su cénit.
Esto gracias a ciertos aspectos importantes que hay que resaltar: el primero de ellos es que nos encontramos en la era digital, donde se cuenta con un sinnúmero de plataformas digitales que permite la intervención del ciudadano -hecho que también le quitó protagonismo a los medios de comunicación tradicionales, quienes controlaban el qué, el cómo y cuándo compartir la información.
Segundo, el cada vez mayor acceso a la educación hizo que cundiera una proliferación de opiniones serias e informadas, hecho que impulsó igualmente que un derecho tan elemental al día de hoy, como es el voto se ampliara a todos los ciudadanos que sintieron la necesidad de forjarse a un pensamiento político y que en consecuencia se volviera universal; como también que la política dejara de ser tema solo para algunos o para las élites.
En razón a ello, hay quienes indican que el verdadero fundamento de un gobierno es la opinión de los gobernados, afirmación de la que se desprenden otras, por ejemplo, la del experto politólogo Giovanni Sartori quien resaltaba en sus obras la célebre frase: “la democracia contemporánea es el gobierno de la opinión”; mismo que conceptualizó que una opinión personal pasa a ser una opinión pública cuando se cumple con dos criterios: hacer referencia a lo público y difundirse entre lo público.
Hoy gracias a este auge de la opinión e intervención pública, estas elecciones presidenciales prometen diferenciarse de otras que la antecedieron y de seguro no tendrán parangón.
En suma, hay que resaltar que estas elecciones han marcado varios hitos y precedentes para la política de nuestro país, por ejemplo, es la primera vez que en la contienda electoral no se encuentran “candidatos directos” de partidos hegemónicos y tradicionales como el Liberal y el partido Conservador.
De la misma forma las consultas están en su clímax, cada vez más utilizadas o por lo menos en los dos últimos calendarios electorales (2018- 2022), métodos que eran empleados solo dentro de los partidos políticos, lo que alejaba a muchos liderazgos y generaba cismas al interior de estos y en respuesta los desertores creaban nuevos movimientos y partidos políticos -ejemplos en nuestra política sobran, que por cuestión de espacio no se mencionan-. Finalmente, la intervención activa de la sociedad cibernética, que ha sido un ecosistema para la intervención activa de la sociedad en la política.
Todo este activismo en las plataformas digitales ha sido cuestionado y en todos los sentidos, pero es un hecho que no hay que llevarlo a la exageración, por tanto, no se debe subvalorar, pero tampoco sobrevalorar, ya que ha permitido que muchas voces y opiniones divergentes sean escuchadas, sin embargo, hay que tener presente que allí también hacen eco las voces de la desinformación y manipulación.
Para concluir, las democracias se fortalecen donde hay disenso más que consenso, por lo menos así lo asevera el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, en una entrevista reciente publicada en el diario El País (de España) donde se le pregunta si Colombia es una sociedad acostumbrada a dividir, a lo que él responde: “Para mí, una sociedad unánime es un peligro. La unanimidad sólo existe en una sociedad totalitaria.
"Creo en la contradicción, en el debate y en la necesidad de que no todo el mundo piense lo mismo", idea que permite resaltar la importancia del protagonismo de las diferentes opiniones y que estas se hagan escuchar en diferentes canales, sobre todo en el tarjetón electoral ya que de este modo se fortalece el pluralismo, los mecanismos de oposición y la alternancia; fenómenos que enriquecen la democracia.
Así las cosas, las ideas de las élites económicas, políticas y de gobierno, cuentan hoy con menos incautos que persuadir, aquellos que depositaban una confianza ingenua y excesiva en historias e ideas absurdas ya son pocos.
En honor a esta emancipación de las ideas y la opinión pública me arrogaría la libertad de invitar a que su voto en las elecciones del próximo domingo sea para un cambio, el que le pertenecía en otro tiempo solo a los privilegiados, debemos aventajarnos y aprovechar esa libertad de opinión y acción para generar cambios directa o indirectamente ya que unas elecciones libres con opiniones impuestas no conducen a nada, el ganador de estas elecciones seguramente será el voto de opinión, el voto de opinión informado.
