Este estreno es lo que yo llamo un gran ejemplo de “ justicia poética”: un documental sobre Andrés Caicedo y su paso en 1973 por la ciudad de Los Ángeles tratando de encontrar al director Roger Corman para venderle dos guiones de horror escritos por él en Español y traducidos pésimamente por mí, quien a duras penas llevaba un año viviendo en Estados Unidos.
Andrés Caicedo buscando desesperadamente a Roger Corman, a quien nunca pudo encontrar, se lo encontrará ya muerto, su cara en la pantalla grande, cuando el documental se presente. Porque resulta que en este festival de Cartagena se le hará un homenaje al legendario Corman, al maestro del horror, quien todavía vive y quien es uno de los invitados al Festival si el coronavirus lo deja.
Andrés partió para los Ángeles sin dinero y con los guiones, la máquina de escribir y varios libros debajo del brazo. Verano de 1973. Buscando a Roger Corman, el famoso director de las películas B que amaba. Corman, el que le había regalado la imagen perenne de Drácula, el director que amaba a Poe y a su cuervo. El maestro del horror.
Así que Andrés Caicedo llegó a Hollywood con sus dos guiones pésimamente traducidos y con todas las ilusiones que podía llevar en su pequeña mochila. Ilusiones producto de una total desesperación: el salirse de su Calicalabozo “ aunque sea por un tiempo. Poder ahorrar para que nadie me mantenga. Te digo, Rosarito, estos se van a vender bien, vas a ver”.
Y lo que vi y lo que él vio fue que no se vendieron nada bien. Y con ellos, con los guiones aterrorizantes, regresó de nuevo a mi apartamento de Houston completamente destrozado.
“ Te ha llegado un triste llanero literario”. Sus palabras al bajarse del avión en “esa tierra de nadie” que fue Texas para él. “ Para lo único que sirve es para que John Ford se invente sus “westerns”. El mundo de Andrés Caicedo definido siempre por el cine. Desde el principio hasta el final.
Y es esta historia de tristeza, esperanza, retorno y destrucción la que el documental de Jorge Navas narra en forma magistral. Balada para niños muertos, el título que Andrés Caicedo deseaba usar para la compilación de “ varios relatos”. Así lo expresa en una de sus cientos de cartas. Eran muchos los niños muertos que el joven escritor cargaba desde niño.
En este bello documental los asistentes podrán oír apartes de los guiones escritos por Andrés Caicedo. Se podrán deleitar en su precoz comando de la palabra escrita. Podrán oír párrafos de sus cartas mientras se sentaba en un horrible cuarto de Alvarado Street en la ciudad de Los Ángeles a escribir y a escribir y a escribir sin tener dinero para comer. Literalmente. Porque entre comer y ver cine prefirió esto último. Porque “ una buena película es un banquete. Llenito queda uno con Citizen Kane”. Alvarado Street. El hotelucho lleno de cucarachas y de prostitutas bullosas.
En ese cuarto de paredes sucias empezó seriamente a escribir ¡Que viva la música!. De ese cuarto salía a buscar a Roger Corman, a encontrar algo de comer, a buscar cinta para la máquina y papel carbón, y a tratar de inventarse planes y contactos para vender sus guiones. Nada resultó, diría la gente que solamente le interesa ver la superficie. Pero a mi parecer, fue mucho lo que Andrés Caicedo sacó de Los Ángeles. Mucho lo que excavó de esas desesperanzas. Cartas, principios de novelas, cine y más cine y el convencimiento claro que el tiempo se le estaba acortando demasiado y que al regresar a su ciudad, Cali, usaría todos los días que aún le quedaban para seguir creando.
“ Es muy poco el tiempo y mucho por hacer. Deseáme suerte, Rosarito”. Con esas palabras se subió al avión que lo llevó de regreso de Houston a Cali después de menos de cuatro meses en “esta tierra extraña”. Y se regresó “ al terror que conozco. Ese nunca da tanto miedo. La oscuridad conocida es siempre más clara”.
Todo estos sentimientos del escritor se encuentran capturados en las imágenes que podrán verse en Balada para niños muertos. Con una hermosa música de fondo y con una excelente dirección. Y con el testimonio de sus amigos más cercanos.
Este año en los 60 años cumplidos del Festival Internacional de Cine de Cartagena las estrellas creativas parecen encontrarse: Roger Corman y Andrés Caicedo. Ojalá que si el anciano director se aparece en persona, alguien lo lleve a presenciar los sueños de un muchachito que cruzó mar y tierra para compartir con él historias de horror. Para hablarle de Poe y de Lovecraft. De vez en cuando debe haber justicia.