Con la implementación del reversible en la vía circunvalar a la altura de la calle 84, Peñalosa logró solventar un problema de movilidad que afectaba a todas las personas y que, en horas de la tarde y después de salir de trabajar, se dirigían hacia sus hogares en la vía a La Calera. Lo que no contempló el alcalde, quizás por ignorancia o negligencia, es que el problema de movilidad que afecta esa vía, es aún peor en la mañana que en la tarde.
Como habitante y residente del municipio vecino de La Calera, sé con conocimiento de causa que en las horas pico de la mañana, los trancones en la vía pueden hacer que un trayecto de 30 minutos se demore 1 hora y 15 minutos. Ahora, evidentemente este no es un problema que afecta exclusivamente a los habitantes del pueblo vecino. Todo lo contrario, la vía a La Calera es la prolongación natural de la circunvalar, y como tal, en tan concurrida carretera viven miles de ciudadanos bogotanos en veredas como San Luis y La Capilla, a las cuales llega el SITP.
La congestión natural de esa vía la ha vuelto insoportable de transitar en ciertas horas, y esto es lógico si se tiene en cuenta que es la única vía que da acceso a Bogotá desde La Calera. Dicho municipio y sus alrededores han sufrido un proceso de crecimiento que cada día agrava la congestión vehicular. Ahora, ¿pueden imaginarse lo que pasa en esa vía si hay un accidente de tránsito, o un deslizamiento? En estos casos el caos sencillamente separa totalmente a los que están a un lado y del otro, haciendo imposible el tránsito.
Ya han pasado más de 100 días desde que Peñalosa se posesionó como alcalde. Es entendible que el problema de movilidad que afecta a toda Bogotá es, en gran parte, una herencia de administraciones pasadas. Pero el problema persiste y todavía no se observa ni siquiera que haga parte de la agenda del alcalde. Lo cierto es que dicho trayecto exige soluciones al corto (el redireccionamiento de ciertas vías para darle prioridad a los carros que bajan a Bogotá) y mediano plazo (la construcción de una vía alterna que descongestione la actual). Mi invitación es entonces para que el alcalde suelte el retrovisor y tome manos a la obra, solucionando un tema que mejoraría las condiciones de existencias de miles de bogotanos y calerunos, que día a día sufren el viacrucis de tener que llegar, tan solo llegar, a Bogotá.