Hace casi dos años escribí sobre el azúcar; hoy quiero volver sobre el mismo tema, de la mano de La Revolución de la Comida.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que el consumo de azúcares libres* no sobrepase el 10 % —y que preferiblemente se reduzca a menos del 5 %— de las calorías requeridas diariamente (ver acá las calorías requeridas por niñas, niños, hombres y mujeres según su edad y nivel de actividad física).
Eso significa que un adulto promedio no debería consumir más de entre 25 a 50 gramos de azúcar al día, y que un niño promedio no debería consumir más de entre 15 a 30 gramos de azúcar al día, dependiendo de sus edades y nivel de actividad.
El consumo excesivo de azúcar refinada ha sido vinculado a enfermedades cardíacas, renales, diabetes, obesidad, cáncer, Alzheimer, envejecimiento prematuro y caries.
En una visita al supermercado, encontramos las siguientes dosis de azúcares añadidos en las bebidas de moda:
- Jugo Hit “Frutas Tropicales” de 500 ml.: 52 gramos.
- Tutti Frutti de “Fresa” de 250 ml.: 26 gramos.
- Pony Malta de 330 c3: ¡el envase no trae información nutricional!
- Coca Cola de 300 ml.: ¡el envase no trae información nutricional!
- Coca Cola de 600 ml.: 62 gramos.
- Lipton “Ice Tea” de 500 ml.: 46 gramos.
- Mr. Tea “Limón” de 500 ml.:45 gramos.
- Fuze Tea “Limón” de 400 ml.: 30 gramos.
- Pepsi de 600 ml.: ¡el envase no trae información nutricional!
- Colombiana de 600 ml.: 62,5 gramos.
- Cola Román de 400 ml.: 33 gramos.
- Sprite de 400 ml.: 41 gramos.
- Gatorade “Mandarina” de 500 ml.: 29 gramos.
- Red Bull de 250 ml.: 28 gramos.
- Vive 100 de 400 ml.: 47 gramos.
Es importante anotar que, no solo encontramos bebidas que no traen información nutricional en sus envases, sino que muchas otras traen información tremendamente difícil de entender e interpretar por parte de un consumidor común y corriente. Esto, porque enuncian el contenido de sus ingredientes —como el azúcar— según porciones y no de acuerdo con el contenido total del envase. Este es el caso del jugo Hit, el Lipton Ice Tea, la Colombiana, el Gatorade y el Vive 100.
En general, por lo tanto, tomarse cualquiera de estas bebidas azucaradas implica sobrepasar o estar a punto de sobrepasar el límite diario recomendado de ingesta de azúcares añadidos.
¿Cuántas de estas bebidas toman ustedes al día, todos los días? ¿Cuántas de estas bebidas les dan ustedes a sus hijos diariamente?
Y ahora reflexionemos un momento sobre lo siguiente:
Cuando reaccionamos ante la propuesta de la senadora Paloma Valencia sobre dividir en dos el departamento del Cauca, supuestamente para aplacar unos conflictos por la tierra entre los terratenientes y los indígenas, ¿pensamos cuáles son los principales cultivos que se están cosechando en esas tierras y cuáles son los principales productos que salen de ellas?
Con su propuesta, Paloma Valencia no está buscando la solución de los conflictos históricos sobre la tierra en el Cauca, sino que está defendiendo los intereses de unas élites políticas y empresariales tradicionales que han amasado su riqueza y su poder mediante el cultivo de la caña de azúcar y la producción de azúcar refinado, entre otros productos y otros derivados de la caña.
Este caso es un claro ejemplo de una de los principales obstáculos mentales que debemos superar para construir una paz estructural y duradera:
Siempre que pensamos en el conflicto y en el posconflicto pasamos necesariamente por el tema de la tierra, pero nunca nos detenemos a pensar qué se produce en esa tierra, de tal suerte que se genere tanto conflicto sobre ella. ¿Azúcar, palma de aceite, ganado? ¿Cómo se relacionan estas industrias con la guerra, y cómo afectan nuestra salud?
Nuestros hábitos de consumo también alimentan la guerra.
Tenemos que aprender a ver cómo se refleja el conflicto colombiano en lo que consumimos diariamente, para darnos cuenta que la construcción de un país en paz pasa, inexorablemente, por una decisión individual y colectiva, pública, política, de consumo más responsable con nuestra salud y con nuestro medio ambiente.
* “Estos incluyen los monosacáridos y los disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los jugos de fruta y los concentrados dejugo de fruta.” Nota informativa sobre la ingesta de azúcares recomendada en la directriz de la OMS para adultos y niños.