El verdadero reto de Gabriel Gilinski y Vicky Dávila en Semana

El verdadero reto de Gabriel Gilinski y Vicky Dávila en Semana

El tejemaneje periodístico pasa a segundo plano cuando el desafío mayor está en el ámbito comercial: si no hay facturación, hay que quitar el aviso

Por: LUIS FELIPE VÁSQUEZ ALDANA
noviembre 19, 2020
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El verdadero reto de Gabriel Gilinski y Vicky Dávila en Semana

“Los medios de comunicación se han caracterizado por ser un oligopolio en el que algunos han querido perpetuar el statu quo anclado en el pasado. Hemos fallado en entender al colombiano de a pie y tal vez la prepotencia de haber manejado durante siglos la información nos ha cegado”. Este es un aparte del último editorial de Semana, en lo que podría ser el intento de mostrarse de acuerdo con una era siguiente. Una que vino cargada de la sabida renuncia colectiva de sus rockstars, entre ellos Vladdo (caricaturista), María Jimena Duzán (columnista), Antonio Caballero (columnista) y Rodrigo Pardo (director editorial). Además, hay que recordar que hace poco el señor Ariel Ávila no se vio más por los pasillos y que tiempo atrás los Danieles zarparon vuelo.

Ahora bien, el público (una parte) no perdonó de entrada la primera portada de la publicación antes mencionada. Quizás, todo tiene que ver con Gilinski (el nuevo dueño) y Vicky Dávila (la nueva directora). Con eso claro, la pregunta es: ¿qué está pasando en esta nueva era de Semana? Leamos un nuevo aparte: “Semana jamás deberá estar al servicio de ningún grupo político ni de intereses particulares. Ni caer en la trampa de sesgo ideológico alguno. El activismo acaba con el periodismo”. Analizando el primer párrafo de confesión manifiesta con este aforismo pareciera que este editorial es, a lo mejor, una pulla apocalíptica contra aquel cardumen embelesado de connotación jacobina, postura tal que imperaba en los periodistas de la revista desde los tiempos memorables, sobre todo, en la mayoría que se fueron. ¿Será esto así? No lo sabemos.

Prosigamos con otro texto: “En esta nueva etapa, Semana será más incluyente. Procuraremos hacer un periodismo que refleje las preocupaciones de los colombianos. Colombia es un país de regiones. Queremos escuchar, no imponer nuestras opiniones”. Tal vez aquí hay un reconocimiento de su pasado y un acto de contrición. O quizás podemos deducir que en el centralismo mediático pulula la manipulación hegemónica de los referentes de opinión en su propagandismo fértil, y el aprovechamiento de ese espacio privilegiado en los medios masivos es una vía de estigmatización hacia las regiones, matando las competencias tópicas de los provincianos como Cronos cuando acribillaba a sus hijos para preservarse en el poder. Lo llevan todo al centro porque ahí son un conjunto de iguales y los descendientes de las provincias amenazan su statu quo. ¿Esto es así? No lo sabemos.

Son muchos los interrogantes que se derivan para esta nueva era. La emblemática revista fundada en 1946 aduce su proceso de transformación continua, y sus retos son del orden de la presencia digital en un mundo globalizado, de ubicuidades y, además, interactivo. Afirma que hay una gran oportunidad en lo que otros consideran una amenaza, y esto es, la democratización de los contenidos. Para los que no están familiarizados con el término, es sencillo: el humorista e influencer La Liendra tiene más de cinco millones de seguidores en sus redes y su contenido es ese, el chiste. Pareciera exagerado si lo comparamos con los de cualquier actor de cine francés o los de una destacada cantante de ópera, pero no lo es, porque desde la arquitectura del universo on line hay una coincidencia perfecta entre las masas y las publicaciones de humor, sexo y la precariedad semántica del reguetón. La masificación reduce el intelecto del colectivo.

Para terminar, Semana, Gabriel Gilinski y Vicky Dávila no solo enfrentan su reto en el tejemaneje periodístico, igual aquí se decanta la locomoción de elites aristocráticas del periodismo, y el buen periodista si se le asegura una circulación efectiva logra su eficacia social. El verdadero desafío de los medios de la “nueva era” es el ámbito comercial (las ventas), si no hay facturación hay que quitar el aviso. Aquí no viene bien montar amigos burocráticos en direcciones comerciales, porque es el espacio de los tigres con hambre, los amigos del sol, los que tienes el cuchillo en la boca, se da paso es a Rambo no a Juampis, el personaje de Riaño; aquellos que están en cómo vender sus espacios publicitarios en un mundo donde las marcas están migrando su presupuesto a destinos muy lejos de los formatos tradicionales en su admitida transformación.

Por un lado, al acto fallido —en algunos casos— de experiencias con los llamados influencer, y las humaradas chamánicas de los gurús digitales. Por el otro, a las sí parametrizadas, optimizadas, robotizadas y efectivas campañas de Google, Facebook, Instagram, entre otros. Aquí, “en la nueva era”, se enfrentan a nuevos compradores como pautantes o patrocinadores, ya no están detrás del escritorio mercadólogos a ultranza de generación guayaba, avezados en ciencias sociales, ni publicistas de vieja usanza que estudian acervos socio culturales, sino marketeros que no comen del viejo lobby, que solo miden, en superflua epifanía, seguidores y likes; aunque, en últimas, sus marcas tampoco facturan porque viven en una burbuja digital.

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