Vicky Dávila es una de esas periodistas que despierta odios y amores. Personalmente, algunos de sus trabajos de investigación me han gustado mucho, como el de la comunidad del anillo y la conexión del gobierno Santos con Odebrecht. Sin embargo, otros temas abordados por la periodista han brillado su falta de objetividad, como en el caso de la legalización de las drogas. Ahora bien, el papel como moderadora del debate fue realmente malo, parecía que estuviera animando un programa de concurso y no un debate político. Dávila parecía mucho más preocupada por saber si era tendencia en redes sociales y animaba a las barras llevadas por los candidatos, como si estuviera en la final de un reality.
Por otro lado, hablemos de los participantes Como en toda contienda política hay mejores y peores candidatos, sin embargo, en este debate era imposible establecer quién era el mejor o quién el peor. Ante las preguntas la argumentación brilló por su ausencia y de izquierda a derecha los candidatos optaron por lugares comunes y discusiones infructuosas.
Miguel Uribe, por ejemplo, jugando las cartas del uribismo, considera que la solución a la seguridad es mayor número de cárceles y más policía. Fiel al legado de su abuelo, el joven delfín piensa que la solución es la represión, pues en su pequeño cerebro solo caben las consecuencias de la inseguridad, pero no las causas de la misma.
Carlos Fernando Galán, el vástago del caudillo liberal de los 80, grita generalidades a un público entrenado para aplaudir cuando alguien sube la voz. Apoyaré a las víctimas y desarticularé las bandas criminales, espeta el que hace poco pertenecía a Cambio Radical, pero nunca dijo cómo lo haría.
Hollman Morris, por su parte, con el descaro que caracteriza su candidatura, dice que quiere dar mayor bienestar a la policía, que no desea verlos empujando la patrulla, ni pagando de su bolsillo la gasolina del vehículo oficial. Muy bien, pero lo dice el mismo sujeto que como concejal utilizaba a la fuerza pública para hacer sus vueltas personales. Ha de recordarse que, en la entrevista a Vicky Dávila, para defenderse de las denuncias que en el mismo programa había hecho Patricia Casas, afirmó que él empleaba a la policía para mandarle dinero a su exesposa.
Claudia López dice que las mujeres y los niños serán su prioridad, y ante las situaciones de maltrato que aquejan a esta población su solución solo implica vigilancia y represión. A la candidata se le olvida que este tipo de violencia es una práctica machista que proviene de una cultura patriarcal cuya solución estructural debe pasar también por una apuesta pedagógica. Debe formarse en feminismo a la policía, a los jueces y comisarios a quienes les corresponde conocer los casos de violencia intrafamiliar, si esto no sucede, niños y mujeres serán revictimizados al momento de denunciar sus casos.
Saliendo de la cuestión de la seguridad, el problema fue Peñalosa. Los candidatos se enfrascaron en una discusión por mostrar quien era el más lejano al actual alcalde. Usted sale en fotos con Peñalosa, le gritaba Galán a López, mientras ella trataba de desvincularse del nefasto creador de transmilenio, para evidenciar el ya conocido vínculo entre los dos delfines y el alcalde. Por supuesto, traer al debate a nuestro actual verdugo solo podía llevar la discusión al "y tú más", donde cada uno de los candidatos se saca los trapitos al sol buscando enlodar a sus contrincantes. A usted la apoya el Polo. Usted fue de Cambio Radical. Usted tiene a todos los políticos corruptos en su campaña. Cosas semejantes se gritaban los candidatos para ver quién era el más abyecto. Un debate realmente vergonzoso en el que nadie ofreció salidas concretas y creativas a los problemas de la ciudad.