El viceministro que acosa a las mujeres a punta de WhatsApp

El viceministro que acosa a las mujeres a punta de WhatsApp

Las mujeres deben soportar todo tipo de insinuaciones de parte de los que tienen poder. Congresistas, dueños de negocios y hasta viceministros, protagonizan estas prácticas en Medellín

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agosto 20, 2020
El viceministro que acosa a las mujeres a punta de WhatsApp

El acoso laboral y sexual al que nos vemos sometidas la mujeres aun en el siglo XXI sigue enquistado en nuestra sociedad; el país no es ajeno a este mal que, como un cáncer silencioso, destruye la vida de muchas mujeres que lo padecen y sienten temor o vergüenza de hablar del tema en busca de la ayuda que permita combatir esas células malignas.

No existe condición social, religiosa y política que identifique a víctimas y victimarios; la cifras son insospechables, incalculables y a esto se suma que muy pocas mujeres y hombres denuncien; solo un pequeño grupo de mujeres lo hacen público, saben que las presiones y el señalamiento seguramente vendrán con la denuncia. Decidirse a hablar suele ser un camino tortuoso, duro, pero las más recientes historias sobre denuncias conjuntas y públicas demuestran que es la vía más efectiva conocida y una de las formas para que la justicia ponga sus ojos en este tipo de delitos de manera eficaz.

La empresa privada es uno de los sectores donde es más frecuente. Carolina Moreno, mujer desplazada por grupos armados ilegales que operan en Chocó, al llegar a Medellín empezó a trabajar como vendedora en una mueblería del centro de la ciudad. Un día fue citada para organizar asuntos en la oficina de su jefe poco después de la salida de sus compañeros de trabajo; el propósito era revisar varias facturas que no concordaban con el cierre del día, pero se sorprendió cuando aquel hombre empezó a acosarla. Ella tomó distancia, pero este se lanzó con frases que insinuaban su intención de tocar su cuerpo. Carolina les contó a sus compañeros lo sucedido y luego de varios meses el trabajo se tornó complejo y tuvo que renunciar.

En el sector público el panorama no dista mucho del privado y las mujeres corren la misma suerte; muchas son perseguidas por jefes que, a cambio de mitigar el trabajo o permitirles hacer una carrera en estas instituciones, les hacen propuestas de tipos sexual. En agosto, la Usaid informo que a pesar de que en la Corte Constitucional existe una gran representación de las mujeres en planta humana, se vislumbró que existen grandes barreras para romper el techo de cristal y generar espacios de equidad laboral. Se conoció, además, de denuncias presentadas por funcionarias de la corporación que se vieron presionadas a aceptar citas por fuera del lugar de trabajo con el fin de iniciar una relación que nada tienen que ver con las funciones del cargo, pero que de no ser cumplidas las peticiones de tipo sexual ponían en peligro su contrato. Allí el tema es más hermético y ningún caso ha sido denunciado públicamente o de manera jurídica; es un asunto del que se habla en los pasillos, pero que aún ninguna mujer toma la vocería para denunciarlo. Esto es entendible porque es complejo y toca la honorabilidad de las mujeres. Muchos de estos hombres acosadores logran intimidar con su poder a las víctimas y tienen a su favor que hay muy pocos casos ejemplarizantes en el país. De hecho, el común denominador ha sido la revictimización de las mujeres. Son pocos los casos exitosos como el de la fisioterapeuta Carolina Rozo, que contra todo pronóstico se llenó de valentía y denunció no solo judicialmente, si no públicamente a Didier Luna, entrenador de la Selección Nacional Femenina Sub 17 de Fútbol.

En las esferas del mundo de la política y de quienes ayudan a encaminar el rumbo del país en el ejecutivo hemos conocido en concreto el caso de un poderoso congresistas Antioqueño que presiona a sus posibles cuotas burocráticas, cuya asignación de cargos y salarios depende de  intercambios de tipo sexual. O como el secreto a voces de un viceministro que es un reconocido picaflor y acosador virtual cuya táctica más usada es el hostigamiento por medio de mensajes vía WhatsApp. Los nombres de estas mujeres nos los revelaremos, pues las víctimas tienen derecho a hablar y mencionar este tipo de temas hasta donde ellas así lo quieran y nos pidieron no hacer público ni sus nombres y ni los de los poderosos políticos.

En el mundo del entretenimiento colombiano y mundial también se presenta el acoso. Actrices colombianas como Johanna Fadul y Diana Ángel contaron su experiencia en algún momento, pero para sorpresa de ellas pasaron de ser víctimas a victimarias. Mujeres del mundo del espectáculo internacional alzaron sus voces y se unieron logrando ganar grandes batallas y dar origen al mundialmente reconocido movimiento Me Too (A mí también). Hicieron públicas sus denuncias, iniciaron una batalla dura en estrados judiciales de Norteamérica y terminaron por derrocar a dos de los más grandes productores de televisión y cine, el director Harvey Weistein y Roger Ailes, director y expresidente de la reconocida cadena Fox. Fue tan grande el eco que la historia fue llevada al cine con la película Escándalo, que relata las prácticas abusivas a las que presentadoras y periodistas se debían someter para poder sobresalir en el mundo de la televisión y la noticias. Otro caso muy mencionado y del cual una plataforma de servicios de transmisión publicó el documental sobre un personaje oscuro, tanto o más que los señores Weistein y Ailes; Jeffrey Epstein, un importante inversionista y millonario de la Gran Manzana, se codeaba con personas importantes del mundo de las artes, la cultura y la política. Con su fachada de gran empresario ocultó al gran depredador de menores de edad que usaba a las adolescentes como objetos para su complacencia sexual.

En Colombia, movimientos como Mujeres Valientes empoderan a las mujeres para denunciar, hablar el tema de una manera abierta, sincera y, lo más importante, con toda la dignidad y el apoyo psicojurídico que ellas merecen como víctimas de uno de los delitos más difíciles de combatir en el mundo y que no será visible hasta que no nos llenemos de la valentía que se requiere para que la impunidad no impere y se restablezcan los derechos de miles de mujeres en Colombia y en el exterior.

 

 

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