El virus de la inconsciencia e indisciplina social

El virus de la inconsciencia e indisciplina social

"Tal vez el debate no esté entre si encerrarnos o no, el debate está en protegernos con sentido individual y colectivo, fuerte en paciencia y conciencia"

Por: Santiago Amaya Barrantes
junio 30, 2020
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El virus de la inconsciencia e indisciplina social

En días anteriores hemos visto la discusión entre volver a una cuarentena estricta o seguir con la reactivación mientras los números de contagiados y de muertes en nuestro país están en aumento. Detrás de esto hay un aspecto importante: la indisciplina e incumplimiento de las medidas para evitar la expansión incontrolable del virus. En estos momentos las UCIS se están llenando y la indisciplina social sigue. Es una dualidad extraña: mientras más personas mueren y se contagian vemos que el comportamiento de unos es incumplir los protocolos de seguridad. En Barranquilla, Cartagena, Bogotá y otras partes del país se han destapado fiestas clandestinas. Además, en redes sociales se ha visto cómo las personas hacen aglomeraciones en las calles y no cumplen los protocolos como el simple uso de tapabocas; en fin, no respetan su vida ni las de los demás.

Tal vez tenga que ver con que llevamos una cuarentena muy larga y nos hayamos cansado. Llevamos más de 3 meses encerrados, entre algunas excepciones. Algunas personas duraron 2 meses encerrados, hasta que llegaron las reaperturas para salvar a algunos sectores de la economía. Otros nunca lo estuvieron porque tuvieron que trabajar: profesionales de la salud, trabajadores de supermercados, algunos transportadores, entre otros. Pero también hubo indisciplinados que no debían salir y lo hicieron sin que les importara nada. Existen una variedad de casos, pero la disyuntiva está al final entre los que hicieron lo correcto para cuidarse y cuidar a los demás y los que no.

Con lo anterior, sale a flote una injusticia que se deriva de nuestro egoísmo, de nuestra ignorancia e intolerancia. ¿No es injusto que muchos estemos sacrificando nuestra salud mental, nuestro bienestar o que carguemos con todo lo que trae un encierro, mientras otros se comportan como si no estuviera pasando nada? Es evidente que las acciones de unos están poniendo en riesgo el bienestar de todos con el aumento de los contagios y el posible colapso de los hospitales.

Es claro que muchas personas viven del día a día, que trabajan en la informalidad y que necesitarían un apoyo económico más focalizado y digno. Las personas necesitamos salir y la reactivación debe ser el camino para no dañar el tejido productivo y social de nuestro país. Mi discusión se centra más en las personas que no tienen necesidad de salir, que no deberían salir, o los que tienen que hacerlo, y no cumplen con las medidas de bioseguridad. Es verdad que muchas personas vulnerables viven en viviendas pequeñas, que no cuentan con los servicios adecuados, que no pueden vivir encerrados -como todos-, pero no es justificable para nada la indisciplina, las rumbas, los velorios multitudinarios, ni el incumplimiento de las medidas de protección.

En esta coyuntura observamos unos comportamientos diferenciados y la misma repercusión para todos (como el tipo de confinamiento que nos impongan). Es decir, unos incumplen y ponen en riesgo al país mientras el resto está tratando de salir adelante, de sobrevivir y cumpliendo con todas las medidas. Es que solo imaginémonos esto: una persona que vive con su madre que tiene problemas del corazón, alejado del resto de familiares, que solo ha salido una vez al mes, que estuviera trabajando desde casa y que aunque se permitiera luego hacer ejercicio afuera no sale por miedo de contagiar a su madre. O las personas dueñas de comercios que hasta ahora han podido reanudar sus actividades, o los médicos que trabajan incansablemente por salvar vidas. Imaginemos a estas personas, unas confinadas estrictamente o que luchan por sí mismos y por otros, que cumplen las restricciones, que se cuidan y tratan de cuidar a los demás.

¿Qué decirles a las personas con una situación así, que por la actitud necia, irracional e inconsciente de algunos, tienen que seguir quedándose en sus casas mucho más tiempo? Quedarse con la misma incertidumbre, con el mismo desespero y con la misma angustia mientras otros están despreocupados y escépticos. Mientras familiares de muchos colombianos se mueren, se quedan sin trabajo, están totalmente aislados sin ver a sus familiares, otros están en fiestas, haciendo aglomeraciones en las calles, no usan tapabocas o visitan familiares en riesgo.

Es incomprensible la mentalidad e incapacidad de muchos de entender la dimensión de nuestros actos, y más en una pandemia con un virus tan contagioso y letal. Muchos parecen que no terminan de entender eso. Preferimos creer lo más fácil: que este virus es falso, que fue creado por un laboratorio para instalarnos chips y controlarnos, que las pruebas de covid-19 están infectadas o que no podemos ir al hospital porque están pagando 40 millones para eso. ¿Será una condición humana de sentirnos más atraídos por lo místico, por lo sobrenatural? ¿O una actitud a dejar de creerle a las fuentes oficiales, a las fuentes creíbles, a las opiniones de la ciencia o simplemente la desconfianza hacia un gobierno? Esto puede ser una evidencia del fracaso de la información y de los medios de comunicación. Un fracaso de la sosa hora del programa del presidente. Hoy la gente cree más las cadenas de WhatsApp y las publicaciones de Facebook. En últimas, se ha perdido el sentido crítico, el análisis de las noticias y de la información.

En conclusión, tal vez el debate no esté entre si encerrarnos o no, el debate está en protegernos. Debemos comprender con sentido individual y colectivo que esto va a durar mucho tiempo y debemos aprender a cuidarnos y no esperar lo peor para actuar. Encerrarnos a todos dejó de ser una opción. Se debe aplicar la ley y las sanciones necesarias a quiénes incumplan. Pero también brindar ayudas para quiénes lo necesiten. Hacer una mejor pedagogía, y si es necesario aplicar cuarentena a los sectores que más lo requieran. Se debe aclarar que las pruebas no contagian. Al contrario, nos ayudan y nos dan valiosa información de cómo estamos. Las pruebas son necesarias para prevenir futuros contagios y para aislar el virus. También es necesario aislar a los que incumplen, aislar a los que pueden propagar el virus, aislar a los irresponsables. Demos aislar el virus y contenerlo porque no podemos seguir pagando todos la inconsciencia de unos pocos.

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