El viaje a la utopía revolucionaria de Sergio Cabrera y su familia en 'Volver la vista atrás'

El viaje a la utopía revolucionaria de Sergio Cabrera y su familia en 'Volver la vista atrás'

El acto de ficción ha consistido en extraer la figura de esta novela del gigantesco pedazo de montaña que es la experiencia de Sergio Cabrera y su familia

Por: Leandro Felipe Solarte Nates
febrero 15, 2022
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El viaje a la utopía revolucionaria de Sergio Cabrera y su familia en 'Volver la vista atrás'
Foto: Pixabay

 

A inicios de los años setenta, en bachillerato y la universidad, sufrimos el dogmatismo, la paranoia y estricta disciplina característica de grupos maoístas radicales, en la época de la “revolución cultural china”.

En noches y madrugadas de los fines de semana se programaban reuniones de estudio sobre fundamentos de materialismo dialéctico e histórico, economía política, la biblia del libro rojo de Mao y las revistas Pekín Informa “para alejarnos de las fiestas, novias y tentaciones pequeñoburguesas que nos apartan del camino revolucionario”.

Por eso se nos hacen familiares los episodios narrados por Juan Gabriel Vásquez en la novela Volver la vista atrás, inspirada en la vida de Sergio Cabrera, su hermana Marianella, su madre Luz Elena y su padre Fausto, quien después de sobrevivir en la Guerra Civil española a la derrota de su exiliada familia republicana, muy joven transita por República Dominicana, Venezuela y aterriza en Colombia, donde se vincula a pioneros grupos de teatro y la naciente televisión.

Luego se casa con, Luz Elena Cárdenas, paisa de familia burguesa; va como maestro de español a la China y desde allá, con sentido de autoritario patriarca, dispone de sus vidas y vincula a su esposa y adolescentes hijos en el proyecto de formarlos ideológicamente como auténticos guardias rojos maoístas, preparados en guerra de guerrillas, con el proyecto de regresar a Colombia a militar en el partido comunista marxista leninista, PCML.

Para luego incorporarse con toda su familia a su brazo armado: el Ejército Popular de Liberación (EPL) con epicentro en Tierra Alta y montañas de Córdoba y Antioquia (del que años más tarde harían parte personajes como don Berna y Otoniel, quienes terminaron de líderes paramilitares de las AUC y del Clan del Golfo).

Es una vida de película magistralmente narrada por Vásquez. Lo ideal sería que la llevara a la pantalla. El mismo Sergio terminó como consagrado director de cine y televisión, gracias a que atrevió a rebelarse y rechazar la dictatorial orden paterna de convertirlo en “medico descalzo”, después de que se libraron de la frustración de haber regresado clandestinamente a Colombia, tomado las armas durante tres años, sobrevivir a los combates, el paludismo, la leishmaniasis y el contraste entre los nobles ideales de románticos “monjes” revolucionarios estrellados con la realidad…

Encontrándose con comandantes que actuaban como dictadorzuelos pasándose por la faja la ética y los principios, tiranizando a guerrilleros como el pequeño Sergio. Personajes como el comandante Fernando (Libardo Mora Toro), dedicados en satisfacer privilegiados consumos y gustos pequeño burgueses, mientras la tropa comía arroz y granos, y en querer ejercer derecho de pernada con su hermana Marianella, como lo hacía con las demás mujeres de la tropa.

Es un contraste entre el amor y el odio conviviendo durante décadas en la vida de una familia patriarcal a la que el padre Fausto, le trazó el destino de realizar en Colombia, la utopía revolucionaria que en su juventud vio derrotada en su patria española por los fascistas al mando de Francisco Franco.

Es la obsesión del padre por trazar su suerte y vincularlos a su utopía, vendiendo hasta su casa y propiedades, en el proyecto de convertir a Colombia en un país socialista al estilo de la China.

La dicotomía entre admiración y rechazo al esposo y padre autoritario marcará la vida de la familia Cabrera Cárdenas, hasta la muerte de Fausto, en Bogotá a los 92 años, que sorprende a Sergio en Barcelona, donde iba a iniciarse una semana de proyección y conversatorios sobre sus numerosas películas. Por ello, los organizadores le brindan la posibilidad de reprogramar el evento para que asista a las exequias de su padre en Bogotá y después de pensarlo, decide quedarse en Barcelona, donde paseando a su pequeña hija, recibió la infausta noticia, mientras intentaba salvar su relación con su esposa Silvia y además, después de varios años sin verlo, había concertado un encuentro con Raúl, su hijo mayor, con el que pocos momentos había compartido, y al que bautizó con el mismo nombre que uso en la clandestinidad, cuando fue guerrillero.

“Volver la vista atrás es una obra de ficción, pero no hay en ella episodios imaginarios… El acto de ficción ha consistido en extraer la figura de esta novela del gigantesco pedazo de montaña que es la experiencia de Sergio Cabrera y su familia, tal como fue revelada a lo largo de siete años de encuentros y más de treinta horas de conversaciones grabadas”, escribe al final de la novela, Juan Gabriel Vásquez.

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