El deber del intelectual orgánico es dilucidar la realidad para que el velo de la política mentirosa caiga ante los ojos de los lectores. En tiempos de crisis, el poder de las letras se debe afilar para derrumbar la pantomima de un alcalde que no ve a Bogotá como una ciudad, sino como una empresa a la cual debe administrar.
El agua no es una mercancía, es el bien más preciado de la humanidad, que desafortunadamente para los pobres del planeta, ha pasado a tener costo monetario dentro de las cotizaciones de la bolsa de valores de Wall Street desde el año 2020.
Vamos despacio ¿Qué está sucediendo con el agua en Bogotá? Tenemos cuatro embalses construidos hace 40 años para un promedio de 5 millones de habitantes en esa época. En la actualidad Bogotá se acerca a los 10 millones de habitantes y el agua no está cayendo del cielo desde diciembre del año pasado. ¿Cómo solucionar este inconveniente? ¿Con multas? ¿Con cortes de agua por barrios? Déjenme decirles lo siguiente:
El plan de ordenamiento territorial de una ciudad no solo contempla la forma de organización urbana sino también debe tener en cuenta la administración de sus recursos, el agua vital para la existencia es uno de ellos. En la actualidad Bogotá se abastece de cuatro fuentes hídricas: El tominé, el embalse de San Rafael, la Chorrera en Usme y el parque nacional natural Chingaza, cuatro embalses que para el año 1984 cubría la demanda de unos cuantos millones de personas, un año en el cual la temperatura global no arreciaba como en el año 2024.
Me encontré un Ingeniero egresado de la Universidad Distrital: Rubinel Giraldo, topógrafo y gran sabedor de geología, quien es una conversación me dijo que el problema de esta ciudad es que no hay dirigentes que piensen en grandes obras de ingeniería, sino que los recursos terminan en los bolsillos de empresas corruptas como el acueducto, me hizo el siguiente análisis.
Me dijo, echemos números: si somos en promedio 10 millones de habitantes y en promedio habita una familia de 5 personas por predio. Estaríamos hablando de 2´000.000 (dos millones de predios) (según el censo inmobiliario) en promedio la factura por mes en una casa de estrato medio es de $100.000 (cien mil pesos).
Si se cobra la factura de 2 millones de predios por cien mil pesos mensual esto daría un total de $200.000´000.000 (doscientos mil millones de pesos) que recibe la empresa del acueducto de Bogotá al mes, y el agua les cae del cielo. “Por eso el tema del racionamiento es un tema de falta de protección y de ingeniería con visión de futuro” me dijo en aquella conversación el ingeniero Rubinel.
¿Hace cuanto tiempo el acueducto de Bogotá no renueva su infraestructura subterránea? Creo que nunca lo ha hecho, yo vivo en la localidad de Suba y hace siete meses, en dos veces se averió un tubo que nos mantuvo sin agua por varios días. ¿A quiénes les tocó ir a hacer la fila en los carrotanques? A los del barrio.
Si reciben en promedio los doscientos mil millones de pesos ¿Porque el alcalde Carlos Fernando Galán constantemente nos amenaza con multas sino cuidamos el agua en nuestras casas? Eso sin hablar de la cereza del pastel: “Todo comenzó cuando el portal informativo, Vorágine, publicó una investigación en la que señaló que la embotelladora Manantial —que pertenece a Coca - Cola— extrae diariamente 279.000 litros de agua provenientes de una cuenca ubicada en el municipio de La Calera. Dicha actividad, señaló el medio en cuestión, se realizaría de manera desproporcionada y sin ningún tipo de control” publicó en un artículo en diario el Espectador el día 28 de agosto de 2024.
¿Qué tal esto? Manantial, perteneciente a Coca Cola extrae 279.000 litros de agua al día en la Calera, y ellos siguen cobrando la factura del agua como sin nada ¿y nosotros somos los que tenemos que cerrar la llave? ¡Vaya desfachatez de la administración de una empresa llamada Bogotá! Señor alcalde, le recuerdo que una ciudad no es una agencia de negocios, ni tampoco un una vaca a la cual se le saca leche.
Una ciudad es un espacio donde habitan sueños, personas trabajadoras, almas que merecen vivir dignamente y que deben tener garantías de acceso a la salud, educación y alimentos básicos. Y por supuesto: AL AGUA.
Personalmente, esta situación me está preocupando, en mi localidad hace muchísimos días no veo caer un chaparrón a los cuales estoy acostumbrado en mi amada Bogotá, las plantas de mi ventana a diario me piden que las riegue y me enojo cuando no me puedo bañar con tranquilidad en los tiempos de corte de mi barrio.
El agua es sagrada, nos han enseñado los muiscas, para cocinar los alimentos, para el aseo, para la felicidad humana. Pero estos leguleyos, tinterillos, amañados, politiqueros y descarados del poder como Galán solo piensan el devengar a costa de la falta de planificación urbana y de las crisis sociales como la sequía.
Me acuerda a la reforma tributaria en la pandemia, sacando sangre de un enfermo de leucemia. Así les enseñaron a gobernar a los hijos del lujo y el confort.
Por lo pronto disfrutaré del vaso de agua en mi escritorio mientras escribo este artículo. Disfrutaré de su fluir por mi tracto digestivo, le pido a la vida que por muchos años pueda seguir viendo el líquido, como van las cosas no me sorprendería que me toque ir a comprarla obligatoriamente, así como la gente consume Coca Cola.
