Como en los viejos tiempos del fascismo los integrantes del PACTO HISTÓRICO en Nariño permitieron la rechifla y el ABUCHEO del gobernador de Nariño, John Cabrera Rojas, y del alcalde de municipio de Pasto, Germán Chamorro de La Rosa, durante el evento desarrollado en las instalaciones de la Normal de Pasto en el marco del DIÁLOGO REGIONAL VINCULANTE.
Y diálogo es, justamente, escuchar las otras voces en un escenario de respeto y cordialidad. No únicamente a los amigos, también a los contradictores o a quienes tienen otras miradas de los hechos.
Lamentable por cuanto permite entrever la continuidad de una confrontación desde otro escenario, construido desde las mismas bases de la exclusión y la atarbaneria de quienes se consideran los dueños del destino de Colombia. Violentos que pregonan erróneamente un mensaje de paz y concordia nacional. Mal precedente para este momento histórico que atravesamos.
En un diálogo intervienen todas las partes. No únicamente los anfitriones que usurpan el destino de los pueblos. Ante hechos de esta naturaleza es válido preguntarse qué destino colectivo nos espera como colombianos, o qué podemos esperar de una dirigencia y unas turbas que como en los tiempos de revolución, no tuvieron empacho alguno en levantar cadalsos y guillotinas contra quienes consideraban sus opositores. Miles de muertos y cientos de víctimas fueron el testimonio de una época turbulenta y cruel. No llegaron ni las transformaciones sociales ni mucho menos la justicia o la fraternidad. ¿Nos espera lo mismo con dirigentes y seguidores de esta laya? Mucho me temo que sí.
Desde el presidente, la vicepresidenta y los, altos mandos del Pacto Histórico debe censurarse manifestaciones que promuevan violencia, exclusión, agresión o censura a la libertad de opinión. Esto no es lo que queremos en nuestra Colombia ni para nuestro destino común. Deseamos actos de concordia, civilidad y cultura.
El poder no es para ultrajar ; debe constituirse en un camino que nos oriente hacia nuevos senderos de paz y fraternidad, tan necesarios en nuestros días.
Excluir es un sumo acto de violencia, fascista, dictatorial y una muestra de indolencia e incomprensión de la misma historia. Un diálogo se construye desde las diferencias, desde orillas contrapuestas y desde ánimos conciliatorios. No se dialoga para abrir heridas o causar humillación.
El gobernador de Nariño y el alcalde del municipio de Pasto representan a grandes y nutridas colectividades que también merecen la dádiva del diálogo vinculante. Excluilros significa desconocer los cauces de la democracia. Lo observado no es más que la pretensión de un diálogo de sordos, un FASCISMO de izquierda en una patria de muertos.
Lo que se busca con los DIÁLOGOS REGIONALES VINCULANTES es la construcción y elaboración de un PLAN NACIONAL DE DESARROLLO que nos cobije a todos, que nos REPRESENTE a los pueblos en nuestras, sentidas necesidades. Nuestros voceros naturales son el gobernador y el alcalde. Sin ellos como voceros se hace imposible la concreción y unidad de nuestro pueblo en sus anhelos de progreso y desarrollo.
Si se invita a un diálogo, pues que se sustente en la realidad de cada una de las voces que se requieren. De lo contrario que convoquen los líderes del PACTO HISTORICO a la usurpación de nuestra democracia en las voces de unos cuantos avivatos que se apoderaron de sus huestes y de la burocracia nacional.
Más diálogo, menos intolerancia.