El día 25 de octubre se llevarán a cabo las elecciones en todo el territorio nacional para elegir gobernadores, alcaldes o alcaldesa, diputados, concejales y ediles o miembros de juntas administradoras locales. Esta jornada electoral, al igual que las pasadas, coloca en el ojo del huracán la endeble democracia colombiana, que según los defensores del statu quo es la más fuerte del hemisferio, por ser la que más tiempo tiene sin dictaduras; igualmente, por que se tiene derecho al principal de los ejercicios democráticos: el derecho a votar.
Pero lo que no dicen los políticos tradicionales es que este “derecho de votar” en los comicios electorales está plagado de toda clase de ilegitimidad (a pesar de su legalidad) por el llamado “clientelismo electoral” el cual se evidencia en una abstención que en ocasiones supera el 50 %, la compra de votos, el chantaje a los votantes con amenazas de despido, desplazamiento y, peor aún, el cambio de resultados al finalizar la jornada y la trashumancia de votos. A pesar de estos hechos, hay quienes creemos que el voto debe ser utilizado para democratizar la sociedad, combatir la inequidad, la discriminación y las desigualdades económicas y sociales.
Una de las grandes novedades de esta elección es que el voto de los colombianos no solo hará el relevo democrático de estos cargos públicos, sino que escogerá a las personas idóneas para apoyar el gran acuerdo político que permita concretizar los acuerdos de paz que se están gestando entre el gobierno y las insurgencias. Se espera que estos nuevos administradores contribuyan a sentar las bases de una nueva sociedad. Los elegidos tendrán la responsabilidad de administrar en aras de la refundación del país; dicho cambio debe hacerse desde los gobiernos locales. Por tanto, a la hora de elegir, debemos ser conscientes que no es una elección por una persona con intereses particulares, y que sí es una elección por un nuevo proyecto de país.
Las comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales, debemos apoyar a los candidatos que estén comprometidos con una nueva sociedad, que nos brinden espacios y bienestar más allá del “yo quiero a los afrocolombianos y el 21 de mayo”. Nuestro voto debe ser por proyectos políticos que no estén en defensa de las élites que ha manejado el país desde la fundación de la República, y que son las causantes y continuadores de la desdicha y pobreza que en toda Colombia ha sufrido el pueblo negro.
No debemos apoyar candidatos que defienden los intereses de los ricos y sus clases. Debemos votar por quienes trabajen por nuestra gente, por derechos para los pobres, que en definitiva son la gran mayoría gente negra. Por quienes construyan una sociedad mejor, sin racismo ni exclusión, y que brinden oportunidades a los excluidos, a los grupos étnicos, a las personas en situación de discapacidad, a la juventud y a las mujeres con más salud, educación y en armonía con el medio ambiente.
Mi voto y el del pueblo afrocolombiano, como pobres y discriminados, debe ser por Clara López Obregón a la alcaldía y Alejandro Rivera al Concejo, quienes representan un proyecto político alternativo, quienes serán administradores y legisladores por la paz para una nueva sociedad sin racimos ni discriminación.
Desde el palenque, un cimarrón todavía.
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Palenquero, miembro del CONAFRO-MARCHA PATRIOTICA, del CEUNA - activista.